El ‘Gora Euzkadi askatuta’ que hizo temblar a Radio San Sebastián en 1947

Iban Gorriti escribe en Deia que se cumplen quince años de la muerte de José Joaquín Azurza, quien junto a otros jeltzales cortó la programación de la emisora entonces franquista durante el Aberri Eguna de 1947.



En octubre se cumplirán 15 años de la muerte José Joaquín Azurza, el hombre clave para que técnicamente se pusiera en marcha el proyecto de Radio Euzkadi en el exilio venezolano. Conocido como Jota Jota o Telefunken –porque llevaba la radio en su mente–, protagonizó en un día de Aberri Eguna la interrupción de las emisiones radiofónicas para lanzar proclamas de la resistencia vasca.

Consiguió recalar en Venezuela, donde fue presidente del Centro Vasco de Caracas. Allí fue hombre de confianza del vicepresidente del Gobierno vasco en el exilio, Joseba Rezola; y formó junto a Jokin Inza, Xabier Leizaola y Alberto Elosegi el núcleo dirigente del grupo EGI. De vuelta a Euskadi trabajó en el proyecto de EITB. El PNV lo recuerda siempre como «hombre con una cabeza privilegiada que escribía, opinaba y hacia un activismo político de forma intensa».

El exsenador Iñaki Anasagasti valoriza la figura de Azurza con el objeto de que a día de hoy aún se lo recuerde presente. «Fue un hombre muy importante, con una cabeza muy bien amueblada, inteligente donde los haya», valora, y va más allá: «Fue un ingeniero perspicaz, con la experiencia radiofónica que montó en San Sebastián, así como su trabajo en la empresa Shell, con un inglés perfecto. Se enteró de que iban a cambiar dos transformadores que comunicaban desde la petrolera con las refinerías de las Islas Curacao, Aruba y Bonaire. Se hizo con ellos y se convirtieron en la base de las emisiones clandestinas de Radio Euzkadi. Azurza los bautizó como Pedro y Pablo».

La hemeroteca jeltzale lo recuerda, así como los «cortes de Radio San Sebastián». En este último caso, cómo se acercaba el Aberri Eguna de 1947. En la revista Euzkadi, el propio Azurza y Elosegi valoraban aquellos momentos como los más aciagos de la lucha clandestina. La frontera del Bidasoa se hallaba cerrada por el boicot a Franco por parte de las Naciones Unidas. Los mal denominados «batallones de trabajadores», es decir, batallones de esclavos de Franco, funcionaban todavía y se estaba iniciando la construcción en Madrid del terrorífico «Valle de sus Caídos» –valoraban los jeltzales– en Cuelgamuros.

Faltaban aún trece años para que la televisión llegara a Euskadi. La española comenzó sus transmisiones de Sollube en 1960. La única emisora de radiodifusión que había en Gipuzkoa en 1947 se denominaba EAJ 8, Radio San Sebastián, en el monte Igeldo, con sus estudios en la Avenida de España, 27. «Era, a la vez, la emisora mejor situada, con mejor antena y más potencia en Euzkadi, lo cual la hacía perfectamente audible en toda Euzkadi, desde Bilbao a Zuberoa y desde Baiona hasta La Rioja», enfatizaban.

En la zona de Bilbao, Pamplona y Vitoria, funcionaban otras pequeñas emisoras sin alcance fuera de dichas ciudades. Todo el resto escuchaba Radio San Sebastián.
Una célula de la Resistencia que operaba en El Antiguo, «semillero de patriotas» –calificaban-, dirigida por un gudari mecánico de ascensores, y compuesta por jóvenes de 18 a 25 años, torneros, oficinistas, estudiantes y algún técnico en teléfonos, concibió la idea de utilizar la emisora de Igeldo el día de Aberri Eguna para efectuar una transmisión clandestina.

Utilizando un amplificador telefónico de estado sólido, antes de la invención del transistor, idearon ponerse en paralelo en la línea telefónica que iba desde el estudio de la avenida hasta Igeldo. Se seleccionó un lugar, cercano al actual edificio Erregeenea, donde la línea iba aérea sobre postes de madera.

Pero había unas cuatro líneas telefónicas y era imprescindible identificar la que llevaba el programa, para lo cual, con un «plenilunio fantástico», a las 22.30 horas del Jueves Santo, 3 de abril, un joven tornero de 19 años subió al poste con escaladores.

No era empresa fácil. Identificada la línea en uso por la emisora, se acabó la transmisión, por lo que no se pudo efectuar una prueba. Quedaron en el poste dos hilos esmaltados muy finos, unidos a la línea por unas pinzas de cocodrilo. Se vigiló la línea el viernes, que tampoco hubo emisiones. El sábado al mediodía, dando dos cortos silbidos, mientras el jefe de la célula de la Resistencia, el exgudari, escuchaba en su casa, se probó el sistema. Funcionó a la perfección: «Creía que nos iban a descubrir, pues se ha oído muy fuerte», fue en aquel mismo momento el mensaje del coordinador. Había posibilidad, con dudas, de emitir por Radio San Sebastián.

Llegó el 6 de abril, Aberri Eguna. Desde la víspera estaba montada la matxinada para las dos de la tarde, con todo el mundo en la mesa o de sobremesa. Y el horario se cumplió: Tres jóvenes acudieron al pie del poste donde estaban las pinzas conectadas y los alambres finos que llegaban hasta la base. Conectaron su aparato y escucharon el programa en curso. Cuando desde el estudio pusieron una música tenue, un solo de violín, pasaron el contacto de su amplificador, y la voz de un estudiante de 19 años leyó el mensaje que electrizó a miles de radioescuchas: «¡Vascos, abertzales! ¡Hoy es el Día de la Patria! Gora Euzkadi Askatuta!», y a continuación en euskera el mismo mensaje: «Euzkotarrak, entzun, gaur Aberri Eguna degu. Gora Euzkadi Askatuta», y leyó una frase que no se oyó en antena porque fue cortada por el operador de la radio quien, por lo que luego se supo, estaba en el balcón de la emisora aquel día radiante y primaveral mirando a la Bahía de La Concha, y al oír lo que el locutor clandestino estaba diciendo, «echó a correr, resbaló, se cayó, se levantó y alcanzó el interruptor general de la consola cortando el programa». La frase que faltó instaba a todos a escuchar Radio Euzkadi, que entonces transmitía desde cerca de Baiona y prometía que pronto hablaría al pueblo vasco libremente.

Rumores
Los bulos acerca de cómo pudo suceder la interrupción constituyeron la comidilla de las semanas siguientes a este hecho. Desde Vitoria, los del régimen llamaron alarmados al Gobierno Civil preguntando qué ocurría en San Sebastián. La policía investigó, encontró los alambres finos y las pinzas, pero no pudo dar con los autores. Los dos años siguientes hubo otras cuatro transmisiones de la Resistencia por Radio San Sebastián. Era una pugna de ingenio entre el técnico de la emisora donostiarra Acarreta y los de la clandestinidad.

El PNV siempre tuvo presente que la resistencia civil consistía en mantener firme el espíritu del pueblo por medio de acciones que no produjesen bajas, ni tanta sangre como en las aún recientes ejecuciones se había derramado. «En este sentido, el grupo que llevó a cabo las acciones de la radio en San Sebastián puede afirmarse que nunca dejó pelos en la gatera: nadie, jamás, fue encarcelado ni tuvo que fugarse por las arriesgadas acciones técnicas de la radio. Es un récord de la Resistencia Vasca», concluían con orgullo los jeltzales.

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