
25.04.2025.- Edu Pesquera escribe en ifomo.es que hay noticias que, aunque uno las vea venir, no dejan de doler cuando se hacen realidad. El cierre de Radio Valle de Buelna FM me ha dejado con un nudo en la garganta. No solo porque desaparece una emisora local con alma, de esas que hacen pueblo, comunidad, territorio. Sino porque en esas ondas empezó una parte muy importante de lo que hoy soy.
Allí, en una pequeña cabina cargada de ilusión hice mis primera intervención en los medios de comunicación. Lo hice con un programa que aún guardo en el corazón: La ciudad no es para mí. Un espacio que nació con ganas de contar cosas, de dar voz a gente cercana, de hacer radio desde lo que sentíamos, sin más pretensión que disfrutar y conectar.
Para mí, aquello no era solo un programa. Era un taller de vida, una escuela de emociones, un laboratorio de sueños. Aprendí lo que significaba preparar un guión, encajar una entrevista, improvisar cuando fallaba algo, pero sobre todo, aprendí a escuchar. A entender que detrás de cada historia había una persona. Y eso, a día de hoy, sigue marcando cada paso que doy.
Ahora, después de 30 años de servicio, Radio Valle de Buelna FM cierra. Lo hace, tristemente, por no haberse alcanzado el acuerdo prometido por el Ayuntamiento para dar una solución a su continuidad. Y no puedo evitar pensar en lo que eso significa: que muchas voces se quedarán sin espacio, que muchas historias dejarán de sonar, que se pierde algo que costó mucho construir.
No quiero dejar esta tribuna sin mencionar a quienes han sostenido esta radio con su trabajo, su cariño y su compromiso diario. Nacho, Agar, Ana, Carlos, Salva… Gracias. Gracias por estar al pie del micrófono cada día, por mantener viva una radio que era de todos, por hacer posible lo imposible durante tanto tiempo.
Radio Valle de Buelna FM era mucho más que una emisora, era una herramienta de identidad, un punto de encuentro para los vecinos. Un altavoz para las asociaciones, las fiestas del pueblo, los pequeños proyectos que nunca salían en los mal llamados ‘grandes medios’. Era una radio hecha con vocación de servicio público, con cercanía y con alma.
Cierra una emisora, sí – esperemos que temporalmente -, pero también se apaga una forma de hacer comunicación, de esa que no busca audiencia masiva, sino cercanía. De esa que no mide en clics, sino en afecto y en presencia.
Es una pérdida para todos los que creemos en lo local, para quienes sabemos que la voz de un pueblo también es importante. Para quienes entendemos que la comunicación no es solo negocio, sino también compromiso, memoria y futuro.
Por todo eso, solo puedo decir gracias, gracias por el primer micrófono, gracias por enseñarme a amar la comunicación desde abajo, desde lo real, desde la gente, gracias a Salva que me dejo un hueco sin pedirme experiencia, solo ganas.
Radio Valle de Buelna FM se apaga, pero deja una huella imborrable. Al menos, en mí. Y estoy seguro de que en muchos más.
Porque la ciudad puede no ser para algunos, pero la radio, cuando es de verdad, siempre será para todos.
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