Girona dedica una calle a Francina Boris, primera locutora de Ràdio Girona

Francina Boris

Jordi Grau escribe en El Punt Avui que ayer (4/6) la ciudad de Girona dedicó una placita en la Redonda a la periodista Pepa Bouis, amiga que nos dejó en 2011, a los 58 años.
Fui a él, y a la Pepa le habría hecho ilusión que un pequeño trozo de esta ciudad llevara su nombre y que tantos amigos y familia se reunieran para recordarla.
El viernes anterior había sido en el pasaje de la Francina Boris, en el Pla de Baix de Domeny. Y, hace unas semanas, en el parque que lleva el nombre del profesor y articulista Jordi Vilamitjana, que tanto escribió sobre Girona y Santa Eugenia.
También hay un rincón del casco antiguo que recuerda a Modest Prats, cura y profesor y tan ligado a este diario, del que formó parte de su consejo editorial. Aquel viernes 28 de mayo, en el paseo Francina Boris, recordé la locutora y activista, que fue la primera voz de Radio Girona, en 1933, y que tiene una sala dedicada en Òmnium Gironès. Ochenta y ocho años después, la ciudad le ofrece un paseo donde se puede tomar el sol de tarde y el viento hace agradable la estancia, como decía el poema que le escribió su nieta Ariadna Vidal y que leyó su hermana Laia.
La Francina, con la que trabajé diez años en Ràdio Girona, desde 1974, estaría gozosa porque se la recuerda y porque Josep Cassú anunció que le había dedicado una sardana y para que algún día los sonidos de la danza más bella sonarán en este paseo de Domeny que ella ni podía imaginar cuando los fines de semana pasaba para ir a su casa de Llorà.
En ese acto no me sido recordar al amigo Tiá Salellas, de quien ese día hacía trece años de su muerte. Y que el día antes, también hace trece años, el 27 de mayo de 2008, había muerto otro amigo, Miguel Diumé, hombre de radio. Cuando murió, Miquel tenía 60 años y Tiá, 59. La Pepa Bouis, 58 y Jordi Vilamitjana, 56. La longevidad de Francina, 98 años, rompe la estadística de estos recuerdos de gente tan querida y tan ligada a los medios ya los que la ciudad de Girona recuerda años después de su muerte.
Tiá tiene su plaza en la Font de la Pólvora y la sala de prensa del ayuntamiento de Girona lleva el nombre de Miquel Diumé, que también da nombre al premio de radio de los premios Rahola de periodismo. Todos ellos activistas, buenos ciudadanos y con una gran trascendencia en los medios de comunicación.
Está bien recordarlos y está bien que la ciudad les recuerde. Han dejado huella. Hicieron un buen trabajo, pero por encima de todo eran amigos a los que echamos de menos.



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