«Nadie sabe nada» (Cadena SER), el espectáculo de la palabra

Nadie sabe nada

Borja Terán escribe en 20 Minutos: La calle Caspe de Barcelona es muy teatral. Tiene hasta un edificio de Gaudí que no parece obra del Gaudí que nos insistieron.
Las bombillas del Teatre Tívoli alumbran la acera desde su esquina con el Paseo de Gracia. En esa misma manzana, se encuentra el estudio Toresky de Radio Barcelona, que lleva ahí un siglo radiando desde el mismo lugar.



Ahora, el estudio de radio se parece más a un plató de televisión. Con sus pantallas gigantes de leds, con sus focos bajo un techo negro.
Porque el podcast tiene que entrar por los ojos. Como la tele de siempre. Aunque también suene a la radio de siempre. Con menos engolaciones, eso sí.

Toreski fue uno de los primeros fenómenos mediáticos de la radio española. Cómico y ventrílocuo (no siempre van relacionadas ambas profesiones), triunfó cuando aún parecía un truco de magia poder escuchar a una persona hablar desde la otra punta del mapa con sólo encender una caja de madera de la que sobresalía una antena.

Entrar hoy al espacio escénico que lleva su nombre traslada al nervio de la España que cruzaba con ingenuidad la puerta de la radio para descubrir a las estrellas que imaginaban frente al transistor.
Y, de paso, que sus aplausos también volaran por las ondas.

En 2023, en el estudio Toresky se producen bastantes de los capítulos de Nadie sabe nada, un programa de radio convencional que, a la vez, fue uno de los primeros podcasts de éxito. Andreu Buenafuente y Berto Romero acaban de cumplir diez años en este formato que nos deja a solas con ellos.
Sin mucho más. Dos amigos que divagan y que sentimos de la familia, pues te hacen partícipe de vivencias suyas y, a la vez, de todos.
No son locutores, son artistas de la complicidad. Y su comedia representa a la risa que suaviza cómo somos y entiende que aquello que creemos corriente suele ser lo extraordinario.

La radio de la actualidad es más versátil y cuenta con más plataformas para acceder a contenidos que nunca. Pero su materia prima no ha cambiado: es la vida.
Llámalo podcast, llámalo programa, llámalo Twitter X: el público en la cola de esa calle Casp espera a Buenafuente y Romero igual que los que aguardaban a los artistas de la radiodifusión de antaño.
Esperan el estímulo que saca brillo al mayor espectáculo de la cotidianidad, el espectáculo de la palabra.

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