Roberto González (COPE Canarias): «La radio me permite una conexión más pura, más directa»

Roberto González

21.06.2025.- Helena Falcón escribe en canarias7.es que tras más de 30 años de carrera, el periodista se reinventa cada mañana en COPE Canarias con café, buen humor y una voz que muchos ya reconocen como propia

Roberto González madruga tanto que cuando la mayoría apaga el despertador, él ya lo lleva apagando un buen rato. Desde hace unos meses, su voz suena cada mañana en COPE Canarias, donde ha encontrado en la radio una nueva forma de contar, acompañar y conectar. Porque para él, comunicar no es solo una profesión: «es una manera de estar en el mundo y la radio me permite una conexión más pura, más directa».

A eso de las cuatro de la madrugada comienza el ritual. No hay incienso ni mantra, pero sí una taza de café, luces encendidas en la redacción, informativos en la tele, periódicos en mano y la radio sonando. Roberto González empieza el día como quien prepara un escenario invisible para hablarle a miles de personas que aún se desperezan al otro lado del dial.

Dos primeros días en su carrera
Veterano en televisión y con una carrera consolidada en los medios, el periodista se estrenó esta temporada en COPE Canarias con la ilusión intacta, como si fuera su primer día. Aunque no lo era del todo. «He tenido dos primeros días», recuerda con una sonrisa. El primero, en Cadena 100 hace «unos mil años con un programa de humor entre amigos». El segundo, este septiembre pasado, cuando asumió el reto de volver a la radio, esta vez para quedarse.

Para González, comunicar va más allá del formato. «Lo que me enganchó no fue solo la radio o la tele, fue esa sensación de compartir historias, de provocar algo en quien te escucha». Asegura que la radio tiene algo más puro, una conexión más directa. Y si bien haber pasado por televisión le dio cercanía con la audiencia, también le quitó «ese misterio de imaginar solo una voz». La radio, confiesa, se lo ha devuelto.

No se considera un locutor que busque protagonismo. Aunque admite que hablador ha sido siempre —en el colegio hasta lo castigaban por ello—, sus amigos insisten en que es igual de buen oyente. En su espacio no solo informa: acompaña. Esa es, dice, la esencia de la radio en Canarias. «Aquí no somos tan viscerales como en la península. Informamos, sí, pero también acompañamos. Hay un tono más coloquial que el oyente agradece».

Tres décadas llenas de momentos destacados y anecdóticos
Entre las anécdotas más surrealistas que ha vivido en directo está la historia de un hombre que convivía en su piso con sus propios ‘inquiocupas’: una mujer a la que alquiló una habitación, que luego metió allí a sus hijos, su madre, cuatro perros… y se fue a vivir con su pareja a otro sitio. El inquilino y su esposa no se atreven a salir por miedo a perder el piso. Todos viven juntos, se cruzan por el pasillo, pero no se hablan. «Eso no es España berlanguiana, es directamente buñueliana», dice con ironía.

En más de tres décadas de micrófonos, nunca se ha quedado en blanco. «Tengo trucos para disimular si algo se me olvida, aunque sí que confundo nombres con frecuencia: un Jaime puede acabar siendo Jorge sin avisar», bromea. Y en su lista de momentos memorables guarda con cariño la entrevista al Puma, que le dejó una frase inolvidable: «Mi padre era canario… y un buen semental», dijo entre risas el cantante venezolano.

«Hacer radio es reinventarme»
Cuando se le pregunta por lo que busca el oyente, no duda: conexión. «Nos eligen para que les acompañemos. Y eso es un lujo». Para él, la clave no es solo informar o entretener, sino estar ahí. Y aunque el madrugón es duro, la energía le viene sola. Bueno, y del café.

A estas alturas de su carrera, no busca etiquetas. Solo que quien le escuche sienta que está bien hecho. «Antes me importaba más cómo me veían, ahora me basta con saber que estoy haciendo un buen trabajo».

«Hacer radio en 2025 es reinventarme». Y si hay algo que no puede faltar cada mañana en su mesa de trabajo, no es un guion ni un reloj: son sus gafas de presbicia. Y un suspiro que viene con los años… y con las historias.

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