Gemma Nierga: «Minutos antes de debutar, en los estudios de la SER en Madrid…, yo lloraba del susto en un lavabo, encerrada a solas»

Gemma Nierga

A Gemma Nierga la cautivan el teatro, los musicales y bailar jazz. Bailar en un escenario fue su vocación primera… y la cumple cada mañana en su plató de ‘Cafè d’idees’ (Ràdio 4 + TVE Catalunya, La 2, de 8 h a 10 h), porque baila las mejores entrevistas de las muchas que se televisan en España.
Sus preguntas, exquisitas en las formas e implacables en el fondo, clavan como alfileres al entrevistado en el corcho de su formidable historial periodístico audiovisual (con tres Ondas), que acaba de sumar 40 años de micrófono.
La porción mayor la recorrió en sus quince años de ‘La Ventana’, que conmemora ahora 30 años de emisiones (las abrió Xavier Sardà, las continúa Carles Francino) con un programa especial radiado hoy viernes (Cadena SER, de 16 h a 19 h) desde el teatro Victòria de Barcelona.

  • El periodista pregunta, no airea sus ideas.
  • ¿Y qué tiene de malo airearlas?
  • Que te debilita como periodista.
  • ¿Por qué?
  • Tus preguntas son tu arma… y las debilitas si infieren que las subordinas a tus ideas.
  • Su secreto como entrevistadora de políticos en su Cafè d’idees es…
  • Estudio a fondo al personaje para extraer alguna verdad que no tuviese previsto soltar, y por eso le pregunto y le repregunto.
  • ¿Repregunta por fastidiar?
  • ¡No! Si algo no me queda claro, repregunto. No es por fastidiar, es por entender.
  • ¿Qué entiende de sí misma?
  • Que yo pedaleo siempre. “Nunca hay que rendirse”, me repetía mi padre.
  • ¿Y su madre?
  • Murió en el 2007 y querría para mí su bondad, humildad, belleza y dulzura. “¡Ataja, niña!”: me apremiaba a no dar vueltas.
  • La niña que usted fue, ¿qué quería?
  • No lo dudaba: ¡sería bailarina del ballet Zoom! Y apagaba la tele en los anuncios y bailaba para mis padres y hermanos.
  • Quería ser vista, por lo que veo.
  • “¿Quién quiere leer la lectura?”, preguntaban las monjas. Y yo siempre levantaba la mano. Y me desmayaba.
  • ¿Por qué se desmayaba?.
  • Quería leer, pero caminando hacia el atril temía hacerlo mal… y me desmayaba.
  • ¿Y hoy, qué?
  • Cada mañana, mientras voy al plató, me pregunto: “¿Por qué hago este trabajo?”.
  • Y… ¿por qué se metió a periodista?
  • En el cole montamos una obra de teatro y uno de los personajes era periodista. “Qué bien suena esa palabra”, me dije. “Contar a los demás lo que ocurre… ¡Eso haré yo!”.
  • ¿Y estudió Periodismo?
  • Sí, y a la vez colaboré en Ràdio Vilassar de Dalt: tenía solo 17 años. Desde entonces he trabajado, pedaleando siempre, ¿lo ve?
  • Ya suma… ¡40 años! de micrófonos.
  • A los 21 años trabajé en Dit i fet (TV3), pinché música en las madrugadas de la SER… y en 1990 estrené Parlar per parlar, luego Hablar por hablar, hasta el año 1997.
  • Mucha gente aún lo recuerda.
  • “¡Hice mi carrera escuchándote!”, me ha confesado toda una vicepresidenta del Gobierno… Y así muchísima gente.
  • Todos escuchaban y muchos llamaban.
  • Homosexuales, mujeres agredidas… Era un programa necesario. En la radio lo he aprendido todo de la vida… o casi todo.
  • Y le ofrecieron La Ventana.
  • Acepté. Y minutos antes de debutar, en los estudios de la SER en Madrid…, yo lloraba del susto en un lavabo, encerrada a solas.
  • ¿Y qué hizo usted entonces?
  • ¡Pedalear! Como siempre. Salí, llegué llorada al micrófono. Y empecé. Recién muerta lady Di, cambiamos el programa de arriba abajo. Era septiembre de 1997.
  • Y al frente de La Ventana estuvo usted muchos años… ¿Cuántos fueron?.
  • Hasta el 2012: ¡quince años seguidos!
  • ¿Qué le pasó en esos quince años?
  • Me pasó todo: me casé, murió mi sobrino, asesinaron a Ernest Lluch, murió mi hermano, perdí y recuperé la voz en dos ocasiones, nacieron mis dos hijos… ¡Todo!
  • Recuerdo lo de Ernest Lluch… fue terrible: leyó usted aquel manifiesto…
  • “Estoy segura de que Ernest Lluch hasta con el que le mató hubiese intentado dialogar. Ustedes, que pueden, dialoguen”.
  • Y se lió la de San Quintín.
  • Me dio mucha paz una llamada de Enric Lluch, hermano mayor de Ernest: “Hubiese dialogado con el que le mató en la íntima convicción de que le habría convencido de no matarle”, me dijo al teléfono.
  • ¿Qué le enorgullece más de sus quince años al frente de La Ventana?
  • Haber dado voz a presos en cárceles. Y a los niños, también. Y a los enfermos mentales. Y a filósofos, padres de la Constitución, artistas… Gente muy brillante, sin jamás restringir su libertad de palabra.
  • Y los jefazos de la SER la despidieron…
  • Ellos, que sabrían mucho de radio, pensarían que sin mí la cadena SER mejoraría.
  • Seguro que le han pedido que vuelva.
  • Pues sí. Pero ya no vuelvo, les respondí.
  • ¿Argumentó usted su negativa?
  • “¿Cómo queréis que abandone Cafè d’idees, donde estoy disfrutando tanto?”. En Ràdio 4 desde el 2019 y desde el 2020 también puede verse en La 2 de TVE Catalunya.
  • Ser mujer ¿diría que la ha beneficiado o perjudicado en su trabajo?
  • Mi sensibilidad femenina, ponerme en la piel del otro, constituye una fortaleza para un buen periodista… por mucho que algunos lo interpreten como una debilidad.
  • ¿Qué no haría jamás por arañar un poco más de audiencia?
  • Mentir. O herir a sabiendas. O hacer algo que a mí me avergonzaría oír o ver.



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