José Luis Garrido Bustamante, «locutor de tercera» en RNE

José Luis Garrido Bustamante

A sus 84 años recién cumplidos, José Luis Garrido Bustamante puede presumir de haberlo hecho prácticamente todo en las hermandades y cofradías. Juan Parejo desde Málaga Hoy nos profundiza en el personaje. Ha sido  pregonero, en 1990; muchos años maniguetero de su Virgen de la Presentación, diputado mayor de gobierno y teniente de hermano mayor en la hermandad del Calvario, a la que muchos quieren mandar al último lugar de la nómina de la Madrugada; ha sido pionero en las retransmisiones televisivas de Semana Santa, tanto nacionales como locales. Es el decano de los periodistas cofradieros de Sevilla, aunque su talante y su manera de trabajar, como el mismo afirma, poco tienen que ver con los profesionales de hoy día. Sevillano del barrio de San Lorenzo, es hermano de nacimiento del Señor de Sevilla, además de ser del Calvario, corporación en la que ha desarrollado su vida cofradiera. Residente actual en Salteras, regresa a Sevilla, y al barrio que lo vio nacer, cuando se acercan los días más señalados del año.



Garrido Bustamante nació en el número 24 de la calle Teodosio, en pleno barrio de San Lorenzo, donde un día, casualidades del destino, pusieron un azulejo del Cristo del Calvario. Es hermano del Gran Poder por su madre y del Calvario por su padre. Cuenta sus años junto al Señor de Sevilla: «Cada año pregunto quiénes me preceden en el Gran Poder. El año pasado fui el número 13 y ahora me han dado la noticia de que tengo el 12». Era un joven estudiante de Comercio cuando lo llamaron casualmente de RNE para que sustituyera a Manolo Bará, que se había marchado a la Cadena SER. «Me nombraron locutor de tercera eventual y sin derecho a ocupar vacante».

En los años 60, comenzó a hacer programas de Semana Santa en la radio, «uno fue premonitorio. Lo llamé Pregón». Luego pasó a trabajar en Televisión Española, donde fue el encargado de transmitir por primera vez para toda España las procesiones de Semana Santa: «En 1981 hice unas narraciones de las Semanas Santas de Andalucía.
Al año siguiente, los políticos dijeron que de religión nada, pero en 1983 hablamos con Gonzalo Vallejo, que era un sevillano que comandaba la primera cadena, para hacer una retransmisión en directo. Me mandó a Ramón Díez, que era el mejor realizador que había».

Como entonces había que iluminar con grandes focos toda la escena que se quería retransmitir, a Garrido Bustamante se le ocurrió hacer la salida de Santa Cruz de la Catedral y la subida por Mateos Gago hasta su parroquia: «Era como un plató. Una línea recta. Lo hicimos comentado por mí y por Gonzalo García Pelayo. Funcionamos muy bien. Quedó todo sensacional». La última transmisión nacional fue la entrada de las hermandades de capa de la Madrugada en 1993: «De tener que colgar los reflectores en los balcones habíamos pasado al satélite».

Entre 1996 y 2012 fue el rostro y la voz de Giralda, en la que contó todas las fiestas locales con su característico y estilo único: «La forma mía de comentar la Semana Santa ya no se lleva. Yo, siguiendo las pautas de Matías Prats, me preparaba mucho. Me documentaba. Además, me gustaba hacerlo yo solo. El sistema que yo aporté es que pivotaba toda la retransmisión en el realizador y el comentarista. Debían entenderse muy bien. Hoy ya no se hace así. Ahora ponen a varios a charlar y ya está. Yo me entendía muy bien con el realizador. La imagen siempre seguía al comentario o viceversa».

Asegura que el papel que juegan los medios de comunicación en la Semana Santa de hoy es muy importante. Recuerda, por ejemplo, la Madrugada de 2000, que él no retransmitió puesto que iba haciendo estación de penitencia en el Calvario. Como era habitual, lo sustituyó Chano Amador, la voz de Saeta: «Quiero rendirle un  homenaje. De no haber sido por sus nervios de acero y por su serenidad podría haber sido una catástrofe. Enjuició la situación con tranquilidad. La televisión y todos los medios contribuyeron a que aquello no llegara a más».

Su Pregón de la Semana Santa, pronunciado en el año 1990, es todavía hoy uno de los más recordados. Lo escribió en una máquina de escribir Hispano-Olivetti eléctrica. A la izquierda, anotó a lápiz el tono o el tempo que tenía que imprimir al texto. «Ahora los pregoneros se olvidan de que están dando una exaltación. Se les olvida pronunciar los finales. También hay que cultivar los silencios, las subidas y bajadas de tono. Eso hay que llevarlo muy preparado. La más gloriosa improvisación cuenta con muchas horas de ensayo».

Tiene además muy claro que el pregonero debe contar su vida: «La gente lo que recuerda son cosas, sucesos, anécdotas… ¿Que el Pregón no dice nada? Cuenta la vida de un cristiano y de su familia. ¡Te parece poco!».

Recientemente, tras un encuentro cofradiero en Marchena, iba con su mujer por la calle cuando se encontraron con un ensayo de costaleros. Desde debajo del paso uno de los costaleros recitó uno de los versos de su Pregón: «Alguien exclamó ‘Qué bien se llevan los pasos andando sobre los pies’, y me dijo: ‘Siga usted, maestro’. Y yo no pude seguir. Me llegó al corazón. Me lo sé de memoria, pero me quedé en blanco. Han pasado muchos años y todavía se recuerdan cosas de mi Pregón».

La Semana Santa la vive en familia. Con sus hijos y nietos, muy vinculados al Buen Fin, o con su consuegro, Antonio Jiménez, que tiene su edad y también es del Gran Poder, en las sillas de la calle Sierpes. Se emociona al hablar de sus dos hermandades y grandes devociones. El Sábado de Pasión vivirá dos experiencias profundas.
Por la tarde, el Gran Poder lo ha invitado junto a otros veteranos de la cofradía a estar un rato a solas con el Señor. Por la noche estará en la Magdalena, en el lugar reservado por la hermandad para los hermanos antiguos, para el traslado del Cristo del Calvario al paso: «Es uno de esos actos de los que se saca más provecho espiritual que de cualquier ejercicio espiritual. Es algo impresionante».

Con toda la experiencia y las vivencias que acumula, no quiere dejar pasar la oportunidad para analizar el papel que tanto el Gran Poder como el Calvario tienen en la Madrugada: «El Gran Poder es una cofradía sacrificadísima. La vuelta que da es un regalo que hace a Sevilla. Es de una gran generosidad. El Calvario también es muy sacrificada. El año pasado se nos obligó a hacer una prueba a sabiendas de que iba a ser un fracaso. Se habla mucho del Calvario cuando no molesta a nadie. Estamos donde tenemos que estar», enfatiza.

En el recuerdo: Vísperas del Pregón
El pregonero de la Semana Santa de 1990 con su mujer, Yoli, y sus hijos, José Luis, Ángel, Javier, Antonio y Esperanza ante el azulejo del Cristo del Calvario en la Magdalena.

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