Lara Malvesi escribe en infobae.com que la periodista Marga Durá publica «Una pregunta para Elena» (Destino) en el que narra varias historias de mujeres en los años cincuenta con el hilo conductor del consultorio de Elena Francis, un programa que se colaba en los hogares de las españolas de la época para aleccionarlas y que surgió como «respuesta» al feminismo incipiente republicano.
«En los años cincuenta no quedaba tan lejos el precedente de la mujer que salía a la calle a defender sus derechos y se empoderaba. Pero tras la guerra había que volver a aleccionar sobre quedarse en casa. Ese lavado de cerebro se hace en la soledad del hogar a través de la voz de Elena, una voz que es un viaje al pasado, a la moral de la época», explica la autora.
En su libro, se ficciona por primera vez la historia de Elena Francis, una aparente locutora de radio a la que a las mujeres de la época escribían para pedir consejo sobre sus problemas cotidianos, pero tras la que se escondía la censura del régimen y la Iglesia Católica, que las alentaba a aguantar sin queja todo tipo de opresiones y vejaciones en el hogar y las culpabilizaba de todo lo que ocurriera a su alrededor.
Durante su proceso de documentación, la periodista, que ya publicó anteriormente «El prodigio de las migas de pan», escuchó y leyó muchas de respuestas del consultorio de Elena Francis, emitido en Radio Barcelona de 1947 a 1984, incluidas algunas «muy duras» en las que las mujeres pedían ayuda porque su marido las pegaba y ante lo que se las llamaba a «aguantar».
«Les decían: bueno, él te maltrata pero recuerda que hemos venido a esta vida a sufrir, como Jesucristo. Sé buena con él y no te quejes por el bien de tus hijos», relata.
Y sigue: «O el típico caso de la criada que se queda embarazada del señorito y le aconsejan dar al bebé en adopción y no decir nada para no crear problemas a la familia para la que trabaja.
Con todo, Durá apunta que es igualmente «escalofriante» la manipulación «más sutil» para moldear a las mujeres de la época que había en las respuestas y que buscaban que ellas se sintieran «culpables» de todo lo que les ocurría.
«Son mensajes sobre no ser descarada, no dejar de cuidar a tu marido para que no pierda interés, ser sumisa… mensajes que pueden parecer poco graves pero acababan minando totalmente la voluntad y autoestima de la persona», señala.
Para su historia coral y de ensalzamiento de la amistad femenina, Durá ha elegido a varias protagonistas que tienen en común querer enfrentarse a la moral y los dictados de la época, «pero que acabaron pagando un alto precio».
«Al final la amistad femenina juega un papel importante y serán capaces de entender que sin solidaridad entre ellas no hay camino posible para la mujer», explica la autora, quien apunta que el aislamiento femenino, con cada una en su casa encerrada, en aquella época, también era un elemento clave para entender el éxito de la dominación de esos años y de instrumentos como el consultorio radiofónico.
Como telón de fondo, el Congreso Eucarístico celebrado en Barcelona a mediados de los años 50 del siglo pasado, y que Durá recuerda que «fue el evento internacional más importante que acogió la capital catalana antes de los JJOO».
Y también un organismo que se nombra poco, apunta Durá, pese a la afectación que tuvo para miles de mujeres de la época, el llamado «Patronato para la protección de la mujer» a través del que se encerraba a todas aquellas «díscolas» que andaban con hombres por la calle sin estar casadas o que al quedarse embarazadas fuera del matrimonio tenían que recluirse y sufrir que su hijo fuera puesto en adopción sin su consentimiento.
«Si lo piensas, de todo esto no hace nada de tiempo, realmente. Apenas unas décadas. Esa institución no se desmanteló hasta bien entrada la transición, cuando Franco ya lleva algunos años muerto. Realmente cuando lo descubrí no me lo podría creer. Es como ‘El cuento de la criada» de Margaret Atwood. Parece una distopía, pero existió», reflexiona.
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Pues yo creo que no fue nada de eso por que ese tipo de programas existían en todas las radios de Europa de la época, ya está bien de tanta tontería