Leticia Álvarez es la voz de la guerra de Ukrania en Antena 3 y Onda Cero

Leticia Alvarez

Elbierzodigital.com publica: De padre lacianiego, de Villaseca de Laciana -Alberto Álvarez Beltrán– y de madre babiana, de Quintanilla de Babia -Marisa Reguera Álvarez-. Casada con un babiano, también de Quintanilla, Mario Aller. Leticia Álvarez Reguera es la joven periodista que diariamente informa, desde el centro de la guerra de Ucrania, para Antena 3 y Onda Cero. Su hijo, de cinco años, Alberto Aller, cree que su madre está volando en avión y que pronto volverá a casa.



Pero la realidad es otra muy diferente. Junto a su compañera periodista en el canal de televisión France 24, Irene Savio, -conjuntamente colaboran en reportajes- escucha el estrepitoso sonido de las sirenas, corre hacia los refugios, se esconde tras los muros cuando oye chillidos y se agacha cuando sobrevuela un avión. A veces quieren llevarla a comisaría por estar grabando y otras directamente le arrojan la cámara al suelo. Es la situación que está viviendo Leticia Álvarez, no muy diferente a la de otros conflictos bélicos que ha terminado cubriendo informativamente por diferentes motivos.

Motivos algunos casuales como los que le han llevado a ser la periodista de Antena 3 y Onda Cero que informe sobre el conflicto. Hace unas semanas Álvarez y Savio estaban en Riga, capital de Letonia, preparando un reportaje. Posteriormente se dirigieron a Ucrania «para informar sobre lo que sucedía y estando aquí estalló la guerra. No es que hayamos venido buscando una guerra, porque obviamente no es algo bonito de cubrir», confiesa Leticia Álvarez.

Una vez en Ucrania acude a los puntos centrales del conflicto bélico, incluida la capital del país, Kiev, «y en estos momentos estamos bajando por el sur del país. Es muy cansado, son muchas horas de trabajo, muchas horas de tensión. Recorremos muchas ciudades. Hay mucha burocracia y muchas cuestiones de seguridad que debemos cumplir. Hay días mejores y días peores», admite.

Es precisamente la carga de trabajo la que no le permite pararse a pensar. «No somos conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor, eso es algo que reflexionas cuando llegas a casa y te sientas y te das cuenta de todo lo vivido». Y para la periodista «así es mejor, porque si no colapsaríamos o estaríamos aterradas y no lo estamos». Más que miedo, sigue narrando, «es esa sensación de descontrol, de que todo se está descontrolando». El miedo viene después «cuando uno es consciente de la escena que ha vivido».

Y lo que está viviendo es «desolación», una guerra «que destroza todo, destroza vidas, familias, países, ilusiones, infancias… Es desolador ver el impacto que está teniendo en la gente y en Ucrania». Un país que Leticia Álvarez visitó en múltiples ocasiones. «Era un país, y espero que lo siga siendo en un futuro, que merece la pena visitar. Kiev es precioso. Cuando venía me sentía como en casa y ahora no reconozco el país. Es que no hay país. Es desolador».

Mientras, Ucrania, es resiliente. Sus gentes lo son, asegura, Álvarez. «Hay muchas personas que quieren estar aquí, que apoyan como pueden. Hay un sentir muy grande de proteger y defender al pueblo. Los que salen son sobre todo mayores, niños y mujeres». Pero están aterrados. «¿Cómo si no vas a vivir una situación así? De la noche a la mañana todo vuela por los aires. Una guerra te destroza la vida y te la roba de un día para otro y eso es difícil de encajar».

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, continúa diciendo Álvarez, «ha lanzado un ataque, una guerra a un país soberano que es Ucrania y está matando a civiles, no solo a militares. Está intentando destrozar, humillar y someter a un país que está muy unido a Rusia porque la mayoría de rusos tienen familia en Ucrania. Esto no solo esta dividiendo a Ucrania, esta dividiendo a su propio país» por lo que tal y como apunta la periodista «va a tener consecuencias mucho más grandes y ya lo estamos viendo en el aislamiento de Rusia. Yo creo que está lanzando una guerra, una invasión contra un país que es hermano de Rusia».

El día a día
Pese a las duras y crueles situaciones que a diario enfrenta, la periodista resta importancia. «Valientes no creo que seamos. Simplemente hacemos nuestro trabajo. Intentamos trabajar y sobrevivir. No somos más valientes que el resto de la gente. La maternidad también es de ser valientes», bromea. Intenta trabajar pese a toparse con múltiples trabas. «Están muy nerviosos, está la ley marcial, nos detienen, nos piden los documentos…Tenemos que pagar a un conductor que nos lleve porque necesitamos seguridad».

Y por el medio come poco y duerme menos. «Dormimos muy poco. El primer día que estalló la guerra dormimos una hora y al día siguiente dos horas. No descansamos, no tenemos tiempo». Dormir una siesta de media hora es casi un lujo, narra la periodista. Con la alimentación, casi lo mismo. «Al principio comíamos pero luego se nos han ido acabando las cosas. Después de no sé cuántos días hemos comido una sopa caliente. La comida empieza a ser un poco comida de conflicto, una sopa con zanahoria y patata y un poco de patatas con tomate».

La fuente de energía es su familia, son esas llamadas diarias con los suyos, aunque intente no pensar mucho en ellos. «No porque no los quiera, que los quiero muchísimo, pero es que si me pongo a pensar en ellos me derrumbo», admite. «Me acuerdo de mi hijo, y le llamo por teléfono. Hablo con mi familia y hacemos como si todo fuera normal porque saben que en una situación así tan inestable, en el momento en el que me llamen y me digan «te echo de menos, vuelve», sería muy malo para mi salud mental». Sobrelleva la situación «con mucha naturalidad. Intento centrarme en trabajar, si me enfoco en otros sentimientos es más difícil».

Leticia Álvarez resiste porque ya se ha enfrentado como periodista a otros conflictos bélicos. En la guerra del Dombás, denominada también guerra en el este de Ucrania, en el año 2014-2015, vivió uno de sus momentos más complicados profesionalmente. «Había un convoy de vehículos militares con mercenarios en la zona rusa. Salí del coche y cogí mi móvil para mirar una alerta de una noticia. Alguien pensó que estaba grabando, se acercó un mercenario y me puso el fusil Kalashnikov en la cabeza. Yo levanté las manos… Vino un militar ruso, lo arreglamos y se quedó en eso. Son cosas que nos pasan a todos. Tienden a ocurrir».

De momento no hay fecha para que la periodista pueda volver a casa. Lo que sí sabe es que seguirá informando desde el corazón del infierno.

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