Fallece Gonzalo Estefanía, director de antena de Gestiona Radio

Gonzalo Estefanía

Termina el año con la triste noticia del fallecimiento a las 04.30 de la madrugada de hoy 31 de diciembre, de Gonzalo Estefanía, director de antena y emisoras de Gestiona Radio y lector de guiadelaradio.com. Conociamos la noticia en el apunte que hacía en facebook Joaquín Guzmán. Habitual en las noticias de esta publicación en especial por la gran cantidad de premios que recibió en su trayectoria profesional, recurrimos al texto de Gorka Zumeta para rendirle este último homenaje.



Esta es la biografía a la que evidentemente habría que cambiar el tiempo de los verbos, pero que hemos respetado tal cual.
Gonzalo Estefanía es en la actualidad el director de Antena y Emisoras del Grupo Gestiona, adonde llegó en 2013, tras cerrarse las puertas de Punto Radio, la cadena de emisoras del Grupo Vocento, donde ejercía la misma responsabilidad, la dirección de antena. Tuve la suerte de conocerle hace muchos años en la Cadena SER y, desde el minuto uno, capté de inmediato su amor por el medio, incondicional. Gonzalo piensa en sonidos, y con su potente voz, convierte lo que habla en pura radio. Escucharle en este reportaje premiado es solo una pequeñísima muestra de su talento, tan asociado a la radio, por inquebrantable vocación. No es éste el único premio que posee Gonzalo Estefanía. Su talento ha sido reconocido en numerosas ocasiones, entre los más destacados, el Primer Premio Periodístico ‘Salud y Trabajo’ en 2010, y, probablemente, el más importante: el premio Internacional Rey de España 2004, convocado por la Agencia EFE y la Agencia Española de Cooperación Internacional, por el reportaje sobre emigración: “España-América, América-España; el viaje continúa”, emitido en Punto Radio, en 2004. Su carrera está jalonada por hitos como estos, que dan cuenta de su buen hacer, y de su incuestionable pasión por el medio.

Morir con las botas puestas…
Enfrentarme ante un folio en blanco para recordar a Gonzalo Estefanía (Madrid, 1981-2017), ahora que nos ha dejado, es uno de los cometidos más crueles que me ha deparado el destino. Sin cumplir los 40 años, Gonzalo, recortada estatura, voz poderosa, sonrisa permanente, fortaleza incombustible, se enfrentó a un extraño cáncer, que se lo llevó. “Es una variante muy rara del cáncer, tengo esperanza porque los médicos están aportando nuevas soluciones” -me decía, confiado, el pasado 19 de julio, en una cafetería desde la que divisábamos un luminoso día en su barrio, Sanchinarro-. La enfermedad copó los primeros minutos del siempre feliz reencuentro, pero pronto pasó a segundo plano, porque la radio -¡ay, la radio!- también era su vida. Compartíamos pasión.

Ella -la radio- fue la que nos reunió hace muchos años, cuando, siendo muy jovencito, atravesó por primera vez el pasillo de la SER, en Gran Vía 32, en Madrid, camino de sus primeras prácticas, como alumno del desaparecido Máster de la SER, en el que obtuvo, por cierto, la calificación de sobresaliente. Nos cruzamos pronto. Era tímido, pero resultaba imposible no tomar de inmediato confianza con él cuando abría la boca y nos envolvía con su voz, de timbre tan agradable, de barítono. Concluyó sus prácticas y prosiguió su camino, pero no perdimos contacto. Y a menudo los reencuentros eran, aunque espaciados, siempre felices y desde luego intensos, y en todos ellos la radio estaba muy presente, la que escuchamos -nuestros referentes, muchos comunes- y la que venía, y nos atrevíamos a realizar vaticinios, como si tuviéramos poderes nigromantes.

Gonzalo se hizo radiofonista en las puertas de su adolescencia. Con tan solo trece años se apuntó a unos talleres de radio en su barrio e inició un recorrido que le llevó a Europa FM, Cadena SER, Telemadrid Radio, Cibeles FM, Punto Radio y Gestiona Radio. Su incuestionable e inagotable amor por el medio, sumado a su carácter inquieto y emprendedor, le condujeron a crear Radio Intertravel, una de las primeras emisoras en internet que se pusieron en marcha en España, y que con posterioridad obtuvo el Premio Joven de la Universidad Complutense de Madrid, donde cursó la carrera de Periodismo.

Gonzalo era un entusiasta de los certámenes, y dedicaba ímprobos esfuerzos a ellos, con acierto a menudo desmedido, y aplaudido por quienes le apreciábamos. Sin duda, el reconocimiento que más nos llamó la atención a todos sus amigos, por la juventud que le precedía -apenas 23 años-, fue el Premio Internacional Rey Juan Carlos de Periodismo, allá por 2004. Al año siguiente, el rey Juan Carlos en persona le entregó el galardón. No tengo dudas de que Gonzalo ha sido el colega que más reconocimientos ha reunido en su trayectoria profesional. Y no hablo de doctorados honoris causa otorgados a los grandes nombres de la radiodifusión española. Su ámbito, más modesto, pero igual de apasionado, era el de concursos de menor entidad, pero en los que había que competir de verdad y había un jurado que decidía.

En directo en Punto Radio
Hasta los últimos días de su vida, Gonzalo Estefanía, ya postrado en una silla de ruedas, que sustituía a sus piernas enfermas, siguió recibiendo premios, y reconocimientos (siguió currando) como el que recibió en junio pasado, concedido por la Asociación Nacional de Informadores de la Salud o el que publiqué el pasado mes de septiembre, el Premio Provincia de Valladolid, en la modalidad de radio, por un reportaje titulado “Urueña, diez años de literatura” o, el más reciente todavía, en noviembre pasado, otorgado por la Fundación Grünenthal, en la categoría de medios audiovisuales, por el reportaje “Dolor Oncológico”, emitido en el programa “Primera Hora”, de la cadena en la que ejercía como director de antena y emisoras, Gestiona Radio. Se atrevió hasta con su propio dolor. Pero siempre tamizado por la radio. ¡Ay, la radio!

De todos los programas que presentó y dirigió me quedo con «La buena vida«, en la desaparecida Punto Radio. No porque fuera el mejor que hizo, o el que más éxito reunió; sino porque representa, justamente, la sensación que tuvimos todos sus amigos cuando compartíamos tiempo, mesa, mantel, o cañas, con él. Su bonhomía le precedía.

Gonzalo Estefanía murió con las botas puestas… No quiso dejar de hacer radio, porque la radio era, precisamente su refugio, la mejor terapia, la más eficaz, para alejar de su cabeza la enfermedad que, al final, logró someter su proverbial fortaleza, y simpatía… Descansa en paz amigo.

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