Gregorio Gálvez: «Herri Irratia fue el primer medio que apostó por la cultura vasca»

Gregorio Gálvez

Jon Pagola escribe en donistitik.com: el recordado locutor de radio echa la mirada atrás, reivindica las figuras de Popocho y Santi Ugarte, y se declara fan del grupo argentino El Mató a un Policía Motorizado.
Gregorio Gálvez tiene un arsenal de anécdotas que ha recopilado durante las cuatro décadas que trabajó en Herri Irratia. Fue la voz de varias generaciones de guipuzcoanos, al menos para aquellas que se divertían con sus historias y descubrían grupos nuevos, de casi todos los estilos, muchos de ellos con sonidos antagónicos, entre los que se encuentran Duncan Dhu, La Orquesta Mondragón, Señor No, Kortatu y un Havoc que hacía sus primeros pinitos como cantautor anglófilo. La vida musical de San Sebastián no se puede entender sin este profesor de escuela que abandonó los micrófonos en 2010 y pocas veces se mordía la lengua.



Hablar con él es como montarse en un tren panorámico donde uno descubre bellos paisajes y lugares inesperados en su propia ciudad, enlazando unas ideas con otras. “Los Patos fue a los primeros a los que hice una maqueta. Tengo muchísimas historias. El primero que presentó en la radio a Mikel Erentxun fui yo. Estábamos al borde de una piscina. Me entusiasmó. ¡Es Elvis reencarnado, aquel movimiento de pelvis! Era sensacional. Tendría 15 o 16 años. Luego no me extraña que Santi Ugarte hubiera querido que fuera líder de Puskarra. Esto es una exclusiva. La primera vez que fue con un disco a la radio notó que hacía un movimiento raro y me dijo: Gregorio, creí que te iba a gustar más”.

A sus 72 años no ha perdido punch juvenil, aunque no todo lo que hay a su alrededor le entusiasma. Conoce y respeta el trabajo de algunos youtubers como Ibai Llanos, se declara fan del grupo argentino El Mató a un Policía Motorizado -“les he visto en el Dabadaba dos veces. Me encantan. Son auténticos”-, pero al mismo tiempo tuerce el gesto cuando se le pregunta si le gusta el trap y toda esa corriente de música urbana. “Me da pena que el hijo de mi mejor amigo oiga reggaetón”, sentencia. Gregorio, que se dedicó a la enseñanza en Altza y también en un colegio del barrio Ergoien de Oiartzun, terminó los días de radio “cansado” física y mentalmente. “Antes de que Herri Irratia desapareciera yo ya tenía un sentimiento de cansancio”, admite. “He desconectado tanto que no me acuerdo ni cuándo lo dejé. Mantengo eso sí mi relación con Forki, que a pesar de haber sido compañeros somos amigos. Vale un montón”.

En un momento en el que un puñado de colegas periodistas musicales han creado sus propios programas (Ricardo Aldarondo, Eduardo Ranedo, Juan G. Andrés), él no se ha animado con el suyo y se mantiene, de momento, al margen de aventuras radiofónicas. “Es que soy muy vago”, dice antes de recomendar acaloradamente el podcast de Aldarondo. “Soy ferviente seguidor. No me lo pierdo. Mezcla estilos con una facilidad pasmosa. Ayer terminé de escuchar uno, el número 25, Voces Femeninas, que me encantó. Además, recordé una canción de John Lennon que le dedicó a Yoko Ono y hacía años que no la escuchaba”.

Divertido, hablador, simpático y detallista -lo primero que hace con el periodista es regalarle un disco de los Jam-, Gregorio está en ese punto delicado de la vida en el que algunos amigos empiezan a marcharse. Ocurrió con Popocho, fallecido el año pasado, a quién le unía una estrecha amistad desde los tiempos de La Orquesta Mondragón. ¿Crees que se le ha hecho justicia más allá de la manida etiqueta de Buster Keaton donostiarra? “No. Pero él era muy tímido y no le hubiera gustado un reconocimiento público. Yo tampoco lo quiero. Mi familia y mis amigos lo saben. De hecho, tengo ya unas instrucciones precisas para cuando me muera”.

-¿Ya estás pensando en eso?
-Sí. Yo ya tengo mi edad y es mejor dejar las cosas claras.

Rápidamente abandona la seriedad y lanza un doble alegato en forma de memoria histórica. En primer lugar, glosando la figura del promotor musical Santi Ugarte, padrino de aquel Donosti Sound primigenio de los 80, y asimismo reivindicando el papel que tuvo su antigua casa como servicio público euskaldun. “Fue algo extraordinario”, recuerda. “El primer medio de comunicación que apostó por la cultura vasca fue Herri Irratia y eso es algo que no lo ha dicho nadie. No hay un libro que lo documente. Es una pena. Todo nació en Herri Irratia: las regatas, los bertsolaris, los aizkolaris… ¡hasta los payasos Txirri, Mirri y Txiribitón! Mariano Ferrer. La primera crítica de este país nace en Herri Irratia. Aquellos informativos eran soberbios”. Precisamente fue Iñaki Gabilondo, entonces director de la emisora, el que le empujó a incluir música rock en la programación. “Yo era el más joven y me animó a que hiciera un programa juvenil de música porque sabía que escuchaba a Los Brincos, Los Beatles… ¡y bien que me metí!”.

De su genial anecdotario no podía faltar un pasaje con Javier Gurruchaga como protagonista. “Acababa con dolor de la quijada de tanto reírme con él. Era genial. Un showman. Un clown. Recuerdo una vez que estábamos en un restaurante en Amara y pidió chipirones en su tinta. Sin venir a cuento metió la mano en los chipirones y fue capaz de decirle a la camarera: Señorita, ¿baila?´.No, señor, estoy trabajando´, le respondió. Fue buenísimo. Salíamos del bar El Huerto y se ponía en el centro de la calle Urbieta a las dos de la mañana y se bajaba los pantalones. No estaba borracho, todo lo contrario. Él era así”.

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