
31.01.2025.- Cristina Luis le ha entrevistado para elmundo.es: Su sueño era ser un gran locutor de radio, pero el humor se cruzó en su camino. Desata tantas carcajadas como ampollas levanta con sus chanzas a votantes y figuras de izquierda en ‘Las noches de Ortega’, su programa emblema de la Cadena SER.
¿Le pone el jaleíto, el levantar ampollas?
No, que va. Yo soy muy prudente siempre. Me gusta el sosiego, la calma. Si alguna vez he provocado algo, que no lo creo, no me gusta.
¿No ha recibido ninguna amenaza por sus bromas?
¡Qué va! Además hago una cosa que creo que no está bien, que es no mirar nunca las redes sociales. Nunca miro reacciones a lo que hago. A lo mejor sí que está lleno de cosas espantosas que me he perdido. Yo estoy desconectado de la gente y de lo que me puedan decir. Me da una felicidad increíble.
¿Con qué objetivo nace su humor? ¿Qué busca?
El objetivo ha ido cambiando. Uno básico es hacer reír a la gente que se parece a mí y ya está, porque es la única que conozco. Que la gente que es como yo pueda reírse de las cosas que a mí me hacen gracia. Pero también a veces derivo en una cosa que que no es tanto humor sino algo más poético. Resumiendo, busco hacer cosas que tengan calidad suficiente como para ser emitidas en una radio.
¿De dónde coge ideas? Me da la sensación de que es alguien solitario al que le gusta estar a su aire.
Sí, casi el 90% del tiempo estoy en casa grabando. Pero a veces voy a la radio y hablo con la gente. Ahí detecto cuál es el asunto principal del que se habla durante esa semana, como pasó con el aniversario de Franco, que hice un programa hace poco. Después me meto en ese asunto desde un ángulo mío. Aunque la mayoría de temas que abordo son universales, como la muerte o el amor. El último iba de un hombre enamorado de una gallina.
Pero la mayoría de sus programas que viralizan son los que giran en torno a la actualidad, como aquel parodiando los Premios Goya.
Sí, es increíble. Me he encontrado con actores y todos me dicen «¡hostia, qué guay!». Pasa una cosa increíble que es que cualquier programa que yo haga que intenta parodiar a un colectivo, a ese mismo colectivo le gusta. Creo que es porque nadie se siente representado. Siempre creemos que los señalados son los demás. Si hago una crítica sobre la tontería de ciertos sectores del mundo de la cultura, todos creen que me estoy refiriendo a sus compañeros, no a ellos. Ninguno reconocemos cómo somos en realidad y eso, al menos, me permite que nadie se enfade conmigo.
85478
Sé el primero en comentar este artículo