Carles Francino: (Cadena SER): “A la política del modelo ‘Sálvame’ le hemos dedicado demasiados minutos”

Carles Francino

Pablo Bujalance le entrevista para Diario de Sevilla:
La historia reciente de la radio en España no se entendería sin la voz de Carles Francino (Barcelona, 1958), quien, eso sí, compaginó en su juventud los micrófonos y el fútbol hasta que finalmente se impusieron las ondas. Miembro del equipo fundador de Canal + en Madrid y pieza esencial de TV3 durante los años 90, se hizo imprescindible en la Cadena Ser desde que en 2005 sustituyera a Iñaki Gabilondo en Hoy por Hoy. Desde 2012 presenta La ventana, para la que este viernes firmará un programa especial realizado desde La Térmica, en Málaga, previo a la gala de los Goya que tendrá lugar este sábado.

  • ¿Con qué expectativas llega a esta gala de los Goya?
  • Lo importante era que se hiciera. Después, el cómo se haga podrá gustar más o menos a cada cual. Pero había que darle visibilidad también este año al cine español con este encuentro. Una encuesta publicada hace unos días señalaba que el 70% de la población echa de menos ir al cine con normalidad y está dispuesta a volver a las salas en cuanto sea posible. En ese contexto, hacer la gala de los Goya era esencial.
  • Eso nos llevaría a una reflexión algo delicada sobre los efectos positivos de la pandemia como revulsivo para el cine y la cultura.
  • Yo haría incluso dos reflexiones: una, sobre la evidencia de que la cultura ha sido un bien esencial este tiempo, especialmente durante el confinamiento, cuando contribuyó de manera decidida a aliviar la situación. Y otra, al hilo de la encuesta de la que te hablaba, sobre el hecho de que, si durante el confinamiento tuvimos a nuestra disposición una oferta audiovisual enorme a través de las plataformas, ir al cine es otra cosa. Es decir, no es lo mismo ver películas que ir al cine. Y no es lo mismo para bien y para mal, que conste.
  • ¿Le ha permitido este año ver su oficio en la radio de otra manera, con más cercanía respecto al oyente?
  • Sí, sin duda. Cuando empiezas a hacer radio lo primero que te dicen es que pienses en todo momento en la vecina anónima del tercer piso que te está escuchando. Eso lo tienes siempre presente, pero este año ha sido muy especial, he podido vivir todo esto a flor de piel. Me he sentido más útil que nunca, he vivido una de las experiencias más extraordinarias de mi carrera. Y he podido comprobar aún más que la radio es la primera red social, la que con más fuerza es capaz de unir a la gente.
  • El último grito en los formatos de comunicación es el podcast. ¿Se trataba al final de volver a la radio?
  • La radio está al principio y al final de la comunicación. Es el medio que mejor se ha adaptado a la revolución digital, en parte porque a través de los podcasts y otros formatos podemos llegar a audiencias fragmentadas y satisfacer intereses muy particulares. La radio siempre ha estado ahí, no ha cambiado, pero al mismo tiempo ha sabido favorecer los nuevos usos que la sociedad demandaba. Piensa que España es el segundo país del mundo después de Colombia en el que más radio se consume.
  • ¿Tal vez esa fácil adaptación tiene que ver con el hecho de que la radio ha conservado sus mecanismos tradicionales de consumo, lo que no se puede decir de la prensa y la televisión?
  • Sí, la radio sigue estando en el mismo centro del acto esencial de la comunicación: alguien habla y otro alguien escucha. A partir de aquí el medio ha crecido, se ha diversificado, por supuesto, ha incorporado diversos modos de participación. Pero ese acto esencial continúa intacto.
  • Más allá de la radio, ¿cómo lo hacemos para que los medios de comunicación recuperen su credibilidad?
  • Hay que partir de la base de que cualquier sociedad democrática necesita medios críticos, honestos y plurales, en un abanico editorial lo más amplio posible. Y hay que recordar esto en contraposición con focos de intoxicación y desinformación que por una parte son difíciles de digerir y por otra llegan a todas partes. Yo señalaría en la actualidad dos enemigos fundamentales de los medios de comunicación: la precariedad y la confusión. Y para combatirlos hace falta honestidad y credibilidad. Eso no se puede perder.
  • ¿Hay más presiones políticas ahora para el periodismo que, pongamos, cuando empezó usted al frente de Hoy por hoy en 2005?
  • Hay un mayor asedio general para influir en los medios. Eso puedo decir, al menos, respecto al mío. El problema es que hemos cedido un minutaje excesivo a cierta información política que responde al modelo de Sálvame y que, estrictamente, no es información política. A ver, todo es política: cuando en la radio hablas de educación o de sanidad, estás hablando de política. Lo que no es política es la pelea partidista, y a esto se le ha prestado demasiada atención. Con la trifulca se da una paradoja: es tremendamente aburrida y, al mismo tiempo, genera mucha adicción. Cuando lo centras todo en la pelea permanente, lo que tienes es a un montón de ciudadanos levantándose por las mañanas y preguntando dónde está su ración de bronca. Desde que trabajo en La ventana la política ocupa en mi agenda un espacio mucho menor que el ocupaba cuando estaba en la radio por las mañanas, y esto me ha llevado a tomar una posición clara al respecto. Más que alentar la discusión gratuita, por mucho que lo pida la audiencia, me parece que la radio debe estar, ante todo, para ofrecer ideas y experiencias de valor al oyente, para abrir su mirada al mismo tiempo que le sirve de entretenimiento. Para acompañar, exactamente, en el amplio sentido del término.
  • ¿Alguna vez echa de menos que el fútbol, y no el periodismo, le hubiera dado el sí en su juventud?
  • Absolutamente. Cambiaría sin dudar mis 43 años de profesión por jugar una sola temporada en el Barça.



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