Aquí París, les habla Adelita del Campo…

Adelita Del Campo

A Ismael Belda hay que agradecer este extraordinario artículo publicado en El Mundo y que nos acerca a la historia de Adelita Del Campo, una locutora española que hizo su carrera en Paris.



Para miles y miles de exiliados y opositores, para quienes entre el escepticismo y la quimera esperaban día a día un suceso inesperado, un milagro, una acción internacional, un accidente o una heroica actuación que acabara definitivamente con la dictadura de Francisco Franco, las emisiones en español de la radiodifusión pública francesa (ORTF) se convertirían durante tres décadas en una encendida ilusión escuchada a hurtadillas, a menudo tan sólo iluminados por la tenue bujía dorada de un receptor sesgado por las silbidos de las interferencias, y donde a las once en punto de la noche brotaría, como una paloma desde una chistera democrática, la modulada y lejana voz nocturna de Adelita del Campo irrumpiendo en la programación como una bomba alegre: «¡Aquí Radio París!». De 1946 a 1951, en que pasó ya a ser un boletín de esperanza diario, y hasta 1976, ya muerto el Caudillo.

Unas emisiones misceláneas, las de Radio París Internacional, repletas de noticias, entrevistas, crónicas o reportajes que, como evocaría el catedrático de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Alicante José Carlos Rovira, «tenían un sonido preciso, unos nombres, una música concreta, y una lucha diaria por evitar que el gobierno francés hiciera caso a las peticiones de cierre que llegaban desde el ilegítimo gobierno de España». Entre esas perseguidas secciones, el Kiosco de periódicos, Tarjeta de visita y El correo del oyente, su famosa y emotiva lectura de correspondencia.

Natural de Barcelona (3 de agosto de 1916) Adela Carreras Taurà brincaría en el escenario como actriz desde los 12 años, al seguir la carrera de sus abuelos maternos, Francesc Carreras Milanta, cubano, originario de Hoyo Colorado, y Joaquina Taurà, con antepasados en Llombai y Mislata. Ambos conformarían la pequeña compañía de teatro, de divertido y republicano repertorio, Zari y Zar, cuya historia puede recordarse a través de los documentos y recuerdos que su biznieto, Carlos Ramírez Carreras, cedería a la Biblioteca Nicolau Primitiu de la Generalitat Valenciana, junto a dos centenares de libros de sus padres, con dedicatorias de notables escritores e intelectuales.

También bailarina de éxito, Adelita Carreras apoyaría el programa anarquista en la Guerra de España, uniéndose a sus filas en el Bajo Aragón, codirigiendo la organización revolucionaria y feminista Mujeres Libres, desarrollando atrevidos proyectos culturales y asistenciales para los milicianos, actuando con el grupo Teatro del Frente y editando Titán, breve órgano de propaganda de las Juventudes Libertarias de Aragón. Ocupada Catalunya por las tropas de Franco, se asilaría en Francia, donde acabaría presa en tres campos de concentración. Inquieta y fecunda, en el de la playa de Argelès-Sur-Mer animaría todo tipo de acciones culturales: alfabetización, teatro, recitales poéticos, boletines o, externamente, la Colonia Escolar Canigó para niños, que ella dirigiría. Por toda esta inmensa actividad formativa pasaría a ser reconocida entre los exiliados como Adelita del Campo. Adelita de los campos de concentración.

En el de Argelès-Sur-Mer intimaría con su posterior marido y compañero en las ondas radiofónicas, Julián Antonio Ramírez Hernando, con quien se casaría judicialmente en febrero de 1942. En junio de ese mismo año nacería Carlos, el único hijo del matrimonio. Con una larga trayectoria republicana y comunista, además de una seductora oralidad, Julián convencería a Adela para su ingreso en la sección del exilio del PCE. Colaboradora del maquis francés, Adelita del Campo subsistiría con diversos oficios tras la derrota nazi, como ayudante de dentista u obrera en una fábrica de chocolates, mientras proseguía con su actividad política y firmaba actuaciones, que resultarían insuficientes para llegar a fin de mes.

La vida no fue fácil en esa época y como refugiados políticos soportarían una existencia a veces muy precaria, azarosa. Lo rememora Carlos Ramírez desde su casa de Mutxamel, en L’Alacantí, ante una mesa colmada de memoria: «durante 15 años vivimos en habitaciones de hotel, en alguna ocasión con apenas un grifo en el pasillo para todos. En otra habitación, vivían, dormían y trabajaban los abuelos». Una situación que mejoraría lentamente al ingresar Adela en el Grupo Teatral Radiofónico Español de Radio París e incorporarse, antes que Julián, a las emisiones en lengua española. Importante fue el empuje del nuevo director de la emisora, André Camp, de Narbona, condecorado antinazi y futuro responsable de la RTV gala, quien en 1960 también editaría programas en catalán, vasco y gallego.

Una jubilación alicantina

En 1976 los esposos se afincarían definitivamente en Mutxamel. «Aún destaparon una botella de champán en París» tras la muerte de Franco, evoca Carlos Ramírez. Recio, atlético y locuaz, natural de Riom, en el departamento francés de Puy de Dôme, donde nacería en plena invasión esvástica, el hijo de los locutores y combatientes republicanos explica, con brillos de recuerdos, cómo sus padres llegaron a venirse: «La primera vez fue para visitar a la madre de Antonio Torreblanca, un compañero de equipo de la radio, cuñado de Félix Rodríguez de la Fuente, que era de aquí e hijo de Antonio Pérez Torreblanca (de Villena, diputado socialista en la República, periodista, abogado y regidor alicantino), y cuñado también, a través de su hermana Encarna, del doctor Eduardo Ramos Aisa». Una vez contemplada la placidez marítima del entorno, «en París leerían un interesante anuncio sobre la nueva Urbanización Niza a edificar en Sant Joan pueblo. Y comprarían un piso, a principios de los sesenta». Ideal para las vacaciones familiares. Aunque nunca vivirían en él sino en la Urbanización Molí Nou, en la salida de Mutxamel hacia Xixona, en una casa verde y cálida de amplísima parcela. El piso de Niza sencillamente serviría de refugio a amigos y camaradas comunistas en tránsito o en riesgo de detención.

Aquejada de bronquios, Adelita viviría, no obstante, una ancianidad dinámica, comprometida con el PCE y con su sempiterno amor por el teatro. En sus últimos años crearía el grupo Polseguera, que actuaría en colegios e institutos de la comarca, regalaría clases y actuaciones teatrales y compartiría generosamente todo su aprendizaje. El 24 de junio de 1999 fallecería en su amada villa de Perpinyà, donde años antes había comprado una vivienda con su esposo. A solo 23 kilómetros por carretera del antiguo campo de Argelès-Sur-Mer, donde se conocieron.

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