Antonio Martínez Asensio (Cadena SER): “La radio es pura magia y con los libros, mucho más”

Antonio Martínez Asensio

En heraldo.es leemos que “La voz es algo atávico que nos conecta con nosotros mismos. Acabo de leer un libro de Maribel Riaza, ‘La voz de los libros’ (Aguilar) y, entre las muchas historias fascinantes que cuenta, recuerda que Charles Dickens era una estrella que leía sus libros en público con gran éxito.



Lo raro, en el fondo casi es leer en privado: hubo un tiempo que se leía en familia, en las comidas, en el colegio”, dice Antonio Martínez Asensio, que acaba de grabar en Zaragoza, con su equipo ‘Un libro, una hora’ la novela ‘Dientes de leche’ de Ignacio Martínez de Pisón, con los actores Eugenio Barona, Laura Carrero del Tío y el zaragozano Alberto Castrillo-Ferrer.

Con esa voz bien timbrada y poderosa, casi de trueno a veces, Antonio despierta pasiones y tiene seguidores allá por donde va.

  • ¿Qué fue primero la literatura o la radio?
  • Primero la literatura. Yo estudié filología, mi pasión era la lectura. Lo que pasa es que me empecé a trabajar en televisión de productor cuando empezaron a salir las privadas, y demás, hacia 1989-1990, y eso fue lo que me sacó un poco de la literatura.
    En radio siempre he hablado de libros, desde que empecé en Onda Cero. Creo que incluso trabajó en deportes.
    A Radio Estadio, la sección de Deportes de Onda Cero que coordinaba Javier Ares, que es un gran lector y apasionado del ciclismo, le vendí una sección de libros.
    Nos ficharon a Pepe Tre y a mí. Pepín hablaba de sus cosas y yo de libros. Estuvimos dos años y fue muy divertido.
  • Una de sus claves es la pasión, pero ¿ha aprendido cuál es el secreto de la comunicación?
  • No sabría decirle. Lo que sí he aprendido es a contar una historia. Desmenuzo el libro, leo con lápiz y subrayo, y llevo como un sistema de marcas para decir qué tengo que contar y cuáles son los fragmentos literales que leeremos. Se trata de armar un relato que le llegue al lector.
  • Usted lo logra con su método.
  • El programa tiene esas tres voces: la mía, que uso para el cuento o la síntesis narrativa; los fragmentos literales, que yo selecciono, que hace Eugenio Barona, y los contextos, de historia, de explicación, de elementos curiosos y de temas musicales adecuados. Grabamos los miércoles en apenas una hora y media, y emitimos la madrugada del sábado al domingo, de cinco a seis.
  • Y los viernes se le oye pletórico en ‘Hoy por hoy’.
  • Es un lujo que me hayan dado la oportunidad de hablar durante casi una hora de libros en un ‘prime time’ y, además, en el programa más escuchado de la radio española. Àngels Barceló es muy cómplice y suceden cosas extraordinarias y muy emotivas.
  • ¿Cómo lee usted? ¿Cómo explicaría su inmersión en los libros?
  • No sabría decir. Yo soy un lector voraz… Mucha gente me pregunta: “¿De verdad te los lees o lo haces en diagonal”. Claro. Empiezo de arriba abajo y de principio a final. A mí me gusta mucho que me hagan trabajar, me gustan mucho los libros que me aprietan. A veces haces libros que habías leído en tu juventud, vuelves a leerlos y resulta magnífico.
  • De esa nueva inmersión, tan intensa, llegan a esos secretos que tienen los libros.
  • Con todo me enfrento a la lectura de una forma muy inocente.
  • La transmite con emoción, con pasión, y luego tiene esa voz… ¿Se escucha o le da pudor?
  • Al principio no me gustaba, pero sí que me he acostumbrado a escucharme porque tengo que aprender a contarlo: a contenerme, a no estar muy arriba, a resultar soberbio. La pasión es espontánea: no hay nada que me guste más en el mundo que que me cuenten una buena historia. Y yo, a mi vez, con el equipo, soy como un contador de cuentos, tradicional y apasionado.
  • Será consciente que nos contagia ese fervor con deslumbramiento. No critica a nadie.
  • A veces, tras llevar muchos años en la radio, me decían: “Tú eres como muy buenista, ¿no?”. Lo tengo claro. No podemos perder el tiempo con libros que no te gustan. Yo no entiendo mucho la crítica terrible. Pienso que hay mucho para elegir, libros apasionantes, hermosos, intensos, llenos de vida.
  • ¿Se da cuenta de que se ha convertido en un prescriptor?
  • Ja ja ja. Sí. Creo que sí. Me responsabiliza un poco, pero intento quitarme presión, sobre todo comercial. Me hace mucha ilusión lo que vamos a hacer en Zaragoza con la grabación de Martínez de Pisón porque me encanta el contacto con la gente. “Antonio, qué maravilla ‘El viejo y el mar’”, me dicen. Y piensas, pero sí lo hice hace dos años. Pero la gente se mueve a su antojo, encuentra las cosas cuando lo necesita, sabe mucho y disfruta de la literatura.
  • ¿Cómo está viendo las letras de Aragón? Ha recomendado a Ramón J. Sender, Cristina Fallarás, Manuel Vilas, ahora a Pisón…
  • No soy un experto en literaturas territoriales, pero están pasando cosas en la literatura. Miguel Munárriz decía que no ve a nadie que esté tomando el relevo… Y yo sí veo muchos caminos, muchas tendencias, muy buenos libros, yo creo que sí se están agitando cosas y que hay buenos autores.
  • ¿Aragón?
  • Seguía a Pisón, lo he leído muchísimo, y he querido hacer su novela más zaragozana. De ahí que hayamos cogido ‘Dientes de leche’. Y acabo de hacer el audiolibro de ‘Los alemanes’ de Sergio del Molino. Otro libro muy zaragozano. Una maravilla. Cuando viajas por España con el programa te pasan cosas incdreíbles.
  • ¿Cómo cuáles?
  • Una señora de Cádiz va y me dice un día: “Antonio. Aún no lo sabe, pero usted y yo somos muy amigos. Paseo todos los días con su voz”.
  • ¿Vuelve el audiolibro?
  • Hubo un intento de Alfaguara en casete en los 90. Creo que es un fenómeno que tiene que seguir. Es un formato agradable, se puede escuchar en muchos sitios.
    Al final en el audiolibro está la interpretación de un actor. Con ese filtro artístico, algunos libros son más legibles.
  • ¿Qué le hace infeliz?
  • La deriva que está tomando la vida pública; la falta de nivel en las discusiones, en las conversaciones, en la política, que no haya de verdad la capacidad y la altura de la explicación, del debate, del respeto. Me hace infeliz pensar que todo lo contrario que encontramos en los libros lo estamos encontrando en la política y en las instituciones.».

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