Marga Durá: «Con Elena Francis, el Régimen quiso terminar con la mujer republicana»

Xavier Cervera escribe en La Vanguardia que la escritora y periodista publica ‘Una pregunta para Elena’, una novela que tiene como trasfondo el consultorio más famoso de la radio española.



Una señora que empezó a dar consejos en el año 47 y que ya era supuestamente mayor, seguía haciéndolo en el 84. Era sospechoso”-
Dio un vistazo a lo que se había escrito antes y, para su sorpresa, “no se había abordado demasiado el tema desde la ficción.
Lo que sí había eran documentales que hablaban de la figura de la misteriosa locutora, como el reciente Elena Francis, la primera influencer, y ensayos magníficos, como el de Las cartas de Elena Francis —de Armand Balsebre y Rosario Fontova, publicado por Cátedra en 2018 —, o el que escribió Soto Viñolo tras confesar que la famosa locutora no existía en realidad y que eran él y su equipo quienes se encargaban de escribir los guiones”, cuenta mientras muestra este último tomo en su biblioteca.

La escritora y periodista barcelonesa admite que “es fácil ver la evidencia con los ojos actuales, pero entonces había un ambiente de totalidad del sistema.
Además, aunque Francis hubiera existido de verdad y realmente hubiera querido ayudar a sus oyentes, tampoco habría podido dar depende que consejos ya que no habrían pasado la censura.
Era un producto de su época y un vocero de la dictadura y del nacionalcatolicismo. Hay que entender que la guerra terminó en 1939 y que para la década de los 50 ya había toda una generación de jóvenes a las que las libertades de la República le quedaban muy lejanas.
Algunos estudios sociológicos explican que cambio hasta la forma de caminar de las chicas”.

Para lamento de muchos y fortuna de otros, el consultorio fue un éxito. Eran muchas las mujeres que escribían a diario a la especialista para que brindara algo de luz a sus dudas y temores.
“La mayoría firmaban con originales seudónimos, como ‘una acuario rota’, o ‘una desesperada’, porque no querían ser descubiertas, aunque luego su dirección aparecía en el remitente de la carta.
Otras eran más astutas y ponían direcciones de un buzón de correos para evitar cualquier sospecha”.

La autora de El prodigio de las migas de pan duda si la sociedad podría volver a confiar tanto en una propaganda como esta.
“No podemos dar nada por hecho. Por un lado, tenemos más información que nunca y ya no somos un espectador ni un oyente tan virgen.
Por otro, estamos viendo como últimamente se están dando muchos pasos para atrás, como el retroceso del derecho al aborto en Estados Unidos.
Así que sí, por más que me pese, podría volver un programa como el de Francis, aparentemente inocente, pero truculento en el fondo”, concluye.

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