Sofía Rodríguez, de la Fundación Piskopompo entrega radios a personas solas de la tercera edad

Sofía Rodríguez

Marina Zucchi desde el medio argentino clarin.com se ha hecho eco de esta iniciativa vitoriana.



Lo que para muchos son armatostes, trastos, esqueletos radiofónicos de museo e incluso apenas decoración vintage, para otros puede significar la ventana portátil de la que salga una voz amiga. En eso pensó Sofía Rodríguez, la música española que se ofreció de nexo entre los que tenían una radio en desuso y los que la necesitaban. Así nació un operativo que -masacarilla mediante- ya entregó más de 400 en hogares de adultos mayores donde había silencio. Cajitas salvavidas en tiempos de coronavirus.

En medio de una pandemia inesperada, la radio refuerza su rol y las audiencias más longevas se refugian en eso. Un medio centenario se vuelve necesariamente moderno. Información más compañía, veracidad más entretenimiento. El valor de la radiofonía no subirá en la bolsa, pero lo hace en la cotidianeidad doméstica, en esas casas con un solo habitante donde no vuela una mosca.

Desde Vitoria, Capital del País Vasco, dispuesta a recorrer barrios equipada con mascarilla, guantes y radios al hombro, Rodríguez cuenta cómo es la aventura de llevar un menú de dial hasta esos confinados solitarios.

«Hace cinco meses fundé una empresa dentro del marco de emprendimiento social la cual he llamado Psikopompo donde mantengo vivo el talento y la pasión de las personas mayores impulsando su autonomía y que sean gestores de su tiempo de ocio con actividades que les hacen sentirse bien», cuenta la música de 31 años.

«La iniciativa de ‘Radios para la soledad de los abuelos’ nace de una experiencia personal, mientras trabajaba en una residencia de mayores como sociosanitaria. Soy técnico en atención sociosanitaria también, y estoy trabajando para ayudar durante la crisis del covid19», detalla.

«Me di cuenta trabajando en la residencia, de que los abuelos no tenían radio ni televisión para poder entretenerse y estar acompañados, porque no tienen visitas de familiares, ni pueden salir de la habitación, están muy solos».

«La radio y el periódico son los medios con los que los abuelos siempre han estado informados y entretenidos. El hecho de que no se considere importante por parte de los centros sociosanitarios estos elementos tan básicos avala que no se tiene en consideración al mayor».

Las donaciones superaron las expectativas de Sofía y fundaron un modelo que podría ser replicado en nuestro país (Argentina): «Hemos recogido y repartido más de 400 radios y también 100 televisores. Me encargo yo personalmente de ir a recogerlos y de repartirlos. La iniciativa tuvo en una semana un recibimiento ciudadano maravilloso», advierte.

Psikopompo (el nombre de la asociación), significa algo así como «conductor de almas». Y eso cree Sofía que hace justamente la radio. Conducir almas, juntar unas con otras. Ya no importa que el sonido de los viejos aparatos no sea perfecto, o que haya crujidos e interferencias entre frecuencias. Tampoco parece importante que las transmisiones del mundo se hagan desde un living, con eco, ladridos, llanto de bebés o ruido de frituras. La radio pandemia suena a amateurismo, sí. Pero es una radio tan cercana que cura.

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