Jordi Basté RAC 1: “El sentimiento de amor de un perro es mucho más profundo que el de una persona”

Jordi Basté

Eduard Buil le ha entrevistado para La Vanguardia: Hoy tenemos a una invitada que comparte su nombre con el de la primera dama de Estados Unidos más admirada de la historia. Es elegante, simpática, está llena de amor y su nombre es Jackie. Esta Jack Russell de 14 años se ha dedicado, durante todos y cada uno de ellos, a cuidar de forma incondicional a su familia y, en concreto, a su querido Jordi Basté (Barcelona, 1965).



¿Os cuento quién es Jordi?
En lo profesional, es un periodista que ha entregado por completo su vida a la radio. No en vano, el líder indiscutible de audiencia en Catalunya es un referente para todos aquellos que, de una forma u otra, estamos delante de un micrófono. Más de 20 años en Catalunya Ràdio, otros 20 en RAC1, sin mencionar sus inicios y la cantidad de reconocimientos y premios, como el Ondas, que ha recibido a lo largo de su carrera.

En lo personal, os diré que celebra la Verbena de San Juan, como sabéis una noche terrible para los animales, con Jackie para, como él dice, “devolverle una parte del cariño que le ha dado durante todos estos años”. Solo con estas palabras podréis haceros una idea de la persona que es Jordi.

¿Queréis saber más?
Pues vamos a ello, pero no olvidéis que de quien vais a saber, aquí, es de Jackie.

  • Jackie, Jordi… ¿Cómo estáis?
  • Muy bien, muchas gracias. Ella está estupenda. Un poco mayor, pero muy bien.
  • Más allá de lo que se puede saber de vosotros, o de lo que he comentado al inicio… ¿Quiénes sois Jackie y tú?
  • Pues Jackie es mi hija, mi otra hija, porque me suena muy despectivo decir mascota cuando lo que decimos todos los que tenemos algún animal en casa, un perro o una perra, básicamente, es que es una más de la familia. ¡Además que por supuesto que es una más de la familia! Pero, ¿por qué no lo podemos decir? ¡Si es que lo es! Es la hermana de mis hijas, es nuestra mejor compañía y, como todo hijo o hija, te trae problemas, dolores de cabeza y a veces, incluso, muchas penas.
  • Lleváis 14 años juntos, ahí es nada… Se dice que, con el tiempo, absorbemos cosas de nuestros familiares. ¿En qué os parecéis? Porque seguro que los dos tenéis algo de la una y del otro…
  • Uff, yo tengo de ella, seguramente, el nervio. Ella es muy nerviosa, como yo, y tiene de mí, supongo, mucha paciencia con sus hermanas, que son mis hijas. ¿Por qué? Pues porque de pequeñita le hacían perrerías, nunca mejor dicho, y ella, pobrecita, las aguantaba estoicamente. Ahora, que es más mayor, ya no lo aguanta tanto.
  • ¿Cómo llegó Jackie a tu vida? Se dibuja, inmediatamente, una sonrisa en el rostro de Jordi al recordar ese momento, sin duda, único y especial…
  • Pues llegó en la carta a los Reyes. Mi exmujer siempre había tenido perros en casa, mi cuñada es una persona que también tiene, desde hace muchísimos años, y mis hijas, en la carta a los Reyes, pidieron un perro. ¡Yo no había tenido nunca! Yo no quería… No quería por tranquilidad y porque, además, yo siempre he dicho que he sido mal padre por no poder estar tanto con mis hijas como hubiese querido, aunque ellas digan que no. También he sido mal padre para Jackie porque la he mimado en exceso. Claro, para ella, venir conmigo es una maravilla porque la tengo comprada, pero en aquel momento dije: “Oye, yo esto no lo quiero”… “Yo nunca he convivido con animales”… Al final, los Reyes Magos hicieron caso a las niñas y no al padre, con lo que llegó una Jack Russell a casa, pequeñita, muy pequeñita. Nos alegró de tal manera que parecía una fiesta mayor. Era un día de Reyes por la mañana.
  • ¿Qué recuerdas de aquel día?
  • ¡Sí, recuerdo que había una caja! Había una caja y mis hijas, claro, preguntaban… “¿Qué es esta caja?” …“No lo sé, abrid a ver qué hay”, les decía yo… Bueno, la emoción de todos cuando apareció aquel bicho pequeñito, pequeñito, pues fue una maravilla, de verdad, fue una maravilla y ahora no puedo entender mi vida sin ella.
  • Como decíamos, es la primera vez que tienes familia peluda porque, de pequeño, a quien tuviste fue a “Bonic” (Bonito), tu canario…
  • ¡Sí! El canario siempre se llamaba Bonic (Bonito). A todos los que teníamos, mi madre les ponía ese nombre y cuando se moría uno, llegaba otro al que también llamaba Bonic. En cambio, nunca, nunca, nunca, nunca había tenido perros.
  • ¿Alguna vez dijiste en casa que querías uno?
  • No. Creo que, si alguna vez puse en la carta a los Reyes que quería un perro, esa carta nunca les llegó. Aun así, la de mis hijas sí que llegó a destino. Mis hijas se portaron muy bien y los Reyes les trajeron a Jackie.
  • ¿Ha cambiado tu forma de ver la relación entre perros y humanos desde que compartes tu vida con Jackie?
  • Sí, sí, sí, porque hay mucha gente que es devota de los perros, como Pilar Eyre o Sergi Mas, que tiene una relación increíble con los peludos, y yo no la tenía. Aunque me gustaba verlos por la calle, pensaba “tanto hablar de los perros”… De pequeño, muy pequeño, me mordió uno y aquello me frenó un poco con ellos. Ahora ha pasado algo interesante: mucha gente de mi entorno, gente más joven que yo, tiene esa bondad de tener perros, no solo por el hecho de tenerlos, sino por ayudarlos y evitar que estén en ciertos lugares. Uno de mis mejores amigos tiene un American Stafford, un animal que tiene fama de ser peligroso, pero nada más lejos de la realidad. Como siempre se dice, y es verdad, el peligroso es el dueño. Esta, concretamente, es una maravilla de perra, es grande como un caballo, y me enamoré de ella… Otro amigo mío, Jaume Padrós, el presidente del Colegio de Médicos, ha tenido un labrador en casa y piensas, “¿Pero cómo puedes tener un labrador en un piso?”… Pues son perros que te hacen la vida mucho más fácil. Tener un sentimiento de amor por una perra te hace ser generoso, te obliga a compartir… Es un sacrificio, pero ese sacrificio implica otras ventajas, como la de estar obligado a tener una agenda, a ser disciplinado y, de alguna manera, eso también es magnífico.
    Yo no he visto mirada más bondadosa que la de mi perra. Bondad, bondad, bondad…
  • En alguna ocasión has comentado que “a un perro no lo define su nombre sino sus ojos”… ¿Qué hay en la mirada de Jackie?
  • Responde rápidamente. No hay atisbo de duda…
    Bondad. Yo no he visto mirada más bondadosa que la de mi perra. Bondad, bondad, bondad… A veces me da pena, y digo, bueno, si mueve la cola no está triste. He leído mucho sobre estos temas porque era una persona que no sabía de perros y, claro, había veces en las que Jackie hacía cosas que no entendía. Por ejemplo, empezaba a dar vueltas por la casa a una velocidad extrema, y yo pensaba que no la cansaba lo suficiente, mientras que la realidad era que el Jack Russell muestra su felicidad máxima corriendo de una manera casi alocada. Por eso digo que pensaba que me miraba con cara de pena y que, a lo mejor, yo no estaba a la altura… ¡Qué va! ¡La mirada es la que tiene! Una mirada de bondad y de generosidad.
    Recuerdo que una vez me fui como 15 o 20 días a EE.UU. Jackie era pequeñita y, cuando volví a casa después de ese tiempo, al abrir la puerta, ni mis hijas, ni mi mujer en aquella época, ni nadie de mi familia salió. La primera que se presentó delante de mí fue Jackie, que directamente se orinó de alegría. ¡Ningún humano haría esto!, pensé. Me miraba como diciendo “¿Dónde se había ido este tío?”… Para ella fue un ejercicio de felicidad bestial y para mí, ni te lo imaginas.
  • Entiendo que alguna vez digas que la quieres más que al 95 % de los humanos…
  • ¡Claro!, pero no solo es eso. Es que cuando mencionabas lo de Sant Joan, lo de la verbena, es que… ¿Cómo no me voy a quedar con ella? Primero, porque es una fecha que a mí no me gusta nada, pero es que, además, yo sé lo que significa un petardo para un perro. Hay una rutina, hay que buscar una pastilla para que los pobres no sufran, una especie de sedante o tranquilizante para que se queden un poco relajados, a pesar de que en muchas ocasiones les cuesta. Pero por supuesto que me quedo, y en la noche de fin de año también. No tengo ningún problema porque, pobrecita, lo pasa mal. Si durante 364 días al año ellos nos dan felicidad… ¿Por qué nosotros no podemos sacrificarnos uno solo por ellos?
  • Parece que no, porque el tiempo pasa muy deprisa, pero 14 años son muchos… ¿En qué habéis cambiado, tanto ella como tú?
  • Pienso mucho en el futuro y me duele enormemente imaginarme mi vida sin ella, es una cosa tremenda. Este sentimiento nuevo que no tenía me atormenta.
    Parece una respuesta común y habitual en las personas que comparten vida con un familiar peludo, pero os puedo asegurar que en ella reside el mayor de los miedos. Cuando Jordi dice que es un sentimiento que le atormenta, no solo se puede ver en su mirada, detectar en su tono de voz, sino que es inevitable compartir ese temor en primera persona y extrapolarlo a cualquier miembro de la familia, sea o no peludo.
    Por otro lado, me planteo si va a poder ser sustituida y, aunque siempre decía que no, cada vez más, digo que sí. Otro de los cambios ha sido en la mentalidad de tener un perro en casa o no tenerlo. Yo, que era un “No”, ahora es un “Puede ser” virando, casi, hacia el “Sí”. Jackie ha cambiado para ser más exigente. Cuando viene a casa, sabe que el pienso no le vale (Nos reímos)…
  • Jordi… ¿Cuáles son los momentos más importantes que habéis compartido?
  • Los perros son mucho más inteligentes de lo que nos imaginamos. Jackie, que ya es mayor, está en casa, tranquila, y a veces le cuesta salir a pasear porque se ha vuelto más vaga que otra cosa. Hay una palabra que nunca hubiera pensado que, conmigo, es la que la hace más feliz. A mis hijas les digo que “esta palabra no se utiliza para mentir porque si a vosotras no os gusta que os mientan, a ella tampoco”… Esta palabra es “Coche”. Cuando tú le dices “Coche” se vuelve loca. Además, se pone a mi lado, de copiloto, descansa o mira el paisaje por la ventana y una de las cosas que más me flipan es cuando llegamos a la Costa Brava. ¡Jackie sabe perfectamente dónde estamos y se convierte en otra perra! Es mucho más activa, no sé si más feliz porque la felicidad no la puedo cuantificar, pero se vuelve mucho más abierta a la gente que cuando está en casa.
    He aprendido con el tiempo es a no dejarla nunca sola en el silencio… Siempre la dejo con la televisión encendida, con una luz encendida
  • Alguna vez has comentado que, en muchas ocasiones, ella es tu refugio… Cuando estás ahí, en ese refugio, cuando no hay nadie más ¿Quién eres?
  • ¡Uy!, soy una persona que pasa con ella muchos momentos. Como dice mi exmujer, me encanta, porque es “la sombra de Rebeca”, me sigue a todas partes. Si vengo para aquí, ella viene para aquí. Si me acuesto en la cama, se pone a mi lado. Si me voy al sofá… Ella se sube al sofá… Hay una cosa que, por ejemplo, me horroriza, que es cuando me tengo que ir y la tengo que dejar… ¡No puedo! No quiero que esté delante mío mientras me voy. O sea, antes le doy un poco de jamón en su plato para que se vaya a comer y no lo vea. Luego hay una expresión que es “Ara vinc” (ahora vengo), con la que sabe que no voy a tardar mucho y que, aunque me vaya, no pasa nada. Otra cosa que he aprendido con el tiempo es a no dejarla nunca sola en el silencio… Siempre la dejo con la televisión encendida, con una luz encendida, o sea, que ella sepa que no está sola, que pasan cosas y que no se sienta abandonada.
  • Jordi… No todo va siempre como una seda… ¿En qué no os entendéis?
  • Sin dudarlo…
    ¡Uy, en la noche! A ella le encanta despertarse por la noche porque tiene hambre.
  • Con lo pronto que te despiertas tú…
  • ¡Es tremendo! Claro, se despierta un par de veces por la noche, cosa que cuando está en casa de su madre, con mi ex, no lo hace. En cambio a mí sí, a mí me toma el pelo. ¡A mí me toma el pelo pero bien! Por otro lado, me tiene un respeto y una sumisión tremenda. Cuando yo la señalo con el dedo se tumba inmediatamente, es una sumisión absoluta porque, además, como te puedes imaginar, no la he pegado nunca. Pero, vamos, a mí, me toma el pelo por lo que la sumisión es mutua.
    Ahora Jackie, se quedará conmigo 15 o 20 días porque mis hijas se tienen que ir. Ya, el primer día le hablaré diciendo “Vamos a pasar unos días juntos así que tenemos que portarnos bien”…
    La sumisión va a tener que ser mutua en plan “Vamos a respetarnos, no me toques las narices…”
    Nos reímos tan solo con imaginar la estampa.
    Creo que el sentimiento de amor de un perro es mucho más profundo que el de una persona
  • Una vida entera de radio, hablando y haciéndolo para cientos de miles de personas, día tras día… Con ella… ¿Hablas?
  • ¡Sí, claro que hablo! ¡¿Cómo no voy a hacerlo?! Además, los perros necesitan que les hablen. Por ejemplo, vamos a ir a comprar… “¡Venga vamos a ir al mercado, va!” o “Espérate aquí un momento, no te muevas ¿eh?”. ¿Cómo no le vas a hablar si un perro te entiende mucho más de lo que te puedes llegar a imaginar? ¡Muchísimo más! Pensamos que los perros son como armarios en movimiento ¡y no, y no, y no! Evidentemente, no les puedes leer a Shakespeare, pero en cambio sí que tienen unos sentimientos, yo creo que incluso mucho más profundos que los nuestros. Creo que el sentimiento de amor de un perro es mucho más profundo que el de una persona. La fidelidad es tremenda, no hay ninguna duda. Estoy convencido de que si alguien hiciera algún movimiento para hacerme daño, la perra estaría allí atacando. Son nuestra Guardia de Corps.
  • Cuando os ponéis a ver una peli o una serie, ¿Cuál es el lugar de cada uno en casa?
  • En el sofá o en la cama. Si es de noche, en la cama.
    En este sentido, ahora, he conseguido algo muy importante porque, antes, hacía algo horrible que era rascarme para subir a la cama. Subía y dormía conmigo. Digo que era horrible porque, evidentemente, Jackie buscaba el calor, como hacen todos los perros, pero esto hacía que, muchos días, me levantase con un dolor de espalda tremendo por culpa de adaptar mi postura a ella, al dormir.
    Desde hace un tiempo, estoy en un piso nuevo y, cuando hicimos el cambio, dije “se acabó”. Así que hemos llegado a un pacto no verbal, ni firmado, que dice que “Tú en tu cama y yo en la mía”.
  • Jordi, cuéntame. Antes hablábamos de si cuando ella falte habrá otro perro… ¿Estás preparado para eso?
  • No estoy preparado para la muerte de ella. No lo estoy. Llegará. Será un día terrible para mí, serán unos días terribles.
  • ¿Te da miedo?
  • ¡Sí, claro! Es un miembro de la familia y es algo que, como mínimo, me atormenta. No sé qué reacción voy a tener, pero me atormenta mucho porque hemos compartido muchas cosas juntos. Son 14 años de día a día, también, por lo que el amor es mutuo. Ese sentimiento de fidelidad y de vulnerabilidad que tienen los animales te puede. Es por esto que estamos debatiendo en casa si tiene que haber un relevo. Yo, que inicialmente era del “No”, por muchos motivos me estoy pasando al “Sí”. Incluso como homenaje a Jackie, cuando falte, es decir, pues oye, hay otro peludo que está aquí y vamos a conseguir, no sé si la palabra es salvar, pero vamos a intentar hacer feliz a otro animal.
  • Jordi, el momento de la verdad. Completa la frase: La vez que metí la pata con Jackie fue…
  • Dándole de comer jamón el primer día. Fue tremendo, claro. Desde aquel momento, la perra, como son inteligentes, dijo “Hostia, entre comer esto que tiene gusto a verdura y tal, a comer jamón…”. Es como si a un niño le das un plato de verdura y un plato de jamón… ¿Qué se va a comer el niño? Pues el jamón. Eso fue un error clarísimo.
  • ¿Tienes alguna deuda pendiente con ella? ¿Y ella contigo?
  • Cariño, amor, fidelidad, sinceridad, valentía… todo. Bueno, y sobre todo, compañía, mucha compañía. Ella, a mí, no me debe nada, al contrario. ¡Qué va! ¿Qué me va a deber ella a mí? ¡Yo le debo a ella! ¡Qué va, qué va! Si, a veces, dejarla sola me da un cargo de conciencia tremendo. Bueno, lo máximo que he llegado a dejarla sola es venirme a trabajar a las 5:00 a.m. y volver después de comer. Por ejemplo, hay otra cosa que jamás he hecho, y conozco a algún amigo que sí, y es que nunca la he dejado sola durmiendo en casa. Jamás.
    Mira que cada vez, y yo estoy muy a favor, hay más restaurantes “dog friendly”, también hoteles, por lo que no me cabe en la cabeza que pueda pasar una noche sola… Es muy frío y me da miedo. Es miedo a estarle fallando, ¿sabes? A lo mejor, para ella, dormir una noche fuera de casa es como ir de colonias. Los niños duermen fuera de casa… Otra cosa que no nos ha gustado nunca es llevarla a un campus de perros… Eso de irte cuatro días fuera y dejarla allí. Nosotros no. En verano nos intercambiamos. Si ellas se van yo me quedo en casa con Jackie.
  • ¿Y os la lleváis?
  • Hay veces que si la podemos llevar, lo hacemos pero, por ejemplo, ahora se van mis hijas en un barco y ella no puede ir. Si nos tenemos que sacrificar en Barcelona, nos sacrificamos en Barcelona porque ella es muy importante y forma parte de nuestra vida. Es como si tuviéramos en la familia, a una persona en una residencia, nuestra abuela o nuestra madre, o si la tuviésemos en casa y no la pudiéramos dejar sola. Pues claro, pues ya está, igual.
  • En ocasiones, más allá de los adultos y profesionales que somos, todavía conservamos parte de aquella niña o de aquel niño que fuimos y que, bajo ningún concepto, deberíamos perder. Esa forma de sentir sincera, sin los filtros y restricciones que adquirimos a medida que cumplimos años… Desde ese sentir inocente… ¿Cuál es tu sueño con Jackie?
  • Que lo que le quede de vida, lo disfrute al máximo. Yo le decía a la familia, “Oye, Jackie ya es mayor, no sabemos cuanto estará pero no vamos a estar pendientes de si tiene un poco de diarrea, o lo que sea, ¡no pasa nada!”. Si le doy jamón en lugar de pienso pues le puede pasar, sin más.
    Esto es como cuando a mi padre, con muchos años, pobrecito, le diagnosticaron un cáncer de pulmón y le preguntamos al médico si podía fumar. Como el médico ya no lo podía resolver pues dijimos “que fume y beba lo que quiera”. Quiero decir que tampoco se lo vamos a prohibir todo porque, además, es una perra que todavía corre. Yo creo que vamos a convivir, lo que le quede, de la manera más feliz mutuamente posible.
  • Jordi… Cuéntame un secreto. Algo que solo esté entre vosotros…
  • Con mirada pilla…
    ¡Uy, sí!. Que prefiere a su padre más que a su madre.

Nos despedimos rápidamente ya que el tiempo de Jordi es muy limitado y el que le queda es para su familia y, por supuesto, para su Jackie. Me quedo fascinado, y agradecido, de haber tenido la oportunidad, no solo de conocer a Jackie, sino también a Jordi de una forma tan distinta a la que habitualmente tenemos acceso. Me gustaría hablaros de la primera vez que lo escuché por radio pero bueno… Esa es otra historia.

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