Petición al Gobierno de ayudas urgentes en el sector de la radio privada catalana

Reunión de la ACR

La radio es el medio más creíble según todos los estudios, y se dispara el consumo en estos momentos, pero cae hasta un 75% su facturación publicitaria.
El sector se enfrenta a una caída libre que puede doblarlos efectos negativos de la crisis de 2008.
Se trata de la pervivencia de un sistema de mediosal servicio de la libertad de expresión y la difusión.
La sociedad está viviendo una situación sin precedentes, de efectos demoledores sobre la población y sobre el tejido empresarial de nuestro país por la pandemia desatada por Covidi-19, que obliga a las administraciones a tomar la iniciativa para aminorar las consecuencias.
Estas medidas imprescindibles para paliar los efectos sociales y la estrangulación financiera, se aplican también a las empresas de medios, y en concreto a la radio privada, pero resultan insuficientes para unas emisoras como las representadas por la ACR (Asociación Catalana de Radio), convertidas por la fuerza de hechos en un servicio público esencial, incrementando al máximo su capacidad productiva para generar oferta informativa, al margen de su formato radiofónico primigenio. La radio privada en Catalunya está atendiendo la demanda social de información y coopera, activamente, con las instituciones públicas y sanitarias en su lucha contra la pandemia del coronavirus.



El aumento exponencial de los datos de consumo digital de las emisoras asociadas en estos días -único dato disponible en la actualidad de audiencia- demuestra el reconocimiento que la ciudadanía hace del servicio de información y entretenimiento que prestan las emisoras de la ACR, cada una en su ámbito de actuación. la radio, es el medio más creíble como se vuelve a poner de manifiesto estos días, y su consumo en FM gratuito y al alcance de todos. Las emisoras asociadas suman en Catalunya tres millones ochocientos mil oyentes.
Paradójicamente, a medida que se dispara el consumo y la demanda de información, también aumentan los gastos operativos de las empresas radiofónicas, se destruye de manera alarmante la facturación publicitaria, en unas emisoras golpeadas por crisis anteriores y afectadas negativamente por la competencia que llega tanto del sector público comercial, doblemente financiado, como de nuevos actores exclusivamente digitales sin las obligaciones sociales de la radio, que se evidencian en momentos como el presente, pero que concurren de desigual manera a la captación de unos recursos publicitarios en retroceso.

La anulación de cuentas publicitarias en estos primeros días de la crisis atemoriza por su rapidez y alcance, ya que apunta a caídas de entre el 75% y el 80% en relación al mismo período del año anterior. Y ya estamos a punto de entrar en el trimestre más importante del año en facturación. El sector se enfrenta, por tanto, a una caída libre que puede doblar los efectos negativos de la crisis de 2008-2010, que se tradujo en una reducción de la inversión publicitaria en las emisoras de radio de la ACR de hasta un 44%, y en despidos masivos en todas y cada una de las empresas, grandes y pequeñas.
El golpe del coronavirus le llega a la radio habiendo recuperado en diez años apenas la mitad de la cifra de negocio previa a la crisis 2008. Si no se aplican medidas activas y rápidas, el sector en su conjunto camina hacia una segunda crisis de consecuencias catastróficas.

De acuerdo con los objetivos enunciados por el Gobierno de proteger a los trabajadores, autónomos y las empresas, y para evitar que a la salida de la pandemia el deterioro de nuestras empresas se traduzca en una nueva destrucción de puestos de trabajo, y en pérdida del pluralismo informativo como sostén de la democracia,
urge la adopción por parte del Gobierno de la Generalitat de Catalunya de un plan específico de ayudas e incentivos a los medios, que puedan remediar su situación, en tanto que persista la casi ausencia de publicidad en medio de esta emergencia nacional.

Mientras que los medios públicos tienen garantizada su estabilidad económica mediante los presupuestos estatales y autonómicos, las radios privadas, al igual que la prensa y la televisión generalista, atienden esta obligación sin la contrapartida económica, pero no sin costes.
Es por ello que, ante un hecho tan excepcional, el Gobierno debería arbitrar medidas específicas de apoyo a la radio privada para que nuestras empresas puedan seguir prestando el servicio esencial que la sociedad demanda en un momento inédito en la historia de la democracia, pero determinante de nuestro futuro.
En estas circunstancias y más allá de las líneas generales, aprobadas al plan de choque del Gobierno, el sector de la radio necesita, como mínimo, medidas concretas que vengan a dar respuesta al desastre que se dibuja en el futuro del sector en el presente ejercicio y que, sin duda, condicionará el próximo. Hay estabilizar las plantillas en un momento tan crítico.

En concreto estas medidas específicas, complementarias de las ya aprobadas, deberían centrarse en tres aspectos:

  1. Líneas de liquidez y avales, para hacer frente a los pagos urgentes que debían basarse en la expectativa de ingresos de la publicidad no facturada ya en este mes.
  2. Inversión publicitaria del Gobierno y Organismos públicos dependientes, distribuida conforme a criterios objetivos de audiencia, así como los tiempos dedicados a emisiones locales y comarcales.
  3. Ejecución urgente de los pagos pendientes de la Generalitat por devolución de impuestos, campañas publicitarias o por cualquier otro concepto.
  4. Línea específica de subvención para las emisiones de contenidos de servicio y de interés público, con información de elaboración propia durante este 2020, para garantizar la sostenibilidad de este servicio de ese momento de urgencia y de la fase excepcional de recuperación posterior.
    Se trata de la pervivencia de unos medios de comunicación, plurales e independientes, que garantizan el ejercicio de derechos fundamentales como el de recibir información veraz y contrastada, y que tienen un papel trascendente en la vida cotidiana de los ciudadanos y más aún, en situaciones de emergencia y de alarma social, como se ha venido demostrando en estas últimas semanas.
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