Jesús Huerta escribe en enciendecuenca.com que el periodista Javier Gallego ‘Crudo’ protagoniza la tercera sesión del ciclo de conferencias ‘¿Malos tiempos para la lírica?’ del Babylon Festival, con una conferencia en la Fundación Antonio Pérez y una sesión DJ en el pub Vaya Vaya del Casco Antiguo. En esta entrevista el presentador de Carne Cruda habla de periodismo, música y los pesares que tienen en común.
- Podemos comenzar con la pregunta que da nombre al ciclo del Babylon Festival. ¿Corren malos tiempos para la lírica?
- Corren siempre malos tiempos para los músicos, porque suele haber bastante precariedad en la clase baja y la clase media de la música de España, por la falta de medios, de industria y de apoyo institucional; pero, al mismo tiempo, corren buenos tiempos para la música, porque hay mucha variedad y mucha variedad de explicar lo que haces. Así que es una situación crítica para la mayor parte de músicos, pero al mismo tiempo, es un momento excitante para contar cosas?
- ¿Entonces un poquito mejor que el periodismo está?
- (Risas) Pues pasa un poco lo mismo, vienen malos tiempos para el periodista, que no suele cobrar demasiado bien y vive muchas veces en el alero, pero al mismo tiempo son momentos emocionantísimos para hacer periodismo. Malos tiempos para el periodista, pero buenos para hacer periodismo. Fíjate lo que tenemos encima para contar,desde una lucha entre dos polos ideológicos, hasta crisis energética, bélica, climática… En fin, parecía que no íbamos a tener momentos históricos de contar y estamos inmersos en un libro de historia.
- Se ha movido por ambos mundos, pero se ha decantado especialmente por el periodismo. ¿A veces no piensa que quizás con la música le habría ido mejor?
- No creo que hubiera ido mejor, de hecho, de lo que voy a hablar en la charla en Cuenca es que yo estoy vocacionalmente condenado a los márgenes. En la música he trabajado en propuestas que no son del gusto general ni comerciales, me gusta la experimentación y el riesgo, y creo que en la música he hecho un poco lo mismo, ir a contracorriente. No me ha quedado más remedio, pero en el fondo creo que moverme en la periferia forma parte de mi manera de ser. Intento moverme en los márgenes sin ser marginal, que es lo que le gustaría a muchos a los que no les interesa el pensamiento crítico que propone Carne Cruda, que fuéramos insignificantes. Yo he huido de la insignificancia. Ha intentado mantenerme en esa periferia, pero intentando llegar al mayor número posible de público. Y con la con la música me pasaba igual, yo siempre he creído que que la vanguardia se puede hacer accesible; de hecho, así nació Carne Cruda con la vocación de llegar a esa inmensa minoría mayoritaria.
- Son ya muchos años intentando mantener esa independencia, habrá días en los que acabará agotado…
- ¡La independencia es agotadora! Es verdad que tiene un precio, pero también tiene muchas recompensas: poder hacer periodismo a tu aire, ejercer tu trabajo de la manera que quieres sin las presiones que tienes en medios de comunicación que, al final, están mediatizados por la política o las empresas, es una enorme satisfacción. Lo más bonito del proyecto de Carne Cruda es que se ha convertido en aquello que defendía en sus micrófonos. Es un ejemplo práctico de las teorías de las que se hablan en el programa.
- Para conseguir esa independencia Carne Cruda ha necesitado del respaldo económico de los oyentes. Como os gusta decir, ellos son vuestros productores. ¿La suscripción es el camino que deben seguir los medios de comunicación, por lo menos los pequeños?
- Eso es lo que te asegura una independencia respecto al poder económico. Cuanto mayor sea la masa crítica que te apoya y financia tu medio, más salvaguardado estarás, es evidente. De hecho, si no quieres que lo paguen ellos, como se ha dicho en alguna publicidad de crowfunding de medios independientes, pues tendremos que pagarlo nosotros. Desgraciadamente, eso tiene un límite, porque impide competir con los grandes medios, que tienen capitales mucho mayores. Por eso algunos medios que han empezado como pequeños, el caso de El Diario, en el que yo soy colaborador y donde Carne Cruda está alojado porque es un medio asociado con nosotros, tiene una financiación híbrida; es decir, tiene la financiación de sus socios, pero al mismo tiempo también tiene el apoyo de marcas, siempre, con el límite de una libertad editorial por parte del periódico, que jamás admitirá una intromisión y, si en algún momento la marca se siente ofendida, pues que se vaya a buscar otros periódicos de los que anunciarse. Bueno, es una correlación de fuerzas difícil que siempre hay que vigilar con tiento para que no acaben metiendo la mano en el periodismo, que es un poco lo que pasó en en las décadas de la Transición, que llevaron al final a una crisis de credibilidad del periodismo. Los medios independientes que nacieron al calor del 15M han venido defendiendo que, al final, tiene que ser la comunidad de ciudadanos quien tiene que defender el servicio público y se establece un compromiso muy interesante entre el periodista y el público para salvaguardar algo que es fundamental para la salud democrática, que es la libertad de prensa.
Yo creo que muchas veces la gente no es consciente todavía de la precariedad laboral que hay en el periodismo, de cuestiones de la falta personal en las redacciones y de lo mal pagado que está.
Yo creo que el público desconoce en general esa realidad. Desgraciadamente, se está haciendo periodismo muy precario y eso va en detrimento de la libertad de expresión y de prensa, porque cuando tú tienes una situación económica precaria no eres todo libre, porque temes perder el trabajo, perder ese pequeño sueldo que tienes y dependes mucho más de quién te paga. Como lo son la censura y la autocensura, ese es uno de los grandes peligros de la de la libertad de prensa. Nosotros por ejemplo insistimos mucho en el programa que el público conozca lo que cuesta hacer el periodismo, lo que cuesta hacer el periodismo bien hecho y que, si quieres que te den un periodismo independiente y crítico, pues que conviene pagarlo, porque si no al final va a estar en manos de otras personas. - Ha mencionado la censura y la autocensura, dos amenazas que afectan a tanto al periodismo como a la música.
- Eso es un mal endémico. La censura de ciertos discursos es evidente, en los grandes medios es notoria y anto en el periodismo como en la música y cosas que no se pueden decir. El ejemplo práctico es Carne Cruda, que viene siendo un programa de éxito desde hace ya trece años, mantiene una comunidad fortísima, tiene unos altos niveles de audiencia y, sin embargo, no hay cadena que ahora mismo se atreva a poner ese programa en su emisora. En el caso de la música ocurre un poco igual: decir ciertas cosas en ciertos sitios es muy incómodo. Se vetaba en los años 80, se vetaba en los 90 y se sigue vetando en el siglo XXI. Hay cosas que no se pueden decir y que no se suelen decir; de hecho, hay cosas que ahora mismo serían inimaginables, como hacer, por ejemplo, un programa como La Edad de Oro o como La Bola de cristal. En los grandes medios no vemos nada parecido. Por su puesto, hay grietas y programas interesantes de música ha habido alguno, pero en general te diría que el mensaje político, y no me refiero a la canción política, pero el mensaje que puede haber crítico en una canción, pues generalmente se soslaya o se trata de de censurar o de obviar.
- ¿Cómo se lleva con el Twitch y todos estos nuevos formatos?
- Lo llevo bien. Al final uno tiene que aceptar que, en este mundo audiovisual en el que estamos inmersos, es casi imposible escapar de la imagen, en las redes sociales, en Instagram o en Twitch. Es verdad que va en contra del espíritu de la radio, que eran voces que se escuchaban y que tu imaginación completa. Hacer radio con imagen es televisión, no es radio; pero bueno, tenemos que aceptar que, si queremos llegar a más público, si queremos estar más presentes, los que no tenemos los grandes altavoces de las emisoras, tenemos que utilizar estos otros altavoces que están apareciendo. Hay que adaptarse esos tiempo y nosotros lo estamos haciendo, creo que de manera meritoria. Nosotros necesitamos tener muchas pantallas en las que poder aparecer porque no tenemos la potencia que tienen los grandes medios.
- A la radio la llevamos matando 100 años y ahí sigue, porque el podcast que lo sean no deja de ser radio al fin y al cabo…
- Bueno, eso hay gente que lo discute. Es verdad que el podcast ha permitido el renacimiento de géneros clásicos de la radio y a la aparición de nuevas formas de contar. Es el mismo formato sonoro, lo que cambia es la manera de consumirlo y de tratar temas. El podcast está siendo una revolución que no ha llegado aún a la radio y no parece querer llegar; sin embargo, está dando lugar a muchísimas ideas muy interesantes a nivel sonoro y a la posibilidad de que se escuchen discursos distintos, de que haya más pluralidad de voces, de que las mujeres, por ejemplo, empiecen a contar en primera persona y, en algún caso, están liderando la revolución del podcast. Efectivamente, creo que la radio siempre he pensado que es inmortal y afortunadamente vive una nueva edad de oro gracias a los podcast.
- ¿Tiene preparada la sesión de música del Vaya Vaya? ¿Qué va a pinchar en Cuenca?
- Voy a intentar hacer un viaje por todo lo que han sido mis influencias musicales y mis discos favoritos. No me caben todos, porque tengo un tiempo limitado, pero voy a ir, creo que para sorpresa de muchos desde el heavy metal y el rock duro de los 70 y principios de los 80 hasta la experimentación, el jazz rock, las vanguardias de la música contemporánea, incluso la electrónica industrial, Yo he sido siempre una persona muy inquieta en el gusto musical y he transitado por muchos territorios y entonces va a ver de todo eso. Me parece que el salto de cómo voy a llegar desde el rock más duro hasta el jazz más delicado va a ser interesante.
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