Historias de la radio y la censura en Radio Orense, La Voz del Miño y Radio Popular de Orense

En laregion.es leemos que en los años 50 a 70, la radio local cumplió un importante papel para llenar con noticias y entretenimiento las horas de los oyentes, aunque estaba sometida a diversas limitaciones y censura.
En los años 50 a 70, la radio local cumplió un importante papel para llenar con noticias y entretenimiento las horas de los oyentes, hasta que las grandes cadenas absorbieron gran parte del tiempo, dejando reducido espacio a lo que en tiempos fuera un estilo de radio dinámico y de proximidad, ocurrente e interesante. En Ourense tres emisoras se encargaban de esta función, la veterana y decana Radio Orense y las nuevas compañeras la sindical La Voz del Miño y Radio Popular de la COPE. Existía por cierto una excelente relación entre los profesionales de los tres medios, expresada de manera calurosa en la festividad de nuestro patrono San Miguel Arcángel, por aquello de la Anunciación, cuando nos reuníamos todos en una gran fiesta.



En aquellos años, la radio estaba sometida a diversas limitaciones y censura: Sólo se podía dar información local y deportiva, y cuando se empezó a da entrada a los oyentes a través del teléfono era preciso hacerlo mediante un bucle; es decir, la llamada de entrada se grababa en un magnetófono y se emitía por otro, de modo que los controles podrían cortar la cinta antes de salir si se decía alguna inconveniencia. Por otro lado, era obligatorio conectar a las dos y media con Radio Nacional, el diario hablado que se seguía llamando “el parte”, como en la guerra. En determinadas fechas toda la tarde se emitían, “con mucho cariño” los famosos discos dedicados. Era interminable.

Eran frecuentes también los sencillos concursos. En una ocasión, en Radio Popular se nos ocurrió poner en antena un programa de saludos y felicitaciones, de modo que una persona nos llamaba para que mandáramos un determinado mensaje a otra a la que sorprendíamos a través del teléfono. La cosa iba bien hasta que un día llamamos a un señor que entró en antena en directo a quien trasmitimos el mensaje de quien creíamos su amigo. Su reacción fue inmediata: “¡¿Cómo dice?! ¿De parte de quién, de ese hijo de p..que me quiere tomar el pelo? ¡Que se vaya a tomar por el c….!” y cosas parecidas. Cuando el control quiso reaccionar ya era demasiado tarde y había salido al aire. Hubo que suspender el programa ante sus riesgos. Ciertamente el amigo era un gamberro que quería tomar el pelo a otra persona y se aprovechó de nuestra buena fe.

De aquella, el Ministerio de Información y Turismo nos pasaba la relación de discos prohibidos, de modo que teníamos que tapar la parte de los microsurcos donde estaba la grabación para no pudiera utilizarse. Uno de estos discos fue la canción de Juan Manuel Serrat “Manuel” (“Se llamaba Manuel, nació en España”) que al final se suicida, tras una triste vida de desgracia que reflejaba la realidad de aquel tiempo. Otro prohibido era “Bella Chao” de Adolfo Celdrán, o “Je t’aime… moi non plus” que cantaba su autor Gainsbourg y Jane Birkin.

Además, la delegación de Información y Turismo y el Gobierno Civil tenían sus servicios de escucha. Cuando en 1966 salió la Ley Fraga nos llevamos una decepción, ya que, aunque sólo podíamos hacer información local, la crítica a las autoridades municipales tenía que hacerse “con el debido respeto” según el famoso artículo 2. Yo tuve mis problemas con un comentario sobre un concejal de aquel tiempo –que además era militar, pero no porque él protestara, sino un funcionario—quien en una rueda de prensa en el Ayuntamiento anunció que “el nuevo cementerio que se va a construir en Ourense no será como los de ahora, será más alegre”. Ahora nos hará gracias, pero de aquella, ninguna.

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