
29.04.2025.- Esther Mucientes escribe en elmundo.es que cuando toda España se quedó sin luz, sin internet, sin cobertura, sin electricidad, todo se apagó. La oscuridad se instaló en todos nosotros. Sin poder hablar con nadie, sin poder saber qué estaba pasando ni por qué. Sin embargo, hubo una vela que alumbró durante todo el día: la radio.
Si hace una semana nos hubieran preguntado si seríamos capaces de sobrevivir sin electricidad, sin conexión a internet y sin móvil, la mayoría de nosotros hubiéramos respondido con un no «ni de broma, me quitan el móvil y me muero». Este lunes, lo que hace 24 horas era impensable, sucedió. España se quedó a oscuras, en una especie de cueva, sin energía, sin luz, sin conexión, sin poder saber si tus seres queridos estaban bien, sin poder conectar con tus compañeros de trabajo para al menos decirles que estabas bien, sin poder sacar el coche de tu garaje o salir de un tren en medio de la nada, sin saber ni qué estaba pasando ni por qué estaba pasando.
Sin electricidad, no había manera de encender la televisión; sin internet, no había manera de entrar en los periódicos digitales… Aún así ningún medio de trabajar, de intentar contar lo que estaba pasando, de buscar respuestas. Pero hubo uno que nos salvó a todos. El único que se podía escuchar con una radio y unas pilas, el único que podía emitir y que su voz llegara, la radio.
Muchas fueron las personas a las que pilló el apagón en su coche y pudieron informarse al instante, gracias a esa radio; muchos fueron los que el apagón pilló en casa, sin esas pilas ni esa radio, y se bajaron a sus coches a escucharla; muchos fueron los que agotaron los transistores y las pilas en las tiendas en busca de ese hilo de conexión; muchos fueron los que buscaron un móvil con radio para poder escucharla hasta, al menos, cuando el aparato se quedase sin batería…
Y la radio no falló, ninguna emisora falló. Porque no sólo era una cuestión de poder emitir o de poder seguir informando, dependía también de que alguien estuviera al otro lado y pudiera ver o leer. Durante varias horas, sólo se pudo escuchar. A las 12.33 cuando España se apagó, todas las radios fueron las primeras en informar de lo que estaba sucediendo. Fueron los primeros en salir a la calle y mantenerse conectados con los aparatos electrógenos o yendo sus redactores a lugares donde hubiera conexión wifi para poder informar.
Todo se apagó, incluso las luces de los estudios, pero no se apagó la voz ni de Carlos Alsina, ni de Hora 14, en la Cadena SER, ni de las noticias del mediodía de la Cadena COPE, ni de La brújula con Rafa Latorre, ni de Aimar Bretos con Hora 25, ni de tantos locutores ni de tantas emisoras, ni por la tarde, donde todas las emisoras prepararon en cuestión de segundos especiales con sus principales locutores con los que no sólo informaron de lo que podían informar, que tampoco era mucho, pues el apagón también fue informativo prácticamente, sino con los que, por encima de todo, acompañaron durante horas, muchas horas.
El servicio que hizo este lunes la radio fue más que el servicio de un medio de comunicación, fue la única conexión con la realidad y con el mundo que muchas personas tuvimos. Y no debió ser nada fácil. En un momento como el que se vivió este lunes había que mantener la credibilidad, la información contrastada (cuando todo estaba a oscuras) y, a la vez, intentar contar.
Las radios se echaron a la calle, abrieron vías de comunicación con quien pudiera comunicar, hablaron con la gente, con los afectados, fueron a hospitales, mantuvieron la conexión con las instituciones y fueron los primeros. Televisiones y periódicos también estuvieron al pie del cañón, pero en su caso llegar a todos era casi un milagro. Sin electricidad, no había manera de encender la tele; sin internet, no había manera de acceder a los periódicos digitales; sin móvil, las redes sociales dejaron de existir, se silenciaron. Sólo quedaba la radio. Una radio que intentó calmar, que no cayó en el alarmismo, que hizo esa labor tan importante que tienen los medios de comunicación y que, a veces, se olvida: acompañar al otro lado.
Sin radio, hubiera sido imposible en los primeros minutos y horas saber las recomendaciones de Protección Civil o escuchar a las instituciones; sin radio, hubiera sido imposible saber que el transporte estaba colapsado, que se habían cortado accesos en carreteras, que los teléfonos de emergencia estaban activos y funcionaban. Y hubiera sido imposible saber que aquellas personas que necesitan la electricidad para su salud (por ejemplo, personas con oxígeno) debían acudir inmediatamente a un hospital o a un centro de salud donde sí tenían electricidad para que pudieran conectar las máquinas que les mantienen vivos.
Imagina por un momento una persona mayor en su casa, sola, sin posibilidad de avisar ni de hablar con nadie más que con algún vecino. ¿Quién estuvo con ella todo el día y buena parte de la noche hasta que empezó a regresar la luz, la electricidad y la cobertura de los móviles? La radio. Se cuente la historia que se cuenta, y de lo de este lunes hay miles, en todas hay un elemento común, la radio».
86548
Sé el primero en comentar este artículo