Vivir de hacer podcasts ya no es una utopía

PodWoman

Jordi Garrigós lo analiza en ara.cat: La proliferación de plataformas de contenido y de varios sistemas de patrocinio convierten el formato en una posible profesión.



«Estamos dentro, estamos dentro». La primera retransmisión en catalán por Twitch de un partido entre el Barça y el Real Madrid comenzó improvisando. Fue el 10 de septiembre pasado y los responsables fueron los miembros de «La Sotana», el podcast deportivo e independiente más popular de Catalunya. Pocas horas después de terminar el encuentro, el vídeo emitido en streaming superaba las 22.000 reproducciones. Que en «La Sotana» hagan retransmisiones de este tipo es más fruto de una especie de obligación contractual que de ganas de reinventarse: es el pacto al que han llegado con sus seguidores, que cada mes ingresan dinero en las arcas del programa mediante el sistema de Patreon, es decir, patrocinadores directos e individuales que aportan capital a cambio de recompensas. Una de ellas son las narraciones de los partidos. El suyo es un caso de éxito y el ejemplo que el formato es totalmente monetitzable: comenzaron haciendo un podcast para Skype y hoy día ganan 7.500 euros al mes teniendo audiencias de 100.000 escuchas semanales. Aunque este no es su trabajo principal («el día que lo sea, nos estaremos equivocando», dicen), las cifras invitan a pensar que podría llegar a serlo si continúan con este crecimiento.

«Todo lo que nos ha pasado ha sido un accidente», explica el conductor de «La Sotana», Andreu Juanola, que recuerda que decidirse por abrir un Patreon tras constatar que el programa no tenía lugar en los medios de comunicación de masas: «era imposible sentirnos a gusto en las plataformas convencionales. La alternativa era alquilar un estudio por horas y no perder dinero, que era nuestro gran requisito». Confiaron todo a sus seguidores y, si tengo que hacer caso de los números que mueven sólo dos años después, parece normal que digan que todo «se ha ido de madre». Han conseguido tener una militancia fiel que ha generado una comunidad que los seguiría hasta el fin del mundo. La mejor prueba es que los han acompañado a lo largo de siete años por las diversas plataformas por donde han pasado. Juanola quita importancia: «Para nosotros es más fácil que para otros porque hablamos del Barça, que todo el mundo sabe de qué va, y también porque hace mucho tiempo que lo hacemos». Sea o no un caso extrapolable, se han convertido en el mejor ejemplo de cómo monetizar un programa: «Puedes empezar a hacer dinero cuando crees que lo que tienes entre manos tiene un valor de verdad y un feedback remarcable, no porque te rían las gracias en tu casa significa que sea bueno», aconseja el conductor de «La Sotana». La vía que han escogido ellos para hacer dinero, a través de la fidelidad del fandom, no es la única, pero sí de las más difíciles y comprometidas.

Platafoma en auge
Como siempre que hay un sector en crecimiento, aparece el interés de sacar rendimiento. Es un hecho que juega a favor del bolsillo de los creadores, que ha visto como programas hasta ahora amateurs pasaban a ser profesionales, directamente financiados por empresas o pagados por radios o por las diversas plataformas de podcast que han ido apareciendo en los últimos años. Esta proliferación ha hecho que este tipo de espacios, con más recursos técnicos, más promoción y remunerados, dominen la lista de los más escuchados en Spotify. Actualmente la gran mayoría de los diez más populares están producidos ya sea por la propia Spotify, radios convencionales, Podimo, Podium o Radio Primavera Sound. Pasa lo mismo con la catalana Ivoox, que suma su línea de programas propios: Ivoox originales. Al abrigo de estas plataformas hay podcasts tan populares como Deforme Semanal, Ciberlocutorio, Estirando el Chicle o Campamento Krypton.

Benja Villegas ha vivido un proceso de profesionalización diferente del de «La Sotana»: comenzó haciendo un podcast autoproducido con pareja y amigos, Estragos, que pasó por la Cadena SER y llamó la atención de Podimo. «Me pidieron posibles ideas para hacer un programa y presenté el embrión de Psycholand, un podcast de serial killers divertido y con mucha referencia pop que hacemos el escritor Kiko Amat y yo», explica. Habitual de los medios de comunicación -trabaja como grafista en televisión-, asimila la nueva manera de profesionalizar el podcast con la de cualquier otro producto audiovisual: «Cada vez hay más opciones de vender tu proyecto a una plataforma establecida, como con una radio convencional o una tele. Tengo una idea y te la presento con la intención de que me la compres». El mercado es fluctuante, y no todo el mundo que hace un programa profesional gana lo mismo, pero la mayoría de creadores que emiten en estas plataformas -Podimo, Radio Primavera Sound- pueden recibir una horquilla de entre 100 y 300 euros brutos por episodio.

No a cualquier precio
Que se pueda monetizar no significa que todo el mundo lo quiera. En «Can not Play Kanter», un podcast sobre NBA con toques de humor y crítica cultural y política, de momento no han pensado en intentar hacer el paso a pesar de tener una pequeña, pero fiel, base de seguidores. «No nos hemos planteado hacer carrera en el mundo de la radio, nos movemos más por una vocación no académica o antiestablishment. Afortunadamente los dos tenemos trabajo estable y no nos hemos visto obligados a querer vivir del podcast. Sí que hemos pensado hacer alguna cosa pidiendo dinero, pero para luego poder dar a alguna entidad sin ánimo de lucro», explica Manel Peña, uno de los responsables del programa. Miembros históricos de la escena de la música hardcore y los fanzines de Barcelona, ​​no aceptarían ninguna clase de injerencia editorial, aunque hacer su espacio «lleva bastante más trabajo de lo que la gente seguramente se imagina: guiones eternos, trabajo de postproducción …», detalla Marco Molina, el otro 50% de «Can not Play Kanter». «Me gustaría tener más recursos, pero siempre con nuestras condiciones», aclara.

El futuro del podcast parece que irá en la misma dirección que otros tipos de medios que comenzaron con la filosofía del «hazlo tú mismo» y que poco a poco fueron posicionándose, como los blogs de internet. «Siguiendo la lógica capitalista, los pequeños sobrevivirán con autofinanciación y los grandes decidirán si quieren autogestionarse o la comodidad de estar en un lugar donde te cada día te ponen la mesa», explica Villegas. Lo que no cambiará nunca para algunos es el espíritu y la independencia, que pasa por encima de todo: «No haríamos nada que pudiera comprometer lo que decimos, cómo lo decimos y, muy importante, cuando lo queremos decir. Personalmente no me veo haciendo una cuña publicitaria antes de cada programa o teniendo que parar para poner un anuncio. Paso», concluye, taxativo, Marco Molina.

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