Andrés Aberasturi (RNE): «No se puede ser feliz pero se puede estar feliz»

Andrés Aberasturi

El periodista y escritor Andrés Aberasturi nos habla en Más de uno de su último libro: «Vi luz… y entré», en el que recapacita sobre los recuerdos y el futuro incierto.



El periodista y escritor Andrés Aberasturi nos habla de su último libro: «Vi luz… y entré». «Este libro en definitiva es un diario, que coincidió con la pandemia pero no es de la pandemia. Es un señor mayor que le da por repensar su vida con cierto sentido de autocrítica» asegura.

Nos habla de la diferencia que existe entre el ‘ser ‘y el ‘estar’. «Si tu contemplas el mundo con cierta objetividad, un poco desde arriba, ser feliz es inmoral, no se puede ser feliz porque el mundo está lleno de injusticias, está lleno de desencantos de barbaridades, de niños que se mueren, de dolor, de sufrimiento. Hay una especie de exaltación del sufrimiento en nuestra cultura que yo nunca he entendido. Entonces no se puede ser feliz, pero ¿Se puede estar feliz? pues claro que se puede estar feliz. Estoy feliz hablando contigo, estoy feliz con mis nietos, estoy feliz la mayoría del tiempo, vamos, tampoco es que uno bote de alegría por ahí» asegura Aberasturi en Más de uno

El libro soy yo cuando me daba por escribir

Vi luz… y entré
En este libro Andrés Aberasturi se asoma a la «casa» de un hombre, él mismo, y a sus pensamientos a lo largo de un complicado año y medio. Un hombre que se ha dado cuenta «de que la vida iba en serio», de que ya ha llegado ese momento en el que sólo quedan dos salidas: el pensamiento o la trivialidad, reflexionar sobre qué ha sido y sigue siendo vivir o pasar de puntillas y no preguntarse nada.

Con los años me importa un bledo la mayoría de las cosas que antes me podían importar
En él recapacita sobre los recuerdos, el amor, los hijos, el dolor, los logros que enorgullecen, los errores, el incierto futuro…, juega al escondite con la memoria para acercarse a un pasado «que ni siquiera sabemos si de verdad fue como lo recordamos».

Ruiz Taboada dedica unas palabras a Aberasturi
Tiene nuestro invitado un «yo que sé, que qué sé yo», que hace que le quieras sin querer, aunque a pocas personas conozco que no quieran quererle cuando le tratan, le escuchan o le leen.

Ese «yo qué sé» de Andrés Aberasturi es marca de la casa, una firma indeleble en el aire y a su aire.

Aberas siempre ha presumido de ser anciano, que no viejo, presumido y temido a partes iguales, incluso ahora que ha dejado de serlo y que de alguna manera renace en lo que escribe y cuenta, aunque lo niegue. O lo mismo es verdad y solo es que es así y punto en boca.

Andrés Aberasturi le habla a todo el mundo, pero le gusta en especial hablar consigo mismo: reflexionar sobre el papel, en el aire de la radio o frente a un lienzo en blanco, contradecirse, maldecirse, refugiarse, rebelarse para desenmascarar a «pobres dioses esclavos, ignorantes e injustos». Porque Andrés no cree en dioses, tan solo en Cris.

Andrés se envuelve y desenvuelve en la tristeza como quien oye llover. se asoma a la ventana discreta, para ver pasar el tiempo detenido y para pensar, porque si algo sabe hacer bien nuestro invitado es pensar. Pensar en si es infelizmente feliz, en si está tristemente alegre, en las palabras que le sobran y le faltan. Viéndole, escuchándole o leyéndole, la mayoría de las veces no sabes a qué atenerte con su mismidad, con cómo crees que es realmente. Sus apariencias engañan: Él es su personaje y su personaje es él.

Un hombre solitario que sabe que no lo está, pero que en el fondo, como tantos, en ocasiones necesita y busca ese espacio en el que comparte su vida con la de sus otros yoes (Sé que en este momento estará de acuerdo conmigo, quizá en lo único, en que “yoes” es un plural terrible).

Aberasturi ha escrito un libro sin ganas de escribir
Andrés Aberasturi afirma que la memoria es un arma que salva y asesina, a lo que yo añadiría para cerrar el círculo: que el olvido tiene buena memoria cuando quiere.

Nuestro amigo lleva toda la vida esperando, aunque en el fondo sepa que lo que espera es posible que ya lo ha vivido con creces. Esperar airea el horizonte y abre puertas donde uno no sabe que cabían. Espera también la Gran Respuesta, que es muy posible que solo lleve a hacernos una nueva pregunta. De la muerte ni hablamos.

Aberasturi ha escrito un libro sin ganas de escribir, bendita desgana si al final florece el manzano, el magnolio y el almendro, y todos los árboles frutales que tiene en la cabeza contando y descontando primaveras.

Primaverasturi. Pinta con palabras y escribe con pincel y antepone la belleza a los males del mundo. La belleza siempre, sentencia.

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