Alfonso Latorre (RNE): “En radio, el límite [de la ficción sonora] es tu imaginación”

Alfonso Latorre

Mireia Corachán escribe en makma.net que Alfonso Latorre es, probablemente, el mejor creador y guionista de ficción sonora de España, a juzgar por la calidad de sus creaciones y de su prolífica trayectoria. Trabaja tanto en la ficción como en la no-ficción y, ocasionalmente, es realizador de radio y podcasts. Anteriormente ha sido guionista de televisión.



Desarrolla su labor profesional, principalmente, en Radio Nacional de España (RNE), donde ha estado al cargo de creaciones de la talla de ‘Trafalgar’, ‘Drácula’, ‘Magallanes’ o ‘Extraños en un tren’. La magia de la radio corre por sus venas y lleva el sonido en su ADN. En 2020 recogió, ni más ni menos, que un premio Ondas. Hemos podido entrevistarle, comprobando su saber hacer y sentido crítico en el mundo del arte, del oficio y de la creación.

Para los neófitos, ¿qué es exactamente una ficción sonora? ¿Qué otros profesionales participan en ella?

Llamamos ficción sonora a la evolución de lo que comenzó llamándose “radioteatro” en los inicios del medio. Nosotros (me refiero al equipo que formamos Benigno Moreno -director-, Mayca Aguilera -realizadora- y yo) rechazamos el término “radioteatro”, porque consideramos que no se ajusta a lo que hacemos.

Si escuchas una ficción para radio de los años 40 o 50, el término sí podría ajustarse porque aquello tenía que ver mucho más con el teatro, pero en la actualidad se asemeja al cine más que a otra cosa. Usamos códigos narrativos propios y nos basamos en el uso de fondos sonoros musicales, multitud de efectos, ecualizaciones, planos sonoros muy sofisticados…

Ofrecemos una experiencia envolvente con la que pretendemos sumergir al oyente en las historias que pretendemos contar. Digamos que una ficción sonora cuenta historias con la única ayuda del sonido: voz, músicas y efectos.

En todas las ficciones sonoras hay tres patas fundamentales: dirección, realización y guion. En muchos sitios llaman “diseño sonoro” a la realización, pero a mí me parece, francamente, una cursilada. Luego, obviamente, hay otros profesionales con los que, sin ellos, no se podrían realizar, como los productores y actores, por ejemplo.

¿Qué habilidades especiales requiere la ficción sonora?
Creo que hay que conocer profundamente el medio sonoro, algo que no siempre ocurre y que considero fundamental. Hay que escribir pensando constantemente en el sonido y en el hándicap que supone no contar con imágenes. Se debe convertir ese hándicap en una ventaja, explotar las posibilidades sonoras que puede tener una historia y exprimirlas.

Hay que leer mucho, ver mucho cine, muchas series de televisión y mucho teatro para empaparse de las diferentes formas narrativas, comprender sus diferencias, sus debilidades y fortalezas. Y escribir, escribir mucho. Imitando al principio, aprendiendo a hacer bien lo que otros han hecho y, al mismo tiempo, arriesgándose a crear tus pequeñas innovaciones, poco a poco.

Resulta fundamental la perfecta creación de ambientes, atmósferas, situaciones históricas o contemporáneas. ¿Cuáles son las mayores dificultades a las que se enfrenta uno a la hora de crear?

La parte de creación de ambientes y atmósferas no me corresponde a mí, es tarea de la realización, que debe elaborar, según su criterio, el universo sonoro que planteo en el guion. Yo me limito a dar algunas indicaciones que considero útiles o sugerir momentos musicales o efectos concretos, pero su uso siempre dependerá del criterio de realización y dirección.

En ese aspecto, escribo de forma bastante libre. Pongamos como ejemplo ‘Trafalgar’, la serie que en la que adapté la novela de Galdós. Para los episodios 2 y 3, escribí varias escenas de batalla naval, con 70 barcos del siglo XIX y 45.000 marineros, lanzándose cañonazos mutuamente en alta mar. En cine o televisión habría sido imposible sin una producción extraordinariamente cara. En radio, el límite es tu imaginación. Bueno, y la habilidad y solvencia de realización y dirección.

Nosotros podemos recrear batallas espaciales, catástrofes naturales, acontecimientos sobrenaturales o guerras cruentas con el mismo presupuesto que una conversación de dos personas paseando por una calle de Valencia. Las dificultades vienen de otros aspectos.

¿Cómo compensa la ausencia de imágenes?
Al hilo de la pregunta anterior, ese es el reto al que constantemente nos debemos enfrentar quienes escribimos ficción para radio o podcasts. Yo siempre escribo con esa premisa en la cabeza, ese condicionamiento está ahí de forma perenne y determina todo el proceso.

Un ejemplo es la presentación de personajes. Parece una tontería, pero es fundamental que el oyente pueda asociar voces con personajes desde el inicio y que queden fijadas en su memoria lo más pronto posible para evitar confusiones. Por eso hago especial hincapié en que los personajes se nombren los unos a los otros con cierta frecuencia al comienzo de las ficciones. Cuando lees el guion puede chocar un poco, pero es esencial hacerlo.

Creatividad de ‘Menlo Park’, ficción sonora de Alfonso Latorre.
Por otra parte, siempre intento que haya elementos sonoros que articulen escenas o que permitan identificar ambientes concretos o situaciones determinadas. Por ejemplo, en ‘Menlo Park’ [Los cuatro primeros episodios de la serie se pueden escuchar en Podium Podcast y los seis restantes en Storytel, de pago, aunque se puede abrir una cuenta de prueba, gratis durante 15 días, y descargarse los seis episodios restantes (o la serie entera)], una serie de 10 episodios que escribí para Storytel y que produjo Podium Podcast, toda la trama se situaba a finales del siglo XIX y giraba en torno a una máquina que permitía saltar de nuestro mundo a otro universo alternativo.

Creé una máquina que “sonaba” mucho. No solo al manejarse emitía ruidos característicos de un aparato decimonónico (palancas, engranajes, poleas…) sino que, al accionarse, generaba círculos de luz que, a su vez, emitían zumbidos en diferentes notas e intensidades. Cada vez que la máquina se usaba era un festival de sonidos. Creo que no me equivoco si digo que es la primera y única serie de ciencia ficción sonora “steampunk” en castellano.

¿Cómo afronta las adaptaciones literarias de los grandes clásicos? Son obras de tal envergadura que deben imponer cuanto menos respeto…
Imponen respeto hasta cierto punto. Tuve la suerte de empezar a escribir ficciones sonoras con la adaptación de ‘Drácula’, que es un clásico muy manoseado y en la que, además, se me pidió que trasladase la acción al siglo XXI. Por tanto, mi primera aproximación a una adaptación fue con una obra que ha sido versionada hasta la saciedad y a la que se le han dado todas las vueltas posibles.

En ese momento no me sentí coartado en absoluto para alterar el texto y llevármelo donde yo quería. La segunda ficción que escribí fue una adaptación de ‘Extraños en un tren’, de Patricia Highsmith y, en ese caso, revisioné la traslación al cine que hizo Alfred Hitchcock y en la que él y Raymond Chandler, su guionista, sólo conservaron la premisa inicial, llevando la película por vericuetos completamente ajenos a la novela.

Por tanto, mis dos primeras experiencias adaptando novelas bebían de obras que ya habían sido alteradas de forma muy significativa. Para colmo, a la hora de armar la estructura de la adaptación de ‘Extraños en un tren’ me di cuenta de que la historia de Patricia Highsmith funcionaba bien en la novela, pero en mi guion se desmoronaba en el tercer acto.

La novela, en esa parte final, narraba -sobre todo- la tortura interior por la que pasaba el personaje protagonista a partir de un crimen que se ve obligado a cometer. Esa introspección le sentaba bien a la novela, pero en mi adaptación, que no dejaba de ser un thriller, provocaba una escandalosa pérdida de tensión y suspense que no podía permitirme. Así que decidí alterar el principal punto de giro de la historia.

Eso sí, cuando adaptas obras muy reverenciadas o en las que el autor está vivo y nos ha cedido los derechos, intento ser fiel al espíritu de la obra, aunque siempre altero cosas. Es inevitable.

Cuando trasladas una historia a un formato diferente al que inicialmente se creó, los códigos narrativos cambian y lo que sirve para una novela puede no servir para una película, para una obra de teatro o para una ficción sonora. Además, en nuestro caso, carecemos del apoyo visual, lo que complica aún más las cosas.

Usted viene de RNE, una emisora de radio que ha apostado por la ficción sonora con radionovelas, creaciones experimentales y adaptaciones de clásicos de la literatura a la ficción sonora. ¿A qué esperan otras cadenas para seguir su ejemplo? ¿Cuál es la evolución de la ficción sonora en España y cómo afronta los nuevos retos?

Que otras cadenas de radio apuesten por ficciones como las que escribo para RNE es casi imposible. Las ficciones sonoras no son rentables salvo casos excepcionales y las que se hacen en la SER, Onda Cero o Podium Podcast salen adelante más por cuestiones de imagen de marca o empeño personal de algún responsable del medio que por otra cosa.

En RNE tienen cabida porque la programación no se rige exclusivamente por el rendimiento económico y se apuesta por contenidos culturales propios de un medio público. Y también gracias al empeño de responsables como Benigno Moreno o Ignacio Elguero, que apostaron por el formato en sus etapas como directivos de la casa.

Además, todas las ficciones sonoras que yo he escrito para RNE han salido adelante gracias a la colaboración con fundaciones, festivales u organizaciones culturales (Fundación Montemadrid, Fundación BBVA, Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro…). Si no fuera por esas colaboraciones, que costean parte de los proyectos, sería muy difícil sacar adelante algo así.

Está por ver si las ficciones sonoras van a ser realmente rentables. Por ahora, creo que muy pocas -poquísimas- lo son.

A lo largo de su vida profesional ha adaptado ‘Trafalgar’, ‘Magallanes el viaje infinito’, ‘Alicia en el país de las maravillas’. ¿Cuál ha supuesto un mayor reto para usted?
Casi todas las adaptaciones suponen algún tipo de reto. En ‘Trafalgar’, por ejemplo, mi mayor obsesión era ser fiel al espíritu de Galdós, que escribió una soberbia novela de aventuras con una enorme carga de profundidad ideológica.

Galdós cuenta en ‘Trafalgar’ la aventura de un adolescente de 14 años a bordo de uno de los barcos que participan en la batalla naval que marca el declive del Imperio español, pero, al mismo tiempo, reflexiona sobre la patria y el orgullo nacional y lo hace desde una perspectiva tan moderna y tan acertada que tenía miedo de traicionar su punto de vista.

Pero es que, además, ‘Trafalgar’ es tremendamente divertida, sobre todo en su arranque, y las aventuras y desgracias que narra son apasionantes. Al final, para poder contar esa historia de forma fiel al espíritu del autor, me permití el lujo de crear un personaje que no aparecía en la novela y que acompañaba al protagonista, Gabriel. A través de ese nuevo personaje, Ginés, un grumete, podía reflejar mucho mejor la transformación que sufría Gabriel a lo largo de la novela.

Con Alicia, el reto era modernizar la novela, llevarla a un público actual, que pudieran disfrutarla los adultos, pero también los niños del siglo XXI, que poco tienen que ver con los destinatarios originales de la obra de Lewis Carroll, escrita a mediados del XIX.

Escribí chistes y situaciones con segundas y hasta terceras lecturas. Convertí a Alicia en una niña mucho más gamberra y atrevida que la original, en definitiva, más en sintonía con nuestros tiempos.

‘Magallanes…’ no era propiamente una adaptación, sino una obra original basada en un hecho histórico. La escribí para el Festival de Almagro y, en un principio, iba a narrar toda la circunnavegación del globo, la primera vuelta al mundo en barco.

Sin embargo, al comenzar a estructurar la historia ya me di cuenta de que contar eso en una hora y veinte era imposible, así que decidí centrarme en el primer tercio de ese viaje. A través de sucesivos flashbacks, durante ese juicio se narraba la conspiración y el posterior motín que se produjo contra Magallanes, capitán general de la expedición, en esa primera parte de la travesía. La peripecia me permitía hablar, entre otras cosas, de xenofobia y clasismo, que estaban en el meollo de ese conflicto.

¿Hay alguna obra literaria que le gustaría trasladar a la ficción sonora en un futuro próximo?

Me encantaría poder adaptar los ‘Episodios Nacionales’ de Galdós, o al menos, la primera serie. Tal y como funciona hoy en día RNE lo veo imposible, ni siquiera la alternativa de hacer esos diez primeros libros. Pero, como sueño, sigue ahí.

También me gustaría adaptar alguna novela de Boris Vian, aunque antes debería releerlas, porque uno se fía de textos que leyó hace muchos años y al revisitarlos se da cuenta de que la adaptación igual no funciona.

En estos últimos años adquiere una relevancia muy importante la aparición del podcasting de quien dicen que va a desbancar a la radio. ¿También desbancará a la ficción sonora?

Al contrario, la aparición del podcast ha permitido un florecimiento de la ficción, porque las cadenas de radio no apuestan por ella en su programación, pero es perfecta como contenido bajo demanda.

Lo que está por ver, como dije antes, es si se logra que sean rentables, porque hoy por hoy, y en mi humilde opinión, el podcast bajo modelos de suscripción está condenado al fracaso. Al menos tal y como se está haciendo ahora.

¿Qué ventajas aporta el podcasting respecto a la radio tradicional?
Sobre todo, flexibilidad. No tener que encajar en una parrilla de programación permite jugar con las duraciones, las temáticas y el público al que te diriges. Se puede ser más libre y creativo. Eso es en teoría, porque, al final, mucho de lo que se produce depende de patrocinios y las marcas (y sus equipos de comunicación) imponen temas y sesgos en los contenidos, cuanto menos, cuestionables.

Además, ahora triunfa el podcast conversacional, que es tremendamente barato y que, en un elevado número de casos, tiene una calidad bastante baja. La burbuja de los podcasts que estamos viviendo produce mucha radio mediocre y, lo que es peor, tele de baja calidad, porque los vídeopodcasts, tan de moda, no dejan de ser televisión que, en muchos casos, deja que desear. Hay excepciones, claro (algunas honrosísimas), pero el nivel en general creo que no es para echar cohetes.

Tras tu paso por ‘Carne Cruda’, ¿cuál dirías que es el secreto para crear humor de calidad?

Bueno, tampoco creo que hiciéramos humor de calidad, pero gracias por el piropo. En ‘Carne Cruda 2.0’ hacíamos dos formatos muy diferentes que la SER quiso denominar de la misma forma.

Por un lado, estaba el magazine que emitíamos únicamente por streaming en la página web y en la app de la SER y, por otro, una sección de humor en ‘Hora 25’ basada en sketches de actualidad política. Y ahí hacíamos lo que podíamos, francamente, porque ni Javier Gallego ni yo somos humoristas.

En mi caso, soy un guionista flexible y capaz de enfrentarme a formatos muy diversos, entre ellos el humor irreverente y con carga política, y eso es lo que hacíamos, con mayor o menor fortuna. Hacer humor político a diario es agotador y la actualidad manda. A veces no te surgen gags con un nivel que consideres suficiente o el tema se te agota y ya no se te ocurre por dónde tirar.

No voy a negar que algunos sketches que escribimos (e interpretamos y montamos) fueron buenos o incluso muy buenos, pero también produjimos algunos que preferiría olvidar. De hecho, no sé si ahora mismo me gustaría hacer un trabajo similar, es muy exigente y creo que me apetecen otras cosas.

Si el panorama político de nuestro país fuese una ficción sonora, ¿qué ingredientes no podrían faltar?

Bueno, ya los tiene, es un thriller con sus dosis de tensión y suspense, con personajes ricos, ambiguos y de moralidad dudosa, con giros sorprendentes, crueldad extrema y un buen reguero de víctimas. Lo malo es que algunos giros no terminarían de encajar en una ficción, resultarían poco creíbles. La realidad siempre es poco creíble.¿Qué se siente al ver tu obra en carne y hueso en un enclave tan especial como Almagro?

La primera vez que pisé el Corral de Comedias de Almagro me produjo una profunda impresión. Y no es broma. Esa noche estrenábamos allí una ficción sonora, en un lugar construido a principios del siglo XVII y donde se habían representado obras de Lope, Calderón o Tirso.

De repente estaba allí, con un texto original, ni siquiera una adaptación (era una ficción sonora sobre la vida de Sor Juana Inés de la Cruz, una mujer fascinante, nacida en 1648 en el actual México, con una historia apasionante y muy desconocida aquí). Iba a estrenar en un lugar con una tradición brutal, un espacio escénico que sólo pisaban producciones de grandes nombres del Siglo de Oro.

Y allí estaba yo, un tipo que hace ficción para la radio y que no puede evitar padecer a menudo el síndrome del impostor. Me sentía, claro, un poco intruso y, al mismo tiempo y para qué negarlo, un pelín orgulloso. Para colmo, la obra, que defendían espléndidamente María Adánez y Manuela Velasco, fue un éxito y nos llevamos una tremenda ovación las dos noches que la representamos (la segunda se emitió por RNE).

En años sucesivos estrenamos otras obras, originales también, como ‘Magallanes, el viaje infinito’, ‘La reina muerta’ o ‘Puñados de fuego’ y la adaptación de la obra en verso ‘Entre bobos anda el juego’, de Francisco de Rojas Zorrilla. Sigue siendo un orgullo, evidentemente.

Este año me enfrento a mi segunda experiencia con el verso, con la adaptación de ‘La dama boba’, de Lope de Vega. Sólo espero que no me apaleen por las modificaciones que le he hecho al texto, poque he tenido que recortar, modificar y añadir versos nuevos a lo largo de toda la obra.

Como hombre de radio, ¿cuál es el futuro de este formato en España?
La radio seguirá perdiendo oyentes, pero no creo que desaparezca. Las formas de consumo de audio cambian y ahora se nos abre la posibilidad de escuchar contenido a la carta en forma de podcasts, pero la emisión en directo seguirá, no de la misma manera que ahora, pero seguirá. De qué manera, está por ver. Tampoco me atrevo a hacer predicciones porque aún no sabemos hasta dónde llegará el desarrollo tecnológico y de qué manera se legislará sobre él.

En cuanto a los podcasts, el panorama cambiará cuando la burbuja actual se desinfle. No sé si llegaremos en un futuro a un sistema viable de escuchas bajo suscripción, pero dudo que sea a corto plazo. Espero, eso sí, que se produzcan más contenidos interesantes, porque en la actualidad encuentro el panorama general bastante pobre.

Lance un mensaje a los futuros profesionales de la comunicación.
Ufff… no sé. No soy el más indicado para lanzar mensajes positivos sobre la profesión. Hay que tener mucha vocación y fortaleza, porque es un mundo bastante jodido, con mucha precariedad y condiciones laborales que en muchas ocasiones son vergonzosas.

Si alguien se lanza a trabajar en los medios debe conocer todos los condicionantes que tienen y estar dispuesto a bregar en ese mundo. Puede ser una experiencia fantástica y muy gratificante, eso sí, aunque escollos te vas a encontrar seguro. Y no pocos.

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