Pepe Domingo Castaño (COPE): «Mientras tenga ilusión estaré al pie del cañón»

Pepe Domingo Castaño

Noelia Camacho le ha entrevistado para Las Provincias: El locutor de radio, que presenta en Valencia su autobiografía, fue fraile antes que comunicador. «En el convento aprendí a creer en mí mismo», confiesa.



‘Hasta que se me acaben las palabras’ (Aguilar) es el nombre de las memorias –aunque el prefiere llamarlas «recuerdos, vivencias»– del locutor de radio Pepe Domingo Castaño. Pero hablando con el periodista es imposible pensar que lleguen a terminársele las frases. Porque este hombre polifacético donde los haya, que ha pisado la radio pero también la televisión y la prensa, que ha cantado, vivido y amado, no se guarda nada para él mismo en este libro que, confiesa, empezó a escribir hace quince años. Con decenas de seguidores, que le han acompañado a donde ha ido –sobre todo de su paso de la Ser a la Cope–, y sin que un infarto o más recientemente el coronavirus hayan logrado apartarle de los micrófonos, Pepe Domingo Castaño sigue hablando desde la libertad que dan tantos años en las ondas. En esta entrevista, que tiene lugar en los estudios de Cope Valencia, no se calla nada.

– ‘Hasta que se me acaben las palabras’. ¿Piensa que eso puede pasarle a alguien como Pepe Domingo Castaño?
– Se me acabarán cuando yo me acabe. Las palabras van a terminar conmigo. O yo acabaré con ellas. Mientras tenga palabras e ilusión estaré al pie del cañón . Yo no me voy a jubilar.

– ¿Esta biografía es un ajuste de cuentas a usted o al resto del mundo?
– No lo es. El libro tiene dos partes muy diferenciadas. La primera, que es una parte de impulsos, fue escrita en un mal momento de mi vida. La manera de paliar esa situación era vaciar mi alma de un montón de cosas que necesitaba sacar. Lo escribí hace quince años pero lo metí en un armario, creí que no le interesaba a nadie, sólo a mí. Y ahí se quedó. Era una especie de catarsis personal. Pero esto lo dije en un programa radio y me llamó Juan Luis Miravet. Me pidió el manuscrito y a los tres días me contestó y me dijo que iba a ser un libro que iba a ser un éxito, pero que estaba incompleto. El libro termina cuando yo llegó a Madrid. Faltaba todo lo demás. Y me puse a escribir.

– ¿Qué le queda de aquel joven que iba para fraile?
– Un buen sabor de boca. Igual que hay gente que habla mal de su periodo de estudiante en un colegio de frailes, eso fue lo que cimentó mi calidad humana. Yo aprendí a ser lo que soy en el colegio. Los frailes me ayudaron a creer en el futuro y en mí mismo. Nunca me obligaron a ser fraile.

– ¿Por qué dejó los hábitos?
– Porque un día, mientras hacía el noviciado, un día salí con unos amigos por las calles de Palencia y vi que unas chicas nos estaban mirando a los novicios, nos decían cosas. Vi que había otro mundo que no me habían enseñado. El padre me dijo que la tentación había que superarla, pero yo le dije que no iba a poder. Y lo dejé.

– Y de ahí, al mundo de la comunicación, de la música, de la radio…
– Es que en el convento un fraile dijo que quería montar una radio. No sólo me eligió, sino que dijo que yo era muy bueno. Eso no lo olvidé nunca. Y de ahí, a un anuncio de Radio Galicia, que gané y empecé a hacer radio. Estuve dos años en Santiago, pero me aburrí. Hice de todo y yo quería cumplir mi gran sueño que era presentar ‘El gran musical’ y ‘Carrusel deportivo’. Y lo conseguí.

– No tiene pelos en la lengua y ha desgranado con detalle, y con algo de rencor, su marcha de la Ser a la Cope (la suya y la de otros tantos que se marcharon con Paco González a hacer ‘Tiempo de juego’).
– En mi último día en la Ser, que es cuando España ganó el Mundial, yo lloré como un niño. Ya sabía que me iba a ir con Paco y mientras todo el mundo lo estaba celebrando, yo me fui a una terraza donde no había nadie. Sentía que 37 años de mi vida iban a terminar abruptamente, no de buenas. La Ser se portó mal conmigo. La Ser me dio mucho, pero yo también. Durante toda mi vida. Me merecía haberme ido tras darnos la mano y que me hubieran dejado despedirme de mis oyentes. No me dejaron y para mí ese fue un día muy doloroso.

– ¿Le siguen diciendo eso de «Pepe, un purito»?
– Siempre he pensado que en la wikipedia iban a poner: Pepe Domingo Castaño, locutor de radio conocido por «Pepe, un purito». Con toda la cantidad de programas que yo he hecho… Pero eso fue el germen de todo. Si no nace eso, no hubiera venido todo lo demás. Ahí nació la publicidad coral. Empezamos a cantar, a meter las cuñas y la gente lo consideró parte importante del programa.

– ¿Cómo ha conseguido que Julio Iglesias le prologue el libro?
– Siendo amigo de él. Yo lo conocí hace muchísimos años, cuando estaba grabando ‘Un canto a Galicia’. Le eché una mano con un trocito de la letra. Estuve en el estudio con él. Cuando se enteró que estaba escribiendo un libro, me escribió un mensaje muy cariñoso y me preguntó: «¿estaré yo?». Le dije que había un capítulo dedicado a él y le pedí que me escribiera el prólogo. No lo pensó y a la semana siguiente me lo mandó.

– Con toda su larga trayectoria, ¿cómo radiografía al periodismo actual?
– El periodismo vive en una crisis de identidad, de ideas, de ganas, de integridad, de objetividad… Los medios dependen del poder económico y ¿quién lo tiene? El gobierno. Aunque en deportes tenemos más libertad.

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