José Ramón de la Morena (ex Onda Cero): «Siempre tuve una fotografía con García colgada en mi casa»

José Ramón de la Morena

Rafa La Casa le ha entrevistado para elconfidencial.com:
La ilusión de José Ramón de la Morena (Brunete, Madrid, 1956) fue ser periodista en la prensa escrita. «Me hubiera gustado hacer lo mismo que tú», explica. La vida, sin embargo, lo guio hacia la radio. Allí empezó en 1974 y se mantuvo hasta el pasado julio, cuando abandonó ‘El Transistor’ de Onda Cero. El que se autodefinió como «el nuevo sereno del deporte» cuando comenzó en ‘El Larguero’, se mostró afable y cercano, enseñando una especie de museo que tiene en su casa con camisetas firmadas por deportistas y amigos: Rafa Nadal, Andrés Iniesta, Sergio Ramos, Miguel Induráin, Perico Delgado… La medianoche siempre fue su espacio, el que ocupó durante 32 años. De 1989 a 2021. De ‘El Larguero’ a ‘El Transistor’. En 1988, su desenvoltura en el programa local de las 15:00 convenció a Alfredo Relaño: él presentaría el espacio nocturno de deportes. De la Morena sucedió a Julio César Iglesias, se enfrentó a José María García, le ganó y mantuvo la hegemonía hasta que abandonó Gran Vía, 32. Tras toda una vida dedicada a la radio, ahora disfruta de su hijo, que aún no ha cumplido un año, y tiene proyectos en mente.

  • ¿Cómo fueron sus inicios en el periodismo?
  • Mi padre quería que estudiara Derecho y que fuera juez. En esa carrera, dependes de ti y eso es bueno. El periodismo, en cambio, es otra cosa: tienes que tener mucha suerte, una buena manera de expresarte, originalidad… En definitiva, aspectos que seduzcan al oyente o al lector.
  • ¿Se planteó en algún momento estudiar Derecho?
  • Yo empecé la carrera, pero solo duré dos años. Lo hice por mi padre, que era secretario del ayuntamiento y la había estudiado. Esa licenciatura la habían cursado también mi abuelo y mis tíos. En teoría, yo tenía que ser un buen magistrado, pero lo que me gustaba era escribir. Por eso con nueve años ya hacía las crónicas de los partidos que jugaba el equipo de mis amigos.
  • Fueron ellos los que lo apodaron ‘El Larguero’. Un pseudónimo que usted utilizó ‘a posteriori’ para denominar su programa…
  • Sí, sí, fue así. Un tío mío era el alcalde y cuando nos veía, nos preguntaba los resultados de los partidos. Mis amigos le decían que me preguntara a mí, que yo era ‘El Larguero’. Mi madre me compró un magnetófono con cable y yo lo utilizaba para hacer entrevistas.
  • ¿A usted le gustó ese mote?
  • No duró siempre, solo me llamaron así un par de días. Sin embargo, yo lo mantuve en mi memoria. Cuando tuve que pensar un nombre para el programa, me acordé. Aunque a Relaño le gustó, no hacía referencia a lo que él pensaba. Pero tampoco se lo iba a explicar (risas). La sintonía, en cambio, sí me creó problemas.
  • P. La sintonía de ‘El Larguero’, de Benito Moreno, usted la escuchó en la playa.
  • Sonó en el transistor de una señora, en Murcia. Recuerdo que fuimos unos días a un apartamento horrible y que hizo un calor espantoso. Aunque ya me habían encargado el programa, no tenía sintonía. En ese momento, todas las de los programas deportivos eran marchas militares. Ya había escuchado la de Benito Moreno anteriormente, pero fue en ese momento cuando tuve claro que sería la del programa.
  • ¿Cuáles fueron esos problemas con la sintonía?
  • Me gustó la parte que decía: «Hincha, tú eres el mejor, escuchando el transistor». Llamé a Radio Murcia desde una cabina y les pregunté cómo se llamaba. Me dijeron que era el ‘Ra, ra, ra’ de Benito Moreno, así que me llevé todo el verano buscándola, pero no la encontré. A pesar de no localizarla, tenía claro que era la que quería. Finalmente la encontré y trabajé con ella. Sin embargo, no pude ponerla los primeros días en el programa. Evidentemente, querían registrarla y así lo hicieron. Durante unos días, el formato se llamó ‘La ventana del deporte’, el nombre que escogió mi predecesor, Julio César Iglesias.
  • Usted dijo en su primer programa: «Soy su nuevo sereno del deporte».
  • No me acuerdo de todo aquello, no creas que tengo una memoria prodigiosa. Lo que ocurre es que he leído cosas de aquel programa y, además, me lo han recordado muchas veces. «Relaño y Lama me dijeron que cambiara la sintonía porque no tenía ningún sentido».
  • ¿Cómo fue ese primer día?
  • Yo estaba muy nervioso porque pensaba que tenía que preparar el programa desde las ocho de la mañana. Una exageración. Aquel día, comí temprano, a las 12:30, y a las 13:00 me llamaron Manolo Lama y Alfredo Relaño para citarme en El rincón de la ternera. Ellos comieron y cuando terminaron me dijeron: «No tiene ningún sentido la sintonía que vas a poner, tienes que cambiarla».
  • Usted, sin embargo, lo tenía decidido.
  • Totalmente. Relaño me dijo que la gente del fútbol era muy seria y que eso era una burla al aficionado. Ese tema, sin embargo, fue publicado por Benito Moreno en honor al ‘Lobo’ Diarte.
  • Relaño me dijo que el año antes de que usted fuera elegido para presentar ‘El Larguero’, lo hizo muy bien junto a Paco González y Chus Galán al frente del programa local. ¿Cómo era ese formato?
  • El programa era las 15:00 y no lo quería hacer nadie porque un periodista que se precie tiene comidas. En aquella época, ya trabajaba Roberto Gómez, que almuerza todos los días con sus correspondientes sponsors. Todos hemos sido becarios de Roberto (risas).
  • Me dijo Relaño que Paco y Chus fueron buenos banderilleros.
  • Fueron buenos matadores (risas). El periodismo de antes era más asequible y más puro. Por ejemplo, entrevistabas a los entrenadores cuando salían del entrenamiento. Ahora hay más alambradas y es imposible llegar a la primera línea.
  • Ahora que habla del acceso a los protagonistas. ¿Cuándo cambió?
  • Hay jefes de prensa que son buenos y otros que son guardias de seguridad. No recuerdo, pero con Núñez también era difícil entrevistar a los jugadores. Una vez viajé a Barcelona para conversar con Zubizarreta y no pude. Un medio madrileño tenía muchos problemas en la Ciudad Condal y viceversa. De la noche a la mañana, se empezó a proteger a los futbolistas de los periodistas. Sin embargo, lo que realmente querían los clubes eran protegerse de los propios jugadores. Que ellos no pudieran protestar ni decir nada. ‘A posteriori’, los futbolistas se percataron de que estaban cómodos en ese papel. De hecho, algunos jugadores, a base de no hablar, perdieron el idioma y no sabían qué decir. Antes, nosotros teníamos una confianza brutal con ellos.
  • ¿Alguna anécdota?
  • En la Eurocopa de 1984, yo era becario en la SER y nos alojábamos en el mismo hotel que los jugadores. Allí, yo jugué al tenis con Víctor Muñoz y Santillana. El día de la final (España perdió 2-0 frente a Francia), me marqué un tanto que no sirvió para nada.
  • Cuente, cuente.
  • El príncipe (actual rey) fue a ver el partido y me encerré en un baño del palco para entrevistarlo. Me metí a las 13:00 y no salí hasta las 19:00. «Yo era un paleto y dije en alto: «Buenaaas tardes». Don Felipe me mandó callar y me acojoné».
  • ¿Lo consiguió?
  • No. Oí el alboroto, abrí rápido la puerta, salí con mi inalámbrico y vi a Poli Rincón con el príncipe. Yo era un paleto y dije en alto: «Buenaaaaaas tardes». Don Felipe me mandó callar y me acojoné.
  • ¿Volvieron a coincidir?
  • Desde entonces el príncipe me cayó muy mal. Sin embargo, un poco antes de ser proclamado rey, visitó la radio, le conocí y mi opinión sobre él cambió. Es un buen tipo.
  • Además del Atleti, como usted.
  • Eso es mentira. Creo que no le gusta demasiado el fútbol.
  • Para no gustarle bien que brincó en Sudáfrica tras el gol de Iniesta… R. Eso es como si yo voy a ver a la Selección de béisbol: no me gusta, pero brinco si gana mi país. El fútbol no es lo que más le gusta. A él le hicieron del Atleti en una final del Barça ante el Sporting (3-1) que se disputó en el Calderón. García fue allí y lo dijo en antena. Su padre, en cambio, sí es muy madridista. En caso de tener simpatía por algún equipo, te iba a decir que por el Barça por el tiempo que estuvo allí Undargarin. Aunque ahora como están las cosas (risas)…
  • Usted pasó por todos los horarios posibles. ¿En cuál se sintió más cómodo?
  • La noche es muy dura y es difícil salir indemne. Yo me cuidaba porque no salía cuando terminaba el programa. Esta profesión es dura y de las que más te cobran en salud, más que a los pilotos y más que a los toreros. También es muy vocacional, tanto que la impones a tu cuerpo. Por ejemplo, en la Vuelta hicimos cosas con el helicóptero como si fuera una Vespa. Subíamos por encima de las nubes y luego no podíamos bajar.
  • ¿La Vuelta fue donde más locuras hicieron?
  • Sí, hicimos muchas. Hubo compañeros que murieron en accidentes cuando hicieron esa cobertura. Los puertos se bajaban a una velocidad asombrosa. Ángel Arroyo dijo en la entrevista que le hiciste que no le gustaba el estilo del periodismo que hacíamos, pero era lo que había. Ahora lo pienso y tampoco me gusta. Ángel me parece de las mejores personas que he conocido y una de las más brutas. Me dio un poco pena lo que dijo de Perico.
  • Usted tiene una buena relación con Perico.
  • Los ciclistas de este país le deben mucho porque puso el ciclismo en auge. Aunque Induráin ha sido el mejor ciclista de la historia de España, el pionero fue Perico. Delgado tenía un carisma impresionante, fue el primer deportista español que paralizó el país y no sé si eso se le ha llegado a reconocer del todo. Arroyo, antes que Perico, fue subcampeón del Tour. Aunque, por encima de todos, estaba el director del equipo Reynolds, José Miguel Echavarri. «Le dije a Perico que el silencio era lo que más daño podía causarle a García»
  • Volvamos a la noche. Cuando escuchaba su transistor en el internado, ¿se imaginó en algún momento que tendría un millón de oyentes pendientes de usted?
  • Cuando estaba en el internado, escuchaba a García. Aunque con el tiempo yo tuve 1’6 millones de oyentes, en aquel momento me parecía inalcanzable. Yo quería hacer lo mismo que haces tú porque me veía con más facilidad y porque me encontraba a gusto cuando escribía. En las entrevistas escritas, una mirada o una sonrisa me decían mucho. En la radio, por ejemplo, si el entrevistador se queda callado a tu pregunta te ha matado. ¿Cómo le explicas eso a la gente? Cuando Perico tuvo esa guerra con García, yo le dije que el silencio era lo que más daño podía causarle a José María.
  • ¿Cómo aterrizó la radio en su vida?
  • Mi padre tenía un amigo que trabajaba en el ‘Ya’, pero no le pidió ayuda porque él quería que fuera abogado. Entonces cogí un libro de medios de comunicación y escribí una carta a todos ofreciéndome a trabajar gratis aquel verano. Llamé solo a los periódicos raros: de Canarias, Galicia, Andalucía… Los que me contestaron declinaron mi oferta, pero aquello me ilusionó. En la facultad, hicimos un trabajo de radio y creé un programa, ‘Los olvidados’.
  • ¿Qué tal ese programa?
  • Fuimos ofreciéndolo por todas las emisoras, pero no se interesó ninguna. Al llegar a Radio Intercontinental, nos dijeron que se acababa de ir Gaspar Rosety y que había una plaza en informativos. Cada 15 minutos había un boletín y entrábamos a dar las informaciones. Éramos un grupo en la facultad y acordamos que si nos citaban a algunos para hacer pruebas, iríamos todos. Aunque fuimos cinco, solo me seleccionaron a mí.
  • ¿Cómo recuerda esos inicios?
  • Me daban 15.000 pesetas (90 euros), así que le dije a un compañero que yo le daba la mitad si me cogía los apuntes. Cuando le comenté a mi madre que había entrado en Radio Intercontinental, fue una locura.
  • Su madre se lo tomó mejor que su padre… R. Sí, porque a mi padre no le gustó nada (risas). Eso fue en cuarto de carrera, el penúltimo año. Luis Sanjurjo estaba en Radio Intercontinental, pero se marchó a Radio Popular (lo que luego fue la COPE). Allí hizo un programa de deportes y me preguntó si quería irme con él. Marcharme suponía irme sin cobrar, mientras que donde estaba al menos me daban 15.000 pesetas.
  • ¿Se marchó?
  • Sí, me fui. En el otro lado, el contrato era de solo tres meses, que me lo prolongaron uno más y fue algo excepcional. Así que me fui a Radio Popular y ahí recuerdo que entrevisté a García.
  • ¿Cómo fue esa entrevista?
  • Él no se acuerda, pero yo lo entrevisté. Tras hacerle la entrevista, me preguntó: «Chaval, ¿dónde trabajas?». En aquel momento, yo trabajaba en un laboratorio de fotografía. Fueron años duros porque yo entraba en el laboratorio a las ocho, salía a las tres, me iba corriendo a la facultad y luego hacía la radio. Así estuve hasta que acabé la carrera.
  • P. Nos desviamos. La entrevista.
  • García me dijo que me presentara a unas pruebas que había en la SER, unas becas financiadas por Caja Madrid. El examen me lo hizo Brotons, que me seleccionó. Eso fue en 1981, cuando echaron a García y empezó todo. Esta foto es curiosa. José Ramón se levanta y camina hasta una de las muchas fotos que tiene colgadas en esa habitación. En ella, aparece junto a García cuando era becario. «A García le dijeron que yo lo iba a sustituir»
  • ¿De cuándo es esa foto?
  • Es del día que echan a García. Un día que iba camino a la radio recuerdo que vi un accidente porque una avioneta se cayó. Di la noticia al llegar y me dijeron que siempre había que llevar una cámara de fotos y una grabadora.
  • ¿Con su cámara le hicieron la foto?
  • Sí. Me llamó García y me pidió que subiera a cobrarle todas las facturas que tenía. También que bajara a su coche a por una maleta. Y le ayudé a hacerla con todas las cosas que tenía en la redacción. Quique Gozalo vio cómo se asomaba la cámara en mi mochila, la cogió y nos dijo: «José María, te voy a hacer una foto con el que te va a sustituir». Eso era como decir que mañana viajaremos a Marte. García respondió: «Déjate de hacer el gilipollas». Cuando estábamos saliendo, yo iba con la maleta y José María delante. Y nos hizo otra foto. Pero aquella no salió bien al revelarla.
  • ¿La foto siempre estuvo ahí colgada o la incluyó cuando se reconciliaron?
  • No, no, la tuve siempre.
  • Usted hizo como Futre con Buyo: tenía la foto del rival en casa…
  • Sí, sí, sí (risas). «La mejor entrevista de mi vida fue la que le hice a Gárate»
  • A Futre sí lo entrevistó, pero Gárate se le resistió más.
  • La mejor entrevista de mi vida es la que hice con Gárate en mi último día en la radio. No sabes cuánto disfruté esa noche… Me pareció un personaje entrañable. Además, como hablaba en voz baja, invitaba a la conversación sosegada.
  • He leído que usted era del Madrid cuando era pequeño. ¿Cómo fue ese cambio al Atleti?
  • Todos los niños éramos del Madrid y el cambio fue un poco por rebeldía. Gracias a la profesión, no he sido anti nada. Cuando fuimos líderes de audiencia, el Madrid ganó la Liga, hubo una especie de explosión y percibí el cariño de la gente. Al poco tiempo, el Atleti ganó el doblete y luego llegó el Barça de Guardiola… Como muchos de esos jugadores habían disputado el torneo de Brunete, era imposible que yo le deseara el mal a alguno. Por ejemplo, Casillas vino aquí (Brunete) a jugar aquel campeonato, pero no disputó ningún minuto. Y él cree que fue culpa mía.
  • ¿Qué ocurrió?
  • Nosotros creamos una escuela de fútbol de niños en Brunete. Un vecino del pueblo se llama Susi, cuyo hijo estaba en la escuela. Nos encontramos un día y me pidió que le echara una mano a su chaval. Curiosamente, lo vi en un entrenamiento y me pareció bueno. Entonces le pregunté al Atleti si le interesaba un chaval para el campeonato de los niños, pero declinaron la oferta. Al igual que el Rayo. Sin embargo, al Madrid sí le interesó el chaval porque vinieron a ver el campo en el que se jugó el torneo y les gustó.
  • Supongo que Iker no jugaría porque ese chaval fue titular…
  • No. Con el tiempo, yo hice amistad con Iker, que era oyente mío. Cuando ganaron el Mundial de Arabia sub-16, nos llamó para entrar en el programa y lo metimos. Un día hice cuentas y le recordé que él había participado en el torneo. Entonces, si me tocaba hablar de Casillas yo decía que lo conocí en Brunete. Hasta que un día me dijo que parara porque no fue así. Él fue convocado al torneo, pero lo llamaron poco antes de que se disputara y le dijeron que iba a jugar un chaval de Brunete. Lo quitaron y estuvo todo el campeonato sentado en la grada con su padre y con su hermano. Se hartó de llorar. Y decía que era por mi culpa (risas).
  • ¿Cuál fue el germen de ese torneo de fútbol siete, actual Liga Promises?
  • El actual presidente de la Federación Madrileña de Fútbol, Paco Díez, tuvo la idea. Al principio, lo vi una locura. No obstante, me dijeron que se podría televisar porque yo tenía contacto con Relaño y podría ofrecérselo. Así que convencimos al alcalde y a todos en Brunete. Al principio, se dieron cuenta de que podía ser una cosa muy bonita, pero luego llegaron las zancadillas porque se empezó a politizar. De hecho, todo el pueblo colaboró para hacer el campo de fútbol. En ese torneo, nos dimos cuenta de que había futbolistas espectaculares. El mejor que he visto, Rabadán. Como era la primera edición, todos pensamos que era Maradona, pero luego no jugó ni en Segunda. Hace tres o cuatro años los junté a todos. Ese torneo lo organiza la Fundación José Ramón de la Morena, de cuya financiación me ocupo. Pero no hay que olvidarse de la labor que hacen Sebas Álvaro, el doctor Litton y el cura Doñoro.
  • Regresemos a ‘El Larguero’. ¿El objetivo siempre fue superar a García o eso se veía como un imposible?
  • Ese era el objetivo. Te aseguro que no estaba en mis planes hablar de García. Asimismo, estaba convencido de que si yo decía algo, él se metería conmigo. Así fue. ¿Hubiera llegado yo sin García? Eso no tiene nada que ver. La guerra produjo un enfrentamiento brutal del que ninguno somos ejemplo. Pero tampoco fuimos los más malos de la película.
  • ¿Quiénes fueron los malos? ¿Los jefes?
  • No, no me refiero a ellos. Digo que otros periodistas también han tenido enfrentamientos, pero no voy a citar a nadie. Nosotros teníamos audiencia y eso produjo más morbo. No me gusta que se nos recuerde por eso porque ambos hicimos buena radio. Por ejemplo, las retransmisiones de García de la Vuelta han sido las mejores que se han hecho nunca; las nuestras del Tour también eran bastante buenas.
  • ¿Quién tenía razón, usted o García?
  • Él pensaba que él y yo lo contrario.
  • Todo vino a raíz de una entrevista en la que García habló de usted.
  • Eso fue cuando ‘El Larguero’ ya había empezado, en 1990. En pleno Mundial, a él lo entrevistaron en ‘Tiempo’. Me puso a parir y me pareció injusto porque yo firmé para que él no fuera a la cárcel en una recogida de firmas. Recuerdo que me enteré de lo que dijo en el coche junto a Luis Aragonés, Paco González, Roberto Gómez y Quiroga. Paquito me lo comentó y yo no me lo creí porque no pensaba que se fuese a acordar de un paleto como yo.
  • Usted fue destituido en 1990 de ‘El Larguero’. Augusto Delkader (consejero delegado de la SER), sin embargo, le dijo que «lo volvería a vestir de torero». ¿Confiaba en volver o lo veía poco factible?
  • Poco factible. Me hicieron una oferta para trabajar en Cadena Rato (actual Onda Cero) y me lo pensé porque no sabía si iba a tener más oportunidades. Augusto me decía que hiciera cosas, pero que no salieran en antena.
  • ¿Usted continuó en la SER hasta que le devolvieron su puesto al frente de ‘El Larguero’?
  • Estuve tres meses fuera y luego regresé. Primero, me pusieron unos días de matinal en los que entraba a la tres de la mañana. Segundo, hice de reportero en el Giro de Italia. Hacía cosas que no tuvieran trascendencia para que no supieran de mí y se me hizo durísimo. «Veía poco factible volver a presentar El Larguero»
  • ¿Qué dijo Delkader de la oferta de Cadena Rato?
  • Yo tuve una comida con los responsables de Cadena Rato. Cuando regresé, él ya se había enterado. Ahí fue cuando me dijo que me volvería a vestir de torero. Y yo le contesté: «Con la cornada que tengo, eso va a ser difícil» (risas). Entonces le dije que no a la Cadena Rato y ellos me preguntaron: «¿Te ha dicho Augusto que te va a dar otra oportunidad? Ten cuidado porque lo van a echar. Aunque se haya ido Eugenio Galdón, Delkader no ha ocupado su despacho». Una de las veces que subí arriba, miré en el despacho y estaba cerrado con llave. Al volverme, me encontré con Augusto, que me dijo: «¿Sigues sin confiar en mí?». Finalmente, cumplió.
  • Usted dijo: «No sé si la SER es una secta, pero sí una religión». ¿A qué se refiere?
  • Todos remábamos en la misma dirección en aquella época y uno sentía que era de la SER. No era una ideología, pero la cadena te marcaba. No conocí otra emisora hasta que fiché por Onda Cero y te das cuenta de que la SER es totalmente diferente.
  • Cuando usted dejó ‘El Larguero’, tenía casi un millón de oyentes. Al llegar a Onda Cero, sin embargo, apenas superó los 300.000. ¿Qué cambió?
  • No sabría explicar esos cambios en la audiencia. Estoy totalmente agradecido a los oyentes porque ellos me han dado mucho más de lo que yo les podía dar a ellos. Cuando estás en un balcón público, es complicado caerle bien a todos. He recibido mucho cariño de la gente y sigo recibiéndolo. Ahora soy una persona anónima que no hace nada, aunque espero hacer algo en algún momento. Estoy preparando cosas y soñando con hacer algo que me satisfaga. Sin embargo, si no lo hago no me preocupa.
  • ¿A qué se dedica usted ahora?
  • A disfrutar de mi hijo. En él, he descubierto lo feliz que uno puede ser cuando cuida a un niño. Anteriormente, no lo pude hacer. Y ni siquiera mis hijos han valorado eso.
  • ¿Cómo califica su etapa en Onda Cero?
  • De fracaso porque no se cumplieron los objetivos. Eso sí, no echo la culpa a nadie que no sea a mí mismo. Si lo analizo a toro pasado, cambiaría muchísimas cosas. Lo lamento mucho. «Mi etapa en Onda Cero fue un fracaso. Eso sí, no echo la culpa a nadie que no sea a mí mismo»
  • Usted fue el pionero en confesar su equipo de fútbol, el Atleti. ¿Eso beneficia o perjudica al periodista?
  • La objetividad no existe porque es una línea muy fina. Sin embargo, sí que existen la honestidad y la aproximación a la objetividad. Cuando más te aproximas a la objetividad, más honesto eres.
  • ¿Qué opinión le merece el periodismo de bufanda?
  • Cuando uno está fuera de la trinchera, lo mejor es no opinar. No interrumpir. No estorbar. Cada uno es libre de hacer lo que quiere. Son los oyentes y los espectadores los que deciden qué escuchan o ven. Como decía Azuara, mis límites son el Código Civil y el diccionario.
  • Usted hizo un cameo en ‘Los Serrano’, una experiencia que se recuerda poco. ¿Cómo fue aquello?
  • Soy tan malo como actor que no me acuerdo (risas). También hice una película con Ricardo Darín, ‘En fuera de juego’. Me tronché a reír con ella porque la vi en un avión camino de Estados Unidos. Recuerdo que Bustillo (su histórica mano derecha) estaba tieso como un palo.
  • Por último, ¿a quién escucha ahora por la noche?
  • A mi hijo, que no me deja dormir (risas). Escucho radio nocturna esporádicamente. Quiero abrir hueco porque si no, no coges perspectiva.



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