Adelita del Campo: «¡Aquí, Radio París!»

Adelita Del Campo

Paco Robles escribe en elindependientedegranada.es que Adela Carreras Taurà nació el 3 de agosto de 1916 en Barcelona, en un contexto histórico y social que marcaría profundamente su vida y su obra. Desde su infancia, Adela estuvo expuesta a las corrientes políticas y culturales de la época, influencias que moldearían su carácter y sus futuras decisiones. Su vida es un reflejo de los tumultuosos cambios que sacudieron España y Europa durante el siglo XX, y su historia personal es también la historia de un compromiso inquebrantable con la justicia social y la cultura.



Desde muy joven, Adela fue introducida en el mundo del arte y la política. Criada por sus abuelos mientras sus padres estaban de gira en América, su abuelo, un ferviente anarquista, la llevaba a menudo a reuniones obreras. Esta temprana exposición a las discusiones sobre justicia social y derechos laborales dejó una impresión duradera en Adela, inculcándole una fuerte conciencia social y un deseo de contribuir a la lucha por un mundo más equitativo.

Paralelamente, Adela desarrolló una pasión por las artes, especialmente la danza, bajo la tutela de la maestra Paulette Pàmies. Su talento natural y su formación la llevaron a debutar a los doce años en una obra de la compañía Espectáculos Rialto, donde se destacó como una prometedora artista. Esta dualidad de intereses, artísticos y políticos, definiría su trayectoria de vida.

La Guerra Civil Española fue un punto de inflexión para Adela. Residiendo en Alcañiz, Teruel, al estallar la guerra, Adela, con apenas veinte años, ya estaba profundamente involucrada en las Juventudes Libertarias. Su energía y compromiso la llevaron a participar activamente en la retaguardia, colaborando en proyectos culturales y sociales destinados a apoyar a los más desfavorecidos. Durante este período, también se convirtió en una destacada dirigente de la revista anarcofeminista «Mujeres Libres», en Aragón, y colaboró en otras iniciativas como el Teatro del Frente y el periódico «Titán».

Además, su compromiso social la llevó a formarse rápidamente como ayudante de enfermería, tras lo cual trabajó en un hospital de sangre establecido en una iglesia desafectada. Estas experiencias subrayan la versatilidad y la dedicación de Adela a la causa republicana y su lucha contra la injusticia.

El final de la guerra la empujó al exilio, como a muchos otros republicanos. En Francia, Adela fue internada en varios campos de concentración, donde fue conocida afectuosamente como Adelita del Campo. Lejos de amilanarse, continuó su labor cultural y social incluso en estas duras condiciones, organizando recitales poéticos y campañas de educación y alfabetización, y contribuyendo a la edición de periódicos como el «Boletín del Estudiante».
Tras su liberación de los campos, Adela no cesó en su empeño por mejorar las condiciones de los exiliados y refugiados. Dirigió una escuela maternal y mantuvo un compromiso activo con la educación y la cultura. Su relación con Julián Ramírez Hernando, un destacado comunista y antiguo miembro del grupo teatral La Barraca, fue decisiva. Influenciada por él, Adela se afilió al Partido Comunista de España en el exilio, convencida de que era el mejor medio para continuar su lucha.

Adelita colaboró con la resistencia francesa durante la ocupación de Francia por parte de los nazis. Después, al final de la Segunda Guerra Mundial se estableció en Toulouse con Julián. Y, más tarde, después de recorrer Francia, donde trabajó en diversas empresas, se instaló, finalmente, en París.

Fue en 1946, cuando ambos, Julián y Adelita, se unieron a Radio París en su emisión en lengua española. Radio París era una de las emisoras antifranquistas más activas y, también, llegó a ser de las más longevas. Adelita se unió al grupo teatral radiofónico español y, desde entonces, su voz se convirtió en un verdadero referente en las noches de los españoles en el exilio, así como también para los demócratas que permanecían en España, a la espera de un nuevo mundo. Adelita abría siempre su programación con la misma frase: ¡Aquí radio París!

Con el advenimiento de la democracia, Adelita y Julián vieron la oportunidad de regresar a España, una decisión que llevaba consigo el deseo de participar activamente en la reconstrucción de una sociedad basada en los principios democráticos y de igualdad que tanto habían defendido. Se establecieron en Muchamiel, provincia de Alicante, un lugar que, aunque marcado por las cicatrices del pasado, ofrecía el marco para continuar su labor.

En Muchamiel, ambos continuaron su trabajo con el Partido Comunista, contribuyendo a la consolidación de un proyecto político que buscaba dejar atrás los años de autoritarismo. Su actividad no se limitó a la política partidista; se involucraron en la comunidad, en proyectos educativos y en la promoción de la cultura y la memoria histórica. La figura de Adelita, especialmente, se convirtió en un símbolo de la lucha feminista dentro del partido, abogando por la igualdad de género y la inclusión social.

La muerte de Adelita del Campo el 24 de junio de 1999 no representó el fin de su legado. Su vida y obra continuaron inspirando a muchas generaciones que vieron en su compromiso un ejemplo de integridad y perseverancia. La historia de Adelita y Julián es, en muchos sentidos, la historia de un compromiso inquebrantable con los ideales de justicia y libertad, ideales que siguieron defendiendo hasta sus últimos días.

El retorno de Adelita y Julián a España tras la Transición no fue solo un regreso físico a su patria, sino también una reafirmación de su vida de lucha. En un país aún cicatrizado por las divisiones del pasado, su presencia y su trabajo ayudaron a sembrar las semillas de lo que esperaban fuera una sociedad más justa y equitativa. Su legado perdura como testimonio de la importancia de la resiliencia y la convicción en la búsqueda de un mundo mejor.

Referencias de ‘Aquí, radio París’
En las emisiones de Radio París, nombre con el que se popularizaron las emisiones en lengua española de la ORTF, participó una notable nómina de periodistas, colaboradores y locutores, entre los que podemos citar a Francisco Díaz Roncero, Salvador Bacarisse, Ignacio Barrado, Eugenio Domingo, Luis López Álvarez, Antonio Porras o Ezequiel Endériz -además de Mario Benedetti, Severo Sarduy o Mario Vargas Llosa, en las emisiones para Hispanoamérica-. Pero sin duda las voces más significativas de esas emisiones eran las de Julián Antonio Ramírez y de su esposa Adelita del Campo. Además de realizar reportajes deportivos, culturales, turísticos y de todo tipo, así como el diario Boletín Informativo, Julián Antonio Ramírez fue el responsable, con Adelita, de la sección «Quiosco de periódicos», que varias veces a la semana, pasaba revista a la prensa francesa para informarnos de lo que ocurría en España, y de programas como Tribuna Juvenil, El correo del oyente, Alma de la canción francesa, Tarjeta de visita, etc.

Y de las entrevistas a personajes tan diversos, pero siempre relacionados con España y sin discriminaciones, como Tierno Galván, López Bravo, Hugh Thomas, Bahamontes, Picasso, Paco Camino, Santiago Carrillo, Felipe González, Tuñón de Lara, Rafael Alberti, Miguel Delibes, el cardenal Tarancón o Joaquín Ruiz Giménez. Muchas de esas voces podrán ahora ser escuchadas de nuevo gracias a la donación que ambos, Julián Antonio y Adelita, hicieron a la Universidad de Alicante.

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