Milagros Agustina González Nieto, la 1ª locutora de RNE Cáceres, cumple 104 años

Milagros Agustina González

Diario Enfermero publica que 104 años acaba de cumplir Milagros Agustina González Nieto, enfermera de Plasencia que nació el 26 de noviembre de 1916 y que para todas sus compañeras, familiares y amigos se ha convertido en un ejemplo de vida. Desde el Colegio de Enfermería de Cáceres han querido rendirle un homenaje y ha protagonizado un reportaje en Avanza Enfermería.



Era la mayor de cinco hermanos: Agustina, Gloria, Carmen, Julita y Ángel. Desde hace años, vive con su hermana Carmen, conocida por Nena que acaba de cumplir 96 años y la hija de esta, Myriam, ha querido compartir con todos su trayectoria vital y laboral.

“Su responsabilidad y sus ganas de trabajar para aportar alguna ayuda económica a su familia la convierten con tan solo ocho años en recadera para los soldados del cuartel, en Plasencia. Después fue aguadora de un matrimonio que vivía en el piso de arriba de su casa familiar, y algo más adelante, a los 18, se marchó a Madrid como asistenta en casa de unos parientes mientras preparaba oposiciones. También fue dependienta de estanco, sanitaria del centro de alimentación infantil ‘La gota de leche’, costurera a domicilio y, por si fuera poco, se convirtió en la primera locutora que Radio Nacional de España tuvo en la ciudad”, cuenta su sobrina.

Trabajó de empleada de comedor y recepcionista en el Hotel Palace de Madrid, y de enfermera en la residencia de tuberculosos de Hervás, el sanatorio A Choupana de Santiago de Compostela, también para enfermos de tuberculosis y en la localidad orensana de Piñor.

En 1981 entró a trabajar como enfermera en el ambulatorio donde permaneció hasta su jubilación. De todos esos servicios, cuenta que “lo que más me gustaban eran las consultas, porque la gente que acudía tenía problemas, te lo contaban y tu como buenamente podías les entendías y les cuidabas”.

“En el laboratorio no podíamos hacer mucho porque estaban los analistas y, básicamente, transcribíamos lo que nos decían. Te dejaban hacer poquita cosa, estábamos con Doña Mª Victoria y Don José Manuel linfo, mono, mono, mono, linfo… así hasta que por fin te pasaban a consulta”, recuerda.

Mención aparte merece su estancia en Venezuela, ‘cruzó el charco’ ella sola, algo que no era lo normal en aquella época para una mujer. Estando en Caracas, trabajó en una fábrica de embutidos, un centro médico como camarera, el cafetín de una compañía petrolera y enfermera y practicante a domicilio.

Hasta fue mucho más glamuroso como modista de la televisión venezolana, gracias a la actriz de telenovelas Gladys Cáceres, una actriz de telenovelas. Después le llegó la jubilación, y lejos de descansar, ella y su hermana Nena se apuntaron a la Universidad de Mayores.

Para mantenerse en buena forma, recomienda caminar una hora todos los días, echarse “un sueñecito” después de comer y entretener la tarde dedicándose a “actividades artísticas”. Junto a su hermana Carmen se dedicó a viajar y visitó numerosos países, entre ellos Rusia o Austria.

A sus 104 años tiene consejos para la colegiación: “Ser lo más estrictas posible en el ejercicio de la profesión, lo más justiciera, atenta y servicial con los enfermos”. Les diría a las nuevas generaciones “que trabajen por vocación, que el enfermo no es un número, es una persona a la que hay que atender todo lo bien que se pueda”.

Como bien dice su sobrina Myriam “su vida ha sido intensa, pionera y vocacional, inteligente y habilidosa para todo. Ayudando siempre a los demás, siempre».

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