Koldo Anasagasti: “La tortura no sirvió. Nadie sabía dónde estaba Radio Euzkadi”

Koldo Anasagasti

Noticiasdegipuzkoa.eus publica que Koldo Anasagasti acaba de publicar el libro ‘Clandestina’, una novela que detalla cómo funcionó la primera emisora denominada ‘Radio Euzkadi’. Un grupo de vascos exiliados de la Guerra Civil la mantuvo en funcionamiento entre 1965 y 1977 en un punto de la selva amazónica venezolana.



El autor, que fue director de ETB y del Festival de Cine de San Sebastián, se ha entrevistado con quienes impulsaron y mantuvieron en funcionamiento la estación de radio para dar un relato más exacto de aquellos años. A continuación, le trasladamos cinco preguntas que le hacen otras tantas personas conocidas que han leído el libro.

Se imponía un secreto absoluto entre quienes hacían Radio Euzkadi en Venezuela. Nadie salvo ellos podía conocer su existencia en esa tierra. Lo contrario habría acarreado su cierre inmediato. Por eso, he titulado mi novela Clandestina, porque era algo oculto, furtivo, confidencial, impenetrable a extraños. Entre los que estaban implicados en su funcionamiento se impuso un lenguaje encriptado y el nombre La txalupa era la manera de denominar genéricamente a la emisora, así como también se llamaba Macuto al lugar en donde se hallaba instalada y talo a la bobina abierta en la que se grababa el programa.

El historiador Koldo San Sebastián valora que el protagonista del libro, el exgudari Ixaka Atutxa, que cuidaba la emisora, es un personaje “deslumbrante”. ¿Usted también lo estima así?

Este hombre fue un gudari que había pasado por varias cárceles del franquismo y había sido represaliado con castigos varios, pero que residiendo en Venezuela, todavía a sus cincuenta y pico años estaba dispuesto a sacrificarse por su patria y a dar su vida por ella si hubiera hecho falta. Durante doce años cuidó de las instalaciones de la emisora, que se hallaba en un recóndito lugar de la selva venezolana, y cada día lanzaba a las ondas el programa que otros resistentes habían confeccionado en un estudio de Caracas. Ixaka Atutxa fue un hombre clave en esta historia, porque sin un guardián como él no se habría podido defender la emisora de miradas y visitas indiscretas y peligrosas. No temió a la soledad ni a las alimañas que lo circundaron. El término deslumbrante le hace justicia, pero se queda corto; yo añadiría el de imprescindible.

La exvicepresidenta de la primera legislatura del Parlamento Vasco y exsenadora Inmaculada Boneta se cuestiona si el régimen franquista no supo de la ubicación de esta radio clandestina, y en caso de saberlo, por qué no actuó.

Las torturas y la represión no sirvieron, porque salvo las pocas personas que conocían su existencia y que estaban fuera del alcance de las garras del régimen, nadie sabía dónde se ubicaba Radio Euskadi. Quienes más se acercaron al conocimiento del sitio en el que se asentaba fueron los radioaficionados de todo el mundo, puesto que para ellos era un reto conocer el punto exacto de su establecimiento, una máxima en este especializado mundo de las ondas radioeléctricas. Algunos de ellos hicieron conjeturas muy precisas, e incluso en marzo de 1971 se publicó un artículo en la revista Electronics Illustrated en el que se daban datos muy minuciosos. Hubo informaciones que trasladaban el tremendo enfado de Franco por no poder descifrar el misterio de la ubicación de la emisora, y en alguna ocasión, a los responsables de la misma se les comunicó extraoficialmente que los espías del dictador estaban sobre la pista. Pero el servicio diplomático del Régimen nunca llegó a pedir al gobierno venezolano que cerrase las instalaciones de Radio Euzkadi, lo que significa que sus servicios secretos nunca llegaron a conocer que estaba escondida en Venezuela.

El exsenador Iñaki Anasagasti redacta de este modo la pregunta que le lanza: “Usted ha sido director de ETB. Al mismo tiempo, había un director general de EiTB, que incluía Radio Euskadi. ¿Había entonces conciencia de que había habido varias Radios Euzkadi en Bilbao, Barcelona, Baiona y Venezuela y no solo la última? Es decir, ¿que no erais adanes, sino que el proyecto era parte de una cadena que nació 40 años antes?”.

La actual Radio Euzkadi es deudora de esas cuatro anteriores radios que has citado, y los que estuvimos en la creación y los inicios de la que ahora disfrutamos éramos totalmente conscientes de ello e intentamos seguir su legado. Sin esa generación de extraordinarios hombres y mujeres que entregaron desinteresadamente su trabajo y sacrificaron su ocio por enviar al mundo un mensaje resistente, no se podría entender la actual situación política, y por supuesto, la actual Radio Euskadi no existiría. Todos ellos se merecen un reconocimiento y con Clandestina he querido contribuir a crear el caldo de cultivo para ello. Ojalá nuestras autoridades y los directivos del ente público EITB se impregnen del espíritu necesario para rendirles un homenaje.

El abogado y director del programa de radio Presencia vasca en Paraná, Federico Borrás, le pregunta si cree que es suficientemente reconocido hoy el esfuerzo de aquellos patriotas de la Radio Euzkadi en su etapa venezolana, y qué más considera que podría hacerse para transmitir la memoria histórica a las nuevas generaciones.

Una de las razones que me llevaron a escribir este libro fue que entre mis amigos y conocidos constituía una auténtica excepción quien tenía conocimiento de la gesta de Radio Euzkadi en Venezuela, y esto me pareció una ofensa hacia quienes se sacrificaron para llevarla adelante. Su esfuerzo no está nada reconocido. Se podría hacer mucho más. Se me ocurre instalar una escultura conmemorativa a la entrada de las instalaciones de EITB, hacer una serie documental sobre la génesis, la instalación y el funcionamiento de la emisora en Venezuela, rodar una película que refleje esta gesta, publicar un cómic sobre esta historia, y por último, homenajear con un acto especial y una placa o medalla a los supervivientes de esta historia y a sus familiares.

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