Toni Clapés (RAC 1): «Cuando analizas la historia de Catalunya, te caen los cojones al suelo»

Toni Clapès Foto: Albert Salamé / VWFoto

Vilaweb.cat le ha entrevistado:
«It ‘s showtime, ladies and gentlemen!» Hace veintidós cinco años que Toni Clapés (Barcelona, ​​1967) presenta y dirige el programa líder de las tardes en la radio (en Catalunya). Primero, con el Versió Original, en Catalunya Ràdio. Desde el 2005, con el Versió RAC 1. Cuatro horas seguidas en antena: un desbarajuste que requiere mucha más arquitectura y precisión que no parece. El humor irónico y puntiagudo de Clapés, revestido de seriedad, es el contrapunto del desenfreno. Cuando el gato no está, las ratas bailan, dice el refrán que le dedican cuando hace fiesta. Y el programa sobrevive con éxito y sin muchos cambios. El secreto: pensarlo mucho y que el equipo funciona. Todavía no ha empezado la temporada, pero ya tiene las bromas previstas para cada minuto de la primera semana.



En abril del 2020, Clapés volvió al programa después de siete meses de baja por un linfoma. Había tenido que dejar la radio de repente, de un día para otro, y desde entonces ve las cosas con otros ojos. Se le ve tranquilo y contento. Y tiene fama de escéptico, pero opina sin demasiados miramientos. Antes de empezar, se mira la grabadora con una sonrisa algo pícara. «A ver, en principio no es una entrevista para destruiros la carrera», le digo. «Estoy abierto a todo», responde.

  • ¿Como comenzó su historia con la radio?
  • Me gustaba mucho cuando la escuchaba en casa. Cuando acabé la EGB, mi padre me regaló una cadena de alta fidelidad y un micrófono. Y con unos cassettes -Fíjate que todo es obsoleto- me grababa haciendo imitaciones y presentando música. El tema periodístico no me acababa de gustar. Pero el show sí. Imitaba a «el hombre de Colón», Félix Rodríguez de la Fuente, José María García …
  • ¿Y como empezasteis a trabajar?
  • Cada domingo, mi madre buscaba pisos en los anuncios clasificados de La Vanguardia, que entonces pesaba dos toneladas. Los enganchaba en una hoja y nos hacía ir por Barcelona mirando pisos que no comprábamos nunca, ni podíamos comprar. Pero era su entretenimiento. Ocho aseos, dos cocinas … El domingo hacíamos ruta de pisos. Y un día, mirando estos anuncios, vio que buscaban locutor en una emisora ​​que se llamaba MK3. No me pagaban una mierda. Era gratis, de hecho. Empecé allí un verano, durante los juegos olímpicos del 84 en Los Ángeles. Poco después, un compañero de la radio me dijo que buscaban gente en Radio Minuto. Aquí sí que pagaban. Pero durante seis meses cobré en B 19.000 pesetas, que ahora vendrían a ser 100 euros. De lunes a sábado, seis horas. Y, por la tarde, hacía el bachillerato en los Jesuitas de Caspe.
  • ¿La tecnología ha cambiado, pero la sensación es la misma?
  • Creo que sí. Cuando cojo el micrófono tengo los mismos nervios, el mismo respeto. A cinco minutos para comenzar el programa, no estoy para nada más. Cojo las cosas, me voy fuera del estudio, me siento en una silla y me pongo a repasar todo lo que diré. Nervioso. Hasta que no digo «buenas tardes» no me empiezo a tranquilizar. Diría que es algo del respeto al oyente. Pero sí han cambiado cosas. A medida que pasaban los años, me censuraba más. En cambio, ahora, después del linfoma, me censuro menos.
  • Parece que diga muy lo que está planeando.
  • Calla muchas cosas [risas]. Yo sería mucho más expeditivo. Mucho más.
  • ¿Qué le cohibía? Las quejas?
  • Sí. Ahora parece una entrevista a un dinosaurio. Pero al principio de todo, en Catalunya Ràdio, las quejas llegaban por teléfono. Después apareció el correo electrónico. Si llegaban diez o doce críticas por correo, para mí eran devastadoras. Y luego pasamos a los SMS. Después al WhatsApp y en Twitter. Y ha llegado un momento que la piel se me ha hecho dura. Es más, este verano, de pasármelo mal en Twitter, he pasado a responder mucha gente.
  • Pàmies explicó una vez que la centralita de Catalunya Ràdio, en aquella época, se saturaba con seis llamadas.
  • Sí, imagínate! Y Pàmies, que es uno de mis maestros, en este sentido me ha ayudado muchísimo. Recuerdo un día que recibimos unos veinte correos con quejas. Salí de la radio fatal. No quería ni volver a abrir la boca. Y Pàmies me dijo: «Supongamos que hayas recibido cincuenta correos. ¿Cuánta gente te escucha? Según el EGM, en ese momento ponemos que eran 120.000. Muy bien, pues a 119.950 les ha parecido perfecto. Olvídate del tema. «Sergi con estas cosas es muy pragmático. Y con esta fórmula empecé a cambiar.
  • Hay un cuento suyo que explica un congreso de divorciados que concluyen que una relación debe saber dejar el punto álgido. Antes no se empiece a estropear la cosa. ¿La fórmula con el Versió será esta?
  • Hay muchas teorías, aquí. Un día le pedí eso a Manel Estiarte. Le decían: «¿Cuando dejarás el waterpolo?» Y él primero creía que debía dejar el momento álgido. Pero entonces pensaba: «Coi, y ¿por qué no puedo dejarlo cuando ya no me aguante en el agua?» Yo también he considerado de dejarlo al momento álgido muchas veces. Pero siempre termino pensando: «¿Y por qué lo tengo que dejar?» Lo dejaré cuando vea que la gente prefiere otro programa de la competencia. O cuando considere que no puedo aportar más. Hay muchos momentos en la temporada que me pasa y que estoy decidido a dejarlo, pero siempre me acabo animando. El Versió acabará cuando la gente se canse.
  • Una cosa que sorprendía, cuando podías venir de público, era que la algarabía y la improvisación son cosas que dependen mucho de la coordinación y la buena dirección.
  • Mi jefe en Radio Minuto ya lo decía: no hay ninguna improvisación mejor que la preparada. Con todo el guión que tiramos podríamos hacer el doble de programa. Si hay un momento que improvisamos y funciona, perfecto. Y el día que no estamos demasiado hasta nos ceñimos al guión. Pero todo siempre en puerta, de guión. Es la parte que me cuesta más, con el paso de los años. La reunión, las ideas, que dice el personaje, que dice el otro. Y más ahora que hemos tenido que trabajar desde casa.
  • Deberíamos hacer la versión del director del Versió.
  • Se hacer la Versión trash, con las tonterías que llegamos a decir y pensar, pero que no las podemos hacer para que nos cerrarían el programa y a mí me llevrían a Brians.
  • Eso también debe haber cambiado, ¿verdad? Porque si pones fragmentos del programa hace ocho años o nuevo, que es el máximo de tiempo que la hemeroteca de RAC 1 te deja remover, decíais cosas que ahora os pasaría un camión por encima.
  • Nos hemos ido censurando. Ahora todo tiene que ser políticamente correcto. Haciendo bromas de perros ya te montan un follón de narices. Cualquier cosa genera un conflicto. Y al final te vas cohibido. El humor también ha cambiado, claro. Ya no se hacen tantos chistes machistas, por suerte. Pero parece que volvemos al humor del pastel de nata en la cara. Y qué quieres que te diga. Hay un humor Disney y un humor Warner. Y yo soy de Warner, tú. Más gamberro. Con el humor, siempre tienes que jugar con la frontera. Y hay un día que te la pasas. Pues sí, mira. La sátira es eso. Un día te pasas la frontera. Si no, esto no es sátira ni es nada. Tienes que ser subversivo.
  • ¿No tiene la sensación de que el Versió tiene una especie de patente de corso que lo protege con cosas que en otros espacios la gente encontraría más ofensivas?
  • El Versió es una lasaña. Hay quien se queda con la superficie. Hay quien va más allá y ve que hay más mala leche. Y hay quien lo ve todo. Y cada uno se queda con lo que entiende o con lo que le gusta. Vicenç Martí, por ejemplo, es la caricatura de un tipo independentista y socio del Barça que cambia de opinión cada dos por tres y que está chiflado. A unos, les hace gracia porque no son independentistas, a otros, porque es una caricatura propia, y en otros, porque es un chiflado.
  • ¿Habéis pasado recientemente una época en que buena parte de los puntales del equipo han sido de baja, casi como una cadena.
  • Sí … Es que son veintidós cinco años. Pasan muchas cosas. El uno se pone enfermo, el otro tiene hijos, al otro se le muere la madre. Una temporada son once meses. Y once meses de la vida de alguien son muchos. Hay gente que empieza la temporada y no la acabará con nosotros. Lo vi cuando iba al Clínico. Gente que nos escuchaba y que le pedías: «¿Cómo estás?», Y te decían: «Mira, me quedan tres meses.» Pues hace pensar. La vida avanza. Y veintidós cinco años de cincuenta y tres haciendo el programa …
  • ¿Como está, después del linfoma?
  • El cáncer tiene mucha mala folla y siempre puede volver. Y ese es mi caso. No está curado. Lo erradiqué y hay gente a la que le vuelve a salir y gente a la que no. Pero siempre puede volver. Y entonces lo miras todo con otra óptica. Ahora, vivo al día. Trato de aprovechar cualquier momento. Por ejemplo, yo veraneo en Calella de Palafrugell. Pues me levanto, me voy a la terraza, desayuno escuchando como cantan los pajaritos y para mí es un momento estelar. He hecho un curso de tenis y ha sido de puta madre. Ahora que hablo contigo, también trato de disfrutarlo al máximo. Intento aprovechar cada hora. He nadado en el mar, he leído muchísimo, he quedado con mucha gente … Que no se diga que no he aprovechado el tiempo.
  • ¿Y en el trabajo?
  • En el trabajo, igual. Antes me decía: «Esto no lo diré.» Pues ahora tanto me da, sinceramente. No me debo a nadie. A ningún partido, ni a ningún clan, ni a ninguna secta. Este país es el país de los clanes y las sectas. Yo digo lo que pienso y cada vez lo haré más. Pero todo el mundo vive atemorizado, nadie se atreve a según qué, todo son bandos. Cada día estamos todos más cabreados todos con los demás, todo son trincheras. Pero vaya, si te lees la historia de Catalunya, que me la he leído bastante, te das cuenta que Catalunya toda la vida ha sido eso. Nunca hemos hecho nada más porque somos un país de imbéciles. Siempre nos zurrar nosotros mismos. Cuando tenemos que ir todos a una, siempre pasan por sobre los intereses personales. Y así nos va.
  • Titular: «Toni Clapés: ‘Somos un país de imbéciles.»
  • No, no, ya lo puedes poner! No tengo ningún problema.
  • La enfermedad os ha relajado, pues, en cierto modo.
  • Digo cosas que quizás antes no decía. Con ello, por ejemplo. Cuando analizas la historia de Catalunya, te caen los cojones al suelo, tú. Esto lo definió muy bien padre Ballarín. Catalunya es el país de los gemelos. Me encanta, esta descripción. Es así. En el Barça están los nuñistas y los cruyffistas; en un pueblo hay el ateneo y el casal; la cola vella de los Xiquets de Valls, la colla jove de los Xiquets de Valls …
  • El cau i l’esplai!
  • Exacto! Antes era, Catalunya Ràdio y COM Ràdio. Convergentes y socialistas. Entonces todo es muy complicado.
  • El otro día leí que decíais que toda la clase política del Ayuntamiento de Barcelona está caducada.
  • Sí. No hay ningún candidato hoy día que me genere ningún tipo de confianza ni ilusión para votar.
  • ¿Y por qué no apareces?
  • Pues mira, yo quiero mucho a Barcelona. Quiero mucho la ciudad. He vivido toda la vida y estoy enamorado. De las épocas que fui más feliz, los juegos olímpicos. Que, por cierto, ahora todo el mundo se pone la medalla, pero aquí casi todo el mundo estaba en contra. Yo creo que fue el gran salto, la gran suerte de esta ciudad. Era un entusiasta de las obras que se hacían, de los cambios. Originaba una ilusión de cojones. Y luego hicieron los juegos y tenían que regalar las entradas para que no iba nadie. Después ya entramos en la crisis inmobiliaria del 93. Yo he vivido muchas Barcelonas.
  • ¿A la de ahora, qué le pasa?
  • No hay un objetivo claro de hacia dónde debe ir la ciudad. No me presento porque no estoy capacitado. Pero me hubiera gustado ser alcalde de Barcelona. Porque la quiero. Cuando veo una persona que con la bolsa de basura y la jode en la papelera normal, le digo: «Oye, perdona, esto no va así». Nunca me entienden, o se hacen el longues. Cuando alguien aparca mal, también se lo digo. Pero no para reñir. Porque, coi, si no respetas el ámbito público de los demás, esto es la selva. La libertad de uno se acaba donde empieza la del otro. Este concepto se ha perdido. Yo hago lo que me da la gana y los demás que se jodan. Pongo la música a todo trapo a las tantas de la madrugada y que se apañen. Hay unas normas y deben cumplirse, tú. Y no se cumplen. Y luego llamas a la Urbana y encima no vienen.
  • ¿Por cierto, como está vuestro estimado vecino sueco?
  • Por suerte, se marchó. Por suerte. La peor pesadilla que he vivido en años. Y ahora, gracias a Dios, tengo unos vecinos bastante normalitos. Fuman mucha hierba, pero mira, tú, que fumen hierba y que me dejen en paz. Porque lo del sueco fue terrible. Porque estamos en la selva. Barcelona está descuidada. El invernadero de la Ciutadella está hecho una mierda. Estas cosas me rompen el corazón.
  • Quizá sí tiene madera de político, porque, a Bicicleta, cuchara, manzana, hay un momento en que Maragall juega a la pelota con su nieto y se detiene para irle a decir a un hombre que pasa el coche por donde no toca.
  • Yo lo había visto, eso. Maragall parando un taxista que había aparcado encima de la acera y diciéndole que hiciera el favor o debería denunciar. Antes, la clase política te generaba un respeto. Abusaban, porque recuerdo haber entrevistado al Maragall con un cierto miedo. Le pedías: «Oiga, alcalde, ¿como está la remodelación del Palacio Nacional?» Y él te respondía: «Muy bien, muy bien. ¿Sabéis que os ponen fibra, aquí?» Hablaba de lo que le daba la gana. Pero había un espíritu. Había un objetivo. Ahora no hay nada.
  • ¿Qué ha fallado?
  • Una suma de cosas. Con Hereu, ya no íbamos bien. Quiso ser el más demócrata de todos, hizo la consulta del tranvía y salió que no, pero es que hay cosas que no se pueden preguntar a la ciudadanía. Si estás convencido de que quieres un tranvía por la Diagonal, coges, tiras millas y haces el tranvía. Esto es como la reforma que hizo el Trias de media Diagonal. La gente murmuraba mucho. Pues la hicieron y ahora muchos comerciantes ven que así va más gente. La herencia de Hereu ya fue mala. Con el mandato de Trias, y no sólo con él, creo que hubo un abuso del turismo -el modelo Airbnb, los pisos turísticos, el descontrol, el desgobierno de la ciudad … Pasta, pasta, pasta. Creo que el lobby de los hoteles y los restaurantes tiene mucho peso. Como Nueva York, que mandan ellos. Y luego ha llegado Colau, que hizo un primer mandato correcto, pero ahora tengo la sensación de que vamos haciendo palos de ciego. Lo peor que puede hacer una persona que manda es no explicarse. Y creo que la alcaldesa no se explica. No sabe transmitir. Hemos caído en el buenismo. Y así no vas a ninguna parte. Tienes que poner orden. La libertad debe tener unas normas. O llorar.
  • ¿Por qué?
  • Porque luego vienen los autoritarismos. Y eso pasará. Fenómenos como Vox. O como en toda Europa. Hay un día que la gente más conservadora harta del buenismo. Y pasamos de un extremo al otro. La izquierda descuida estas cosas y debe ser más cuidadosa.
  • A escala nacional ¿como la ve, la situación?
  • Estamos atascados. El Primero de Octubre se hizo un embate que se perdió porque no estaba bien preparado. No sé hasta qué punto nos engañaron. Pero se perdió. Y con las elecciones, nos quedamos como estábamos. Ahora recogemos las consecuencias de aquella derrota, que han sido catastróficas. Gente en prisión, represaliada, con los bienes embargados. Y te dices: «¿Realmente valía la pena?» Yo no lo tengo tan claro. Tengo claro que si haces un referéndum de este tipo, tienes que ir hasta las últimas consecuencias. Dicen que era un pulso al gobierno español. Pero si los gobiernos españoles siempre a la historia nos han destrozado. No entendí nunca esta película. Ni la entiendo.
  • ¿Te crees la mesa de diálogo?
  • Como pantomima política, me la creo. Pero la mesa se termina en un minuto. Porque si tú me dices: «Quiero ser independiente.» Y yo te respondo: «No serás independiente.» En un minuto, hemos terminado. Ahora, podemos hablar en los términos que tanto se criticaban de la época de Convergencia y el Majestic. Mossos, cárceles, la mili. Muy bien, pues ahora alargarán la pista, harán los juegos de 2030, que no habrá nieve …
  • El alcalde Toni Clapés, en contra de los juegos olímpicos del 2030, pues.
  • Bueno, que me los expliquen mejor. Pero hay que volver a generar ilusión. La independencia lo era, aunque estemos divididos. Y ahora se ha acabado. Y Messi se ha ido a París y yo ganas de verlo. Ahora, hay un montón de cosas que nos deberían movilizar y no nos movilizamos. El precio de la luz es un atraco a mano armada. Las pensiones, el sueldo mínimo, los precios de los alquileres. No veo que la gente se movilice para ello. Ahora, el Once de Septiembre, todos pendientes de nuevo de qué performance montamos. Si ya se han terminado los lemas. «Ahora, sí», «Ahora ya sí que sí», «Ahora todos», «Ahora es la hora.» Yo ya tengo un collage en casa con las camisetas.
  • Basté dijo recientemente que Soraya Sáenz de Santamaría había pedido su cabeza, en medio de todo el caos de hace cuatro años. ¿la suya también?
  • No me consta. Creo que haciendo la tarde he pasado más desapercibido. Basté está más expuesto. Y haciendo sátira puedes ir más lejos. Pero lo desconozco.
  • Volviendo a la radio. ¿La pandemia ha cambiado el tono del programa?
  • Trabajando desde casa pierdes empatía y coordinación. Y se nota. Ha sido la temporada más difícil. Porque si te has de pasar cuatro horas ante el micrófono en la mesa del comedor y luego te vas a sentarse en el sofá … Es raro de narices. Esta temporada trataremos de no hablar tanto de la pandemia.
  • ¿Qué pensáis de eso que llaman la guerra generacional entre boomers y millenials?
  • ¿Que somos un tapón generacional? No hago mucho caso. No me gustan las guerras, y pienso que quien tiene ideas y talento se abre camino igualmente. Ibai Llanos es un tipo joven, mucho más que yo, que se ha abierto camino y gana una morterada, mucho más dinero que yo. Todo es en constante evolución. Conozco gente muy joven que han hecho aplicaciones, se las han vendidas y son multimillonarios. Lo del tapón generacional, depende. A mí, si me quieren jubilar a los sesenta, encantado de la vida, tú.

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