Olvido Macías (Onda Cero) publica su libro «Hogares compartidos»

Olvido Macias

Coincidiendo con la publicación del libro «Hogares Compartidos», Carlos Fominaya ha estrevistado para ABC a su autora y periodista de Onda Cero.

Implicada, generosa, profesional… Esta tarde la periodista Olvido Macías deja por un rato su programa «No son horas» de Onda Cero para presentar en Madrid su último libro, «Hogares compartidos», de LID, en el que recoge 26 maravillosas historias de acogida familiar. Esta obra tan necesaria, confiesa, surgió un poco poco de casualidad, tras una charla con el director general de la Familia y el Menor de la Comunidad de Madrid. «Hablábamos sobre mi anterior libro, donde me hacía eco de diversos testimonios de adopciones, y me dijo que había un grupo de familias interesadas en contar su experiencia».

Macías, reconoce, sabía de esta desconocida medida de protección infantil lo mismo que el resto de la sociedad, es decir, poco. «Tenía esa visión generalizada y deformada de cuando ves en los medios un conflicto entre familias de acogida y biológicas. Pensaba que eran niños que estaban con una familia y que, cuando se les cogía cariño, te los quitaban. Al ir conociendo las diferentes historias, entendí que tenía que poner voz a estos pequeños».

La acogida, señala esta periodista, «es mucho más es ser padres y madres de un niño que necesita cariño, o deseo de ser protegido, y que además va a una casa que no conoce. La entrega de esos padres me parece excepcional, porque están criando y cuidando a unos niños que no saben si volverán con sus padres biológicos y en qué momento lo harán».

-Explique a nuestros lectores, en primer lugar, qué es la acogida y cuánto puede durar.
– Es la forma de ser padre más generosa, porque supone cuidar y entregarse a un niño, sabiendo que su destino va a ser tal vez no estar con ellos definitivamente. Porque el objetivo final de la acogida es el regreso con la familia extensa (tíos, abuelos…). En ocasiones el periodo del tiempo es corto y definido, como en el caso del acogimiento temporal y de urgencia, y en otros casos se trata de un tiempo más largo, de duración indefinida: es el permanente. El niño acogido se integra plenamente en la vida de la familia acogedora mientras mantiene la relación con su familia de origen mediante visitas. La adopción por contra está equiparada a la filiación biológica, extingue los vínculos jurídicos entre el adoptado y su familia de origen y es irrevocable.

-¿Cuál es la función de unos padres de acogida?
– Llenar esos vacíos emocionales que esos niños tienen, para que cuando se tengan que ir hayan sanado esas heridas. Para mi es como una vacuna que les ponen a esos pequeños contra todo lo malo que han vivido antes. Hay una frase que cita mucho en sus conferencias el catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, Jesús Palacios, que dice que un niño necesita que al menos un adulto se vuelva loco por él. Y si te paras a pensar, realmente es eso lo que todos queremos en la vida, importarle a alguien. Ellos solo quieren que les cuiden, hagan con ellos los deberes, les cuenten un cuento, les arropen y les den un beso por la noche antes de irse a dormir.

-¿Qué cree usted que tiene que tener una familia de acogida? ¿Hay algo que les hace diferentes, como hechos de otra pasta?
– Estos padres no saben si sus «hijos» de acogida son de paso, por eso me parece la forma más generosa de ejercer la paternidad. Tienen un gen especial, que les hace ser súper comprometidos con estos niños que llegan. Ellos dicen que no, lo niegan, y aseguran que reciben más que lo que dan, Pero realmente, si ellos no dieran, estos niños no recibirían. Tienen un corazón como una catedral y personalmente me producen una admiración tremenda. Son admirables. Y no tiene por qué ser necesariamente por un tema religioso. Es verdad que todas las personas podemos acoger pero estos padres tienen un gen especial que les hace ser así.

Haría una mención especial a los padres de acogida de urgencia. Aquellos que tienen su casa lista siempre para recibir bebés, que generalmente presentan síndrome de abstinencia y a los 6 meses casi seguro que se los llevan porque vuelven con su familia… Pero mientras tanto, ellos atienden a esos niños día y noche, además de cuidar a los suyos propios, y en muchos casos, a alguno de acogida que tengan en casa más mayorcito.

Pero cuando se planteen ser familias de acogida, van a tener cursillos que les van a hacer ver esto más claro. Tú puedes decidir qué acogida vas a querer, y adaptarla a tus necesidades. No puedes decir: «voy a acoger a cinco hermanos», cuando tu capacidad es para dos. La cuestión no es hacerse los valientes, ni los héroes. Es ver cuantos niños puedes ayudar. Son familias con un corazón inmenso, insisto.

-¿El mayor error que comete la sociedad cuando piensa en la acogida es pensar que es para siempre?
– Es muy importante que la gente sepa que la acogida no es el camino fácil para la adopción. Es verdad que hay muchos niños se quedan en acogida permanente, pero es un error utilizar esta vía para conseguir fácilmente un niño que se considere «tuyo», ente comillas.

-Muchos piensan que la acogida es para gente con ciertos recursos económicos.
-En absoluto. No suelen ser gente con muchos recursos, son familias de nivel medio. Evidentemente esto supone que hay que ajustarse el cinturón un poco más, porque la mayoría de las veces los especialistas los pagan los padres de acogida. No necesitas ser millonario ni superhéroe, pero sí saber qué niños puedes acoger. Es decir, si se trata de un niño con necesidades especiales tendrás que tener en cuenta que acabas utilizando o necesitando ayudas o recursos. La ayuda media en general es de 300 euros. Porque a partir del segundo niño te penalizan, por decírlo así.

-¿Desde qué edad y hasta cuándo es posible acoger?
-En principio, desde los veinticinco hasta los sesenta años. Pero hay un fenómeno curioso que está aumentando, que es el de las abuelas de acogida de familia extensa. Para este grupo de acogimiento las ayudas en la Comunidad de Madrid se han duplicado este año.

-Muchos de estos niños llegan muy heridos… ¿Cómo se lidia con eso?
-«¿Por qué me queréis si no sois mis padres?» Esta frase la dijo uno de los protagonistas del libro. Estos niños echan muchos pulsos, pero es para ver si los vas a dejar. Te lo dicen: «Yo he tensado mucho la cuerda porque necesitaba saber si me querían, si iban a aguantarme». Tienes que tener un master en paciencia. Cuando ya esas heridas se curan y esos vacíos emocionales se han llenado, y un niño ve que tiene seguridad y cariño, has cumplido tu labor. Pero es verdad que te lo pueden poner difícil en general.

-¿Qué es necesario para que se conozca más esta medida de protección de la infancia?
-Hay buena voluntad, pero faltan muchos medios. Es necesario que haya mayor coordinación entre las comunidades, porque resulta muy injusto que, según donde se viva, haya más atención, o más o menos ayudas cuando realmente es el mismo país, y se trata de los mismos niños con las mismas necesidades. Lo ideal sería que existiera un fondo equitativo para todas las familias de acogida, que a la postre, son las grandes colaboradoras de la administración. Están facilitando que esos niños tengan una familia donde estar. La cuestión es que en este momento hay 13.500 niños tutelados en España que podrían ser acogidos. Habría que cambiar un poco de mentalidad y no querer siempre un bebé en casa. Hay niños más mayores y otros con necesidades especiales que también necesitan esos abrazos.

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