Mari Pepa Gómez, la locutora que fuera durante 25 años ‘la voz’ de la radio motrileña, goza del cariño de una ciudad que la nombró hija predilecta. Locutora incombustible. La voz de la radio. Han llamado a Mari Pepa Gómez (Motril, 1943), de mil maneras. Se ha dicho de ella, y mucho, que es una mujer luchadora, con garra y trabajadora. Tras una niñez en la que se le apareció la radio con tan solo nueve años. Mari Pepa se enfrentó a su juventud a un mar de adversidades donde supo navegar a base de esfuerzo, constancia y con la ayuda de personas con buen corazón. Málaga, Madrid, París y, como no, Motril, son ciudades que han hecho de ella una mujer que sabe ponerse el mundo por montera. Con 40 años de radio a sus espaldas y casada con Jean Marie, es madre de dos hijos, Joaquín y Natalie. Asegura que tras escribir un libro, plantar un árbol, tener hijos y montar en globo, ya poco le queda por hacer, más que disfrutar de una merecida jubilación en la finca de sus sueños: ‘La Pepa’. Javier Yañez le ha entrevistado para el diario Ideal de Granada.
-¿En qué momento se produjo su primer contacto con un micro?
–A principios de la década de los Cincuenta abrieron Radio Juventud de Motril. El nacimiento de aquello fue un acontecimiento porque no había ningún otro medio de comunicación en la ciudad. Siendo yo pequeña, hicieron una prueba radiofónica de teatro infantil. Probaron voces, y yo, que me apuntaba a un bombardeo, entré con apenas nueve años. Primero recitaba en programa de artistas y poco a poco me dejaron hacer programillas, después, a los 16, me contrataron, cobrando 625 pesetas, que entonces era mucho dinero.
-¿Con qué edad salió de Motril?
–A los 20 años me fui a Madrid, a la productora de programas de Radiodifusión. Poco después, con 21, di el salto a Radio Juventud de Málaga donde tuve la oportunidad de conocer la ciudad, los teatros, las fiestas flamencas… Salí de Málaga para casarme con este chico tan guapo –mira a Jean Marie– y después me fui a París, donde tuve a mi hija Natalie, aunque yo ya era madre soltera. En París trabajé de azafata en un cine, y ahí, a base de películas, aprendí francés.
-¿No le costó decir adiós a su sueño de trabajar en la radio?
–La dejé porque tenía que solucionar mi situación. La sociedad era cruel, pero me considero una mujer con suerte porque he sido una persona que no encontró ningún problema en mi trabajo, ya que me arroparon. Tuve a mi hijo con 21 años, y me casé con 26. Con respecto a Jean Marie, aunque nos conocíamos poco, nos mandábamos cartas. Salió bien de milagro.
-¿Por qué volvió de Francia?
–No terminé de adaptarme allí y tenía trabajo por un tubo. Estaba acostumbrada a vivir en mi Motril y en Málaga, levantarme y ver el mar. Ya en España, en el 77, se abre Radio Motril Cadena SER. Sabía que en cuanto se pusiera en funcionamiento entraría yo, por título y experiencia.
-¿Cómo eran sus programas?
–Lo que más he hecho ha sido magazine. Por las mañanas hacía ‘El mundo de la mujer’, que era de 10 a 12 y por la tarde ‘Discos Dedicados’ o ‘La Hora Flamenca’, que los grababa yo con mi material, porque siempre he sido aficionada al flamenco, gracias a mi época malagueña en la peña de Juan Breva. Teníamos una programación de
24 horas. Menos el informativo y Hora 25, he hecho programas de todo tipo y a todas horas. He vivido una radio que ha viajado desde la época de la transición hasta nuestros días, ha sido realmente interesante. He vivido sin duda los años más gloriosos de la radio.
-Decir radio en Motril es decir Mari Pepa Gómez, ¿cuál ha sido su secreto para llegar al corazón de la gente?
–Quizás mi sencillez, quizás mi vocabulario fácil, o mi respeto al micrófono, que no miedo. Tampoco me he metido yo en camisa de once varas, de enemistarme con gente ni nada de eso, de hecho, ni siquiera he hecho informativos. Mis programas han sido distendidos, de obra social… Yo no serviría para estar en ‘sálvames’ ni programas de ese tipo, con la crítica yo no habría dormido.
-Cuarenta años tras el micro dan para mucho, 25 de ellos a los mandos de Radio Motril…
–Ha habido tiempo para todo y ha pasado de todo. En el micrófono he llorado casi sin poder hablar y también he reído sin poder contener la risa. Recuerdo cuando murió mi compañero Pepe Chávez, técnico de sonido, que Motril lloró conmigo a la hora de leer la nota necrológica, ya que nadie más podía darla. Todavía me acuerdo y se me saltan las lágrimas. Siempre he tenido miedo de empezar, los primeros años de vuelta a la radio me sentía más insegura y ensayaba leyendo en voz alta periódicos.
-Madrid, Málaga, Motril… ¿dónde se ha sentido más cómoda?
–Donde realmente me he hecho profesional de la radio ha sido en ésta, en Radio Motril, ya que lo hacía todo, desde abrir la puerta cuando tocaban hasta coger notas necrológicas: ha fallecido tal, conocido como tal… Un día el apodo era ‘Pepe el cagao’ y les comentamos que no se podía decir así. Los familiares se metieron en el estudio, dejaron a su padre de cuerpo presente, hasta que dijéramos eso por la radio. Hubo ‘cagao’ para rato. Normalmente ponían tres notas y ellos pusieron 12. A la semana, la misa del ‘cagao’, al mes el recordatorio del ‘cagao’… Allí se abrió la veda: el pichorras de Vélez, el loco de tal…
-¿Por qué se jubiló antes de tiempo?
–Últimamente ya no estaba pendiente de mi voz, de lo que decía, de la palabra, en parte por la informatización. He hecho mucha labor humanitaria, de asilos, de la Cabalgata de la Ilusión, que la llevaba prácticamente yo sola, en fiestas, hogares de pensionistas, trayendo artistas sin cobrar, fiestas tradicionales en Las Alpujarras… no tenía un sábado ni un domingo libre. Estaba muy comprometida porque nunca he sabido decir que no, y llegué a verme sin vida propia. Yo misma pedí la jubilación anticipada porque ya era todo con el ordenador, la cadena comenzó a echar gente, y yo salí por la puerta grande. La única de Radio Motril que no despidieron. Me fui cuando tenía que irme.
49563
Que bueno lo que me reido con lo de ‘Pepe el cagao’ y el ‘pichorras de Vélez’ jajaj muy buena entrevista.