Elena Francis: el consultorio sentimental del franquismo

Radio Barcelona

26.10.2025.- Juan Fernández escribe en elperiodico.com que el 27 de noviembre de 1950 saltaba a las ondas de Radio Barcelona un programa patrocinado por un salón de belleza de la ciudad propiedad del empresario José Fradera y su esposa, Francisca Elena Bes Calbet. El objetivo era promover sus productos y servicios entre una población femenina que empezaba a poner en valor el cuidado de la estética tras dejar atrás los austeros años de la posguerra. Aparte de ofrecer consejos de belleza y promocionar cremas, el espacio incluía un consultorio en el que una voz femenina respondía las dudas enviadas por carta por las oyentes.

Su éxito fue tan grande –sobre todo el consultorio, que al principio se centró en cuestiones estéticas y poco a poco se abrió a tratar asuntos sentimentales– que en seguida empezó a sonar en otras emisoras y en 1966 pasó a formar parte de la parrilla de Radio Peninsular, de Radio Nacional. A partir de entonces, no es que pudiera oírse en toda España, es que el país en pleno se detenía cada tarde de lunes a sábado, a las siete en punto, cuando sonaban las primeras notas de ‘Indian Summer’, la melodía de un programa, y se disponía a escuchar con atención los dilemas afectivos que planteaban aquellas españolas. Pero, sobre todo, aquella audiencia, mayoritariamente femenina, prestaba atención a las respuestas que ofrecía la misteriosa Elena Francis, cuya voz conocía todo el mundo, pero nadie había logrado poner cara jamás.

Valores del franquismo
En los años de mayor apogeo, el programa llegó a recibir hasta 10.000 cartas de oyentes al mes, un calado mediático demasiado goloso como para haber sido pasado por alto por el régimen, que en seguida vio en el ‘Consultorio’ un instrumento inmejorable para transmitir y consolidar los valores del franquismo entre la población.

Sobre todo entre las mujeres, para quienes la siempre cordial pero firme asesora sentimental tenía cada tarde consejos y mandamientos acordes con la moral católica y ultraconservadora que imperaba en ese momento en España: la mujer, circunscrita siempre al ámbito doméstico y supeditada en todo momento al varón, buena madre y fiel esposa, y dispuesta eternamente a aceptar con resignación cristiana los designios que mandara Dios.

Si estos eran de insatisfacción porque el marido miraba con ojos de deseo a otras mujeres, el consejo era que colmara de mimos y atenciones al marido díscolo para ganárselo. Si este le había dicho que la veía «vieja», la consultora le recomendaba «gimnasia y ducha diaria». Si la relación marital había desembocado en una situación de malos tratos con palizas incluidas, la experta le respondía: «En esta vida estamos para sufrir y cada una lleva su cruz. Procure complacerle, no le lleve la contraria y hable con su confesor».

El volumen epistolar llegó a ser tal que el programa se vio obligado a contratar un equipo de mecanógrafas que respondieran las consultas, aunque los guiones debían pasar por la lupa de la censura 36 horas antes de salir a antena. El régimen, que nunca se distinguió por tener un manejo astuto de los medios, encontró en el ‘Consultorio’ su mejor herramienta de adoctrinamiento femenino.

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