Reconocimiento a la selección musical de Ràdio Estel

Ràdio Estel

Ràdio Estel, pese a ser una emisora de la Iglesia, dedica una buena parte de su programación a emitir música. Lejos de modas, radiofórmulas o compromisos comerciales, su selección siempre se ha caracterizado por priorizar la calidad por encima de todo. Jordi Puntí lo ha reconocido públicamente con este artículo publicado en El Periodico.



Vas en coche y ya no soportas más el calor. El sudor te baja a chorros por la frente y, como un antídoto, el cerebro busca alternativas que te transporten a otro clima, a otra época del año. Escuchas la radio y estás cansado de las canciones “refrescantes”, con esos estribillos comerciales que acentúan aun más el bochorno urbano. Entonces pulsas un botón y el dial automático se coloca en Ràdio Estel, y ahí te quedas. Casi nunca falla, la música es muy buena. De acuerdo, su sesgo católico te resbala. Cuántas veces no habrás caído en el comentario del Evangelio, el diario del Papa o el espacio sobre rutas espirituales, y has pasado de largo… Pero cuántas veces, también, te has quedado, atrapado por un blues desconocido, una tonada italiana, un estándar de Cole Porter, un jazz de Coltrane o una sardana ocasional el domingo por la mañana…

Desde su atalaya clásica, la gran virtud de Ràdio Estel es su capacidad de sorpresa. La secuencia de canciones es imprevisible. No es como en las emisoras que recuperan éxitos de los 80 y 90 y al final siempre suenan Toto, Madonna, Nirvana o Mecano. No, ellos evitan los tópicos. Ese día de tanto calor, por ejemplo, entré por ‘Oh que será’, de Chico Buarque, y acto seguido vino una canción de Paul McCartney de 1989, ‘Distractions’, que con su aire íntimo me llevó inmediatamente al otoño. A continuación pusieron Chris Rea: la solución fácil habría sido ‘On the beach’, claro, pero no, prefirieron ‘Josephine’, que entonces se juntó con una bossa nova francesa de Coralie Clément, ‘Samba de mon coeur qui bat’. Lo nuevo y lo viejo, pues, y bien combinado.
Es cierto que a veces el DJ de Ràdio Estel se deja tentar por pecados de música celta, pero también debe ser el único que todavía pone The Housemartins. Su eclecticismo sobresale aún más en un tiempo en que la radio musical ha perdido fuerza. Los que disfrutamos de vez en cuando con las sorpresas tenemos iCat FM, que ha vuelto con una programación excelente, y la apuesta segura de Radio 3, pero poco más. Seguramente las listas de Spotify y Youtube han matado a la estrella de la radiofórmula. Fuera de las modas, Radio Estel sobrevive.

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