Guillermo Fesser: «La radio ahora es solo opinión, echo de menos el ambiente»

Guillermo Fesser

El Confidencial nos aporta esta interesante entrevista con Guillermo Fesser, quien por muchas cosas que haga en su vida, por siempre será el 50% de los míticos Gomaespuma

A caballo entre Estados Unidos y España, Guillermo Fesser (Madrid, 1960) ha regresado a nuestro país para presentar su última novela, ‘Mi Amigo Invisible’ (Espasa). Un libro en el que, el fundador de Gomaespuma, recupera la cotidianeidad y el surrealismo que le caracterizan relatando la historia de un escritor en apuros. Juan Carlos Ingelmo es un hombre que se debe enfrentar al reto de escribir su segunda novela tras un estreno literario exitoso. Pero a la crisis creativa se suman los problemas personales y vitales del escritor, vivencias que deberá superar con la ayuda de Agenjo, su amigo invisible.

A pesar de la distancia, el periodista madrileño sigue presente en los medios de comunicación españoles, participando en el programa de Onda Cero, ‘Mas de Uno‘ y en ‘El Intermedio’ de La Sexta desde Estados Unidos, analizando a su modo la actualidad del país norteamericano y del gobierno de Trump. Una labor que le permite decir con orgullo que ahora está «haciendo lo que me gusta que es lo más difícil de conseguir». Satisfacción a la que hay que sumar su nuevo trabajo literario, porque Fesser reconoce que «estoy ilusionado como un niño con zapatos nuevos con este libro» antes de asegurar que, a diferencia de ‘A Cien Millas de Manhattan’, con ‘Mi Amigo Invisible’ «la gente no va a aprender nada pero lo va a pasar bien. Espero que sí, porque se va a identificar con muchas tonterías».

P. ¿Por qué una novela ahora?
R. Marcharse a Estados Unidos parece muy romántico, porque te vas como Lolita a hacer las Américas, pero realmente te vas de tu casa, te vas de tu idioma, te vas de tus amigos y te vas de las referencias que tienes. De repente no sabes ni cual es el teléfono que hay que marcar en caso de urgencia, ni puedes llamar al director de nada a ver si te echa un cable de algo. Primero porque no le conoces, y luego porque aunque le conocieras, no hablas su idioma.

En esos primeros años en Estados Unidos pasé mucho tiempo intentando sacar adelante proyectos que no salían, y en esa desesperación, creo que como psicoanálisis, empecé a escribir un diario, no mío, sino un poco surrealista de un tipo que estaba en la misma situación de Kafka en la que todo le iba mal. Y así surgió ‘Mi amigo invisible’. Un humano desesperado, con cuarenta años, al que le empieza a fallar todo.

P. El humano desesperado tiene un nombre muy reconocible para los amantes de la radio, Juan Carlos Ingelmo. ¿Por qué?
R: Ingelmo es un nombre que desde que empezamos Gomaespuma nos llamó mucho la atención, es un nombre muy sonoro. Luego le conocí, es un apellido que ha estado con nosotros tanto en la radio como en su pueblo de Salamanca comiendo chorizo. Y cuando escribes algo, escribes copias de la realidad que tienes alrededor, esta novela está llena de trozos robados de gente que conozco, que he conocido o que ha pasado por mi vida.

P. ¿Y de tí?
R: De mí también, sobretodo la sensación de que “será posible que no salga nada” que es donde estaba yo cuando estaba escribiendo esa novela. Porque no es una novela en la que yo haya pensado “ahora voy a hacer una novela”. Son apuntes que he ido haciendo durante tres años, que luego al verlos todos juntos piensas “igual al final se puede hacer una trama”.

P. ¿Por qué un amigo invisible?
R: Es un recurso que surgió de repente. Me planteé, no sé por qué, que hay cosas que abandonamos en la vida sin ningún motivo aparente. Yo recuerdo que tenía un amigo invisible de pequeño y de repente no lo tenía. No sé por qué un día me estaba preguntando qué pasa con esto y pensé que igual hay alguien que lo sigue teniendo, y en esa dinámica pues aproveché y lo metí en el libro. Luego resultó que es un personaje muy interesante, porque, efectivamente, es como tener tu Pepito Grillo.

P. El editor de Ingelmo le presiona para que vuelva a escribir, pero le exige que la novela se ambiente en la Guerra Civil. ¿Eso te ha pasado a tí?
R. Eso lo he visto durante mi vida profesional de periodista. En España si había que hacer una película tenía que ser sobre la Guerra Civil, si se escribía una novela tenía que ser sobre la Guerra Civil. Parece ser que no había más que la Guerra Civil, y cuando alguien escribía algo que no era la Guerra Civil era que se estaba saliendo. Creo que la vida es más grande que la Guerra Civil. Entiendo que es el drama más grande que nos ha pasado y que por tanto tiene mucho para contar, muchas emociones, y cuantas más emociones haya más interesante es la trama. Pero puede ser igual de emocionante la historia de una viejecilla que vive en una buhardilla y a la que se le muere el perro. Las emociones están en todos lados.

P. La idea de los cameos, de las apariciones estelares de personajes como Barack Obama, Elvis Presley o José María Aznar, ¿de dónde viene?
R. Como periodista he tenido acceso a famosos y gente conocida, y gracias a eso he descubierto que la mayoría de esa gente son personas normales y corrientes. Me resultaba interesante poner a esas personas en situaciones normales, no poner a Murdoch en su oficina dirigiendo un periódico sino ponerle tomando el aperitivo con Aznar, como una persona normal. Los personajes famosos que hacen cameos me permiten hacer reflexiones en voz alta que en una novela no puedes hacer. No he puesto palabras en su boca que jamás dirían, Aznar dice cosas en el libro que ha dicho en una conferencia que yo le he visto en Washington. No es que yo me invente lo que dice, en vez de transcribir la conferencia, cojo trozos de la misma y los meto en el diálogo.

P. Ingelmo ¿es un poco inocente, un poco cuñado, o está un poco loco?
R: Ingelmo es un poco inmaduro. Creo que eso que llamamos a la crisis de los 40, me refiero en los hombres, es lo más parecido a eso que podemos llamar proceso de madurez. El ser humano masculino, porque es diferente en el caso de las mujeres, está siempre ocupado. Podemos discutir si las ocupaciones son interesantes, pero en general está ocupado desde que nace. A veces tiene que hacer deporte, otras veces tiene que salir con los amigotes, o está trabajando, pero está ocupado. Cuando llega a los 40, esa edad en la que te duele la rodilla y estás en casa, tiene tiempo para pensar y reflexionar sobre cosas, poner su vida en perspectiva. Entonces creo que Ingelmo es un poco de todo pero está experimentando esa maduración a la que los hombres, porque estamos ocupados, llegamos más tarde que las mujeres.

P. ¿Ha cambiado mucho la vida a cien millas de Manhattan con la victoria de Trump?
R. Sí, ha cambiado mucho, sobre todo en el sentido de que la sociedad está crispada y en un pueblo tan pequeñito como el mío, de siete mil habitantes, en el que lo importante hasta hace muy poco era quien eres tú y qué haces y si eres majo o eres una acelga, ahora es realmente definitivo para algunos si eres republicano o si eres demócrata. Se ha creado una tensión que no existía, y es triste porque el mundo es mucho más grande que Donald Trump o Hillary Clinton. El mundo no se limita a ellos, hay muchas otras personas, muchas otras ideas, muchos matices… Lo que Trump a hecho es cargarse los matices y que todo sea blanco y negro. Eso es una trampa porque hace que las relaciones diarias de la gente, que es lo que me gusta de Estados Unidos, estén entorpecidas.

P. No hay profesional de la radio que, tras acabar su carrera o cambiar de medio no hable del gusanillo de la radio… ¿Tú echas de menos el día a día o tu participación semanal en Onda Cero es suficiente?
R. De vez en cuando pienso “qué pena, si yo tuviera un programa” porque pasan cosas y te apetecería comentarlas con más tiempo. Con Alsina estoy encantado, me quita el gusanillo y estoy feliz, pero es cierto que no es lo mismo tener tu programa, en el cual puedes estar 20 minutos con un tema porque te apetece, que tener seis minutos. Quizá tampoco no sufro demasiado porque vivo lejos. Si estuviera viviendo aquí y fuera en el taxi escuchando las radios con las voces que conozco, igual era diferente.

P. ¿Ha cambiado mucho la radio desde que dejaste las tardes de Onda Cero?
R. No lo sé porque me pilla lejos. Pero creo que ya entonces había una tendencia que veo por ejemplo en gente como Alsina, un esfuerzo por recuperarla. Por eso me gusta tanto Carlos Alsina, porque creo que él entiende la radio en el sentido de que la radio es sonido, es sugerencia, y que es mucho más que la opinión de una persona. La radio ahora mismo son opiniones, opiniones y más opiniones. Lo escuchas, pero lo mismo lo podías leer impreso y no cambia nada porque son opiniones. En la radio el formato es muy importante, es importante si hay silencios, si hay música y qué música hay de fondo, cómo se cuentan las cosas… La atmósfera que la radio puede crear está desaprovechada en estos momentos porque prima más la opinión que el ambiente radiofónico de estar a gusto. Y eso lo echo de menos.

P. ¿Hay algo de EEUU que te gustaría traerte a España y viceversa?
R. Cuando uno vive entre dos lugares siempre piensa que hay cosas que le gustan de un sitio y cosas que le gustan de otro. A Estados Unidos llevaría la espontaneidad. Allí todo tiene que estar preparado, si quieres quedar con alguien para salir a tomar un café tienes que programarlo con tres meses de antelación, tienes que avisar porque la gente está ocupada, no puedes presentarte en casa de unos amigos de repente y decir “oye que salimos a cenar». Y de Estados Unidos traería precisamente la organización, porque creo que España es muy de Don Quijote, pero nos hemos olvidado de Sancho Panza que es el «business plan». La improvisación española es maravillosa, pero creo que a Estados Unidos le falta Don Quijote y a España le falta Sancho Panza. Si nos juntamos nos salimos.

P. Desde que estás en Estados Unidos has tenido la oportunidad de trabajar con medios norteamericanos. ¿Has notado muchas diferencias con el periodismo de nuestro país?
R. La gran diferencia es que cada vez que he publicado algo aquí me han hecho un encargo, lo he escrito, lo he mandado, y o bien me lo han publicado o bien me han llamado para decirme “oye te sobran 150 palabras, lo cortamos nosotros o lo cortas tú”, “lo corto yo”, “vale gracias”. Y ya está. En Estados Unidos, cada vez que he publicado, me ha salido un editor o una editora y me ha mandado preguntas sobre lo que he escrito, como una Inquisición. Pero está bien, porque quieren comprobar. En Business Week, con un reportaje sobre los españoles que han exportado cerdos ibéricos a Estados Unidos para hacer allí jamón de pata negra, no te miento si te digo que por lo menos he pasado por seis editores distintos.

Según mi experiencia, en los medios españoles se da confianza al personaje y todo pasa después “¿Cómo has dicho esto? ¿Por qué has publicado esto?» Pues porque no hay nadie que me lo esté mirando. Pero tener editores es mucho más caro, y ahí entramos en otro tema, ¿nos lo podemos permitir o no? Pero yo lo prefiero, creo que es fundamental.

P. Entiendo que a Rajoy lo ves desde la distancia, pero si te diesen a elegir entre Rajoy y Trump….
R. Tanto Trump como Rajoy no son el problema, son un síntoma del problema. Hay que mirar los sistemas de gobierno, no quién gobierna. Trump es un horror, es un dictador, está gobernando como tal lo que pasa es que no le deja el sistema. El sistema norteamericano todavía funciona, hay corrupción por supuesto, pero la corrupción se combate. Este tío hace unos decretos ley pero hay jueces federales que se lo paran. Lo que me preocupa de España no es Rajoy, es el sistema. Veo una corrupción espantosa y que pasan años y años y no pasa nada… ¿Dónde está la justicia en España? A mí que esté Rajoy o no, o que esté el otro, bueno, pero ¿dónde está la justicia para que en el caso de que Rajoy se salte la raya roja? Eso es lo que me preocupa de este país. El sistema norteamericano todavía es fiable, en el sistema español tenemos que plantearnos que necesitamos renovar la justicia si queremos que este país funcione.

P: Y entre Trump y Rajoy, ¿cuál crees que podría tener un amigo invisible, un Agenjo?
R: Rajoy es el que tiene un cuñado que le hablaba del cambio climático, que debe ser el mismo que tiene Trump porque en eso coinciden. Los dos son líderes que no aportan nada positivo a la humanidad. Si tienes hijos no puedes decirles “mira como el presidente”. Trump está haciendo mucho daño porque muchos niños están mirando al presidente como la figura a imitar y cualquier cosa que imiten de él es horrible, desde el trato a las mujeres hasta lo que piensa sobre la economía… Y Rajoy, si tienes hijos y dices “mira, como el presidente” no creo que sea una persona mala en ese sentido pero es más soso que un potaje de habas, es un tipo que no hace nada, que no toma iniciativas. Me parece que tanto Trump, porque hace cosas terribles, como Rajoy porque no hace nada, son muy negativos para la humanidad.

P. ¿Ves posible que Oprah pueda presentarse a las elecciones, o no?
R. Es posible, de hecho si tu miras la lista de presidentes estadounidenses, algunos han sido famosos antes que presidentes. Ser una celebrity allí es muy importante, la gente le da una importancia porque piensa que ser famoso no es gratis, si has conseguido ser famoso es que tienes un talento que se puede aplicar a la presidencia. Cuando lo más famoso del mundo que se podía ser era general, después de la guerra, eligen a Truman. Cuando lo más famoso que se podía ser era ser actor de Hollywood eligen a Ronald Reagan. Oprah entraría dentro del target, es una persona con una cultura y una sensatez envidiable. De ahí a que sea una buena presidenta o no, no lo sé. Yo creo que el mundo no necesita una Oprah Winfrey. El problema del mundo actualmente es que estamos jugando a un juego nuevo con las reglas de un mundo antiguo. Oprah pertenece a un mundo antiguo de reglas antiguas, hace falta alguien que haya crecido en un mundo en el que internet es parte de la vida porque esa es la gente que tiene que dar respuestas. Los antiguos podemos apoyar moralmente, y opinar, ser del consejo de sabios, o de primos o cuñados, pero Estados Unidos, y creo que en general cualquier otro país, lo que necesita es alguien con preparación.

Por eso digo que Trump es un daño colateral del mundo en el que vivimos, en el que mucha gente está preocupada y agobiada porque nadie sabe qué va a pasar o qué está pasando. En ese agobio ha aparecido un trilero, que es Trump, que ha prometido a cada uno lo que quería escuchar. Es como si yo tengo un cáncer terminal y me dicen en tres hospitales buenos que no tengo cura y aparece una señora que viene del Nepal y me dice que uñas de gallina me voy a curar. Pues yo lo intento. Trump es un poco la señora de Nepal, que ha dicho que va a curar, aunque no va a curar nada. Pero la gente quiere oír que hay soluciones a este problema. La solución no la va a tener Trump ni Oprah, la va a tener una chica, un chico, que tiene hoy 25, 27, 29 años, que esté en este mundo y que entienda los problemas de este mundo. Porque yo a mi edad ya hay algunos problemas que no entiendo.

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