Crónica del «Hoy por hoy» de Cadena SER desde un barco en el Guadalquivir

Cadena SER

Ramón Reig escribe en elcorreoweb.es: El programa Hoy por Hoy, de la Cadena SER, conducido por Àngels Barceló, descendió ayer en barco por el Guadalquivir desde Sevilla hasta Sanlúcar de Barrameda, como hicieran Magallanes y Elcano en 1519. Fue una buena idea. Todo lo que sea recordar la historia para aprender de ella es positivo a lo cual se añade la promoción de Sevilla que en el momento en que vuelva la normalidad aunque nos siga acompañando el virus, estallará como la ciudad magnética y potencia turística que es. Lo que hay que asimilar del todo es que Sevilla no se puede quedar sólo en lo turístico sino que debe impulsar la actividad de sus zonas tecnológicas e industriales.



La iniciativa de la SER supone además un nuevo caso de acercamiento físico de la radio a los públicos que enlaza con una tradición radiofónica en Sevilla, en España y en otros países del mundo. Existen aún personas pertenecientes a la “Generación Radio”, a mí me tocó un trocito de aquel tiempo en que no todo el mundo podía comprar una televisión. La radio nació en España en 1923 y la televisión en 1956 pero cuando nació la televisión en toda España había unos quinientos televisores y la mayoría estaban en Madrid. Cuando yo tenía 14 o 15 años aún hacía mis traducciones de latín y griego para el bachiller de letras escuchando la radio y me iba a ver la TV un ratito a casas de vecinos que gozaran de un aparato y me dejaran estar en sus hogares.

Hay dos excelentes películas que reflejan la Generación Radio. Una es extranjera, Días de radio (1987), de Woody Allen, donde se constata la pasión de los estadounidenses por la radio y donde se recoge el experimento radiofónico de Orson Welles en el que narra una imaginaria invasión de la Tierra por parte de extraterrestres, que demostró la fuerza de la influencia de la comunicación en el ciudadano. La otra es una de las mejores cintas del cine español, Historias de la radio (1955), de José Luis Sáenz de Heredia. En ambas de observan emisiones cara al público como las que tuvimos en Radio Sevilla y en la Plaza del Duque, en el teatro de la planta baja de la antigua sede de CCOO donde se encontraban La Voz del Guadalquivir o Radio Peninsular. Cuando aquel espacio se empezó a utilizar como teatro aún pude ver el rectángulo cegado en la pared donde se encontraba la “pecera” o abertura acristalada que separaba el escenario de la parte tecnológica o de realización radiofónica.

La película de Sáenz de Heredia aparece un año antes que la TV en España, yo tenía menos de un año cuando se estrenó. Es una delicia ver al locutor chileno Bobby Deglané y a otros personajes no actores ejerciendo como tales, acompañados por Francisco Rabal, Tony Leblanc, José Isbert y otros. Cuando en 2015 Radio Sevilla cumplió 90 años publicó en su web el ambiente de la radio en Sevilla en los años 40 y 50: “El auditorio de Radio Sevilla se llena de público todos los días, para participar en los programas en directo”. Los años 50 fueron “la década de los concursos radiofónicos multitudinarios, con presencia de público en los estudios de Radio Sevilla, siendo la radio la cara feliz de una ciudad que lucha por salir adelante, en medio de los problemas de la posguerra, que apenas tienen reflejo en un medio que se ha convertido en oportunidad de evasión”. Rafael Santisteban fue uno de los locutores ya clásicos de la historia de la radio sobre todo en Sevilla.

En los tiempos actuales se ofrecen a los públicos por parte de la SER y de RNE, sobre todo, numerosos programas en directo con los públicos presentes. Ayer fue una demostración más de la principal característica que posee la radio y que la distingue de los demás medios: la cercanía psicológica con el receptor.

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