Fallece Carmen Coya, histórica voz de Radio Cádiz

Carmen Coya

Carmen Coya, una de las voces más emblemáticas de Radio Cádiz, que sonó desde mediados del siglo pasado, ha fallecido a los 85 años de edad.



Coya comenzó a trabajar en Radio Cádiz el 1 de octubre del 1958. Venía de Madrid, pero antes había trabajado ya como locutora en Tetuán. Su experiencia en la radio hizo que la emisora gaditana se hiciera con sus servicios y se convirtió en una estrella de la emisora local.

Además de esta escueta nota, hemos encontrado el artículo de José Antonio Hidalgo en el Diario de Cádiz.

Suena la suite ‘Cádiz’ de Isaac Albéniz. Sobre ella la locutora anuncia: «Transmite la EAJ-59 Radio Cádiz, la ciudad más antigua de Occidente».
Durante años, la voz que daba inicio a las emisiones de la decana de la radio andaluza era la de Carmen Coya. Voz ya en silencio, salvo en nuestra memoria, y que forma parte ya, con pleno derecho, de la Historia de la radiodifusión española.

El 1 de octubre de 1958, en el pequeño estudio de la calle José del Toro donde Radio Cádiz emitía los programas cara al público, Manuel Fernández Garaboa, conductor de ‘Alegría en las Ondas’, presentó a los oyentes a una nueva locutora que se integraba a la estación: Carmen Coya. A partir de entonces se convirtió en la referencia de la radio, en una más de las familias gaditanas.

Carmen Coya llegó a Radio Cádiz casi por accidente. A pesar de su juventud ya era una estrella en Tetuán, donde su padre, veterinario militar, estaba destinado. Trabajaba en Radio Dersa, la antigua La Voz de España. Su popularidad era similar a la de una actriz de cine. Le paraban por la calle, le pedían autógrafos. Sus programas cara al público se llenaban.
El cambio político en la antigua colonia la trajo a Cádiz, aprovechando que aquí vivía una tía. Y aprovechó que Radio Cádiz, como le informó el jefe técnico de la emisora, Fernando Arteche, solicitaba nuevas locutoras para mandar a su director, José Luis Largacha, una grabación con su potente voz. Largacha, tras escucharla reunió a su plantilla: «Esta es la voz que quiero». Y desde entonces Carmen Coya formó parte de la Historia de la EAJ-59.

Coya llegó en tiempos difíciles para la estación. A pesar de su implicación en la vida gaditana, referente ya del ocio en esos tiempos oscuros, la emisora apenas podía sobrevivir con la escasa publicidad que había entonces. Los medios técnicos eran, en muchos casos, artesanales. «¡Mari Carmen, dónde te has metido!», le dijo su tía cuando la dejó en José del Toro.
Daba igual, era ya Coya un animal de Radio. Pronto se hizo con las riendas de ‘Alegría a las Ondas’, compartiendo micrófono con Garaboa, con Laureano Martínez de Pinillos, Sebastián García y con Adela Rojas y, sobre todo, con Antonio Ceballos, emblema también de la historia de nuestra radio más cercana. Y con Aurelio de la Viesca, otro de los grandes, participó en ‘Club de Oyentes’, ‘Correo de la Amistad’ o ‘Rutas Turísticas’, con el que logró un premio Ondas compartido con el equipo de esta emisión, Arturo Paramio como recordado técnico; en 1971 logrará el Ondas a la Mejor Locutora en España.

Carmen Coya llegó en los primeros años de emisión del concurso del Carnaval desde el Teatro Falla. Garaboa tuvo que explicarle las diferencias entre un coro y una chirigota. Después, fue infalible en sus retransmisiones desde la Onda Media junto a Juan Manuel Pedreño.
La radio fue evolucionando y reforzando su labor asistencial. ‘Rincón de la Caridad’, dirigido por De la Viesca, llevó a Coya a recorrer media provincia, con juguetes para que los niños más necesitados pudiesen sonreir el día de Reyes. «Llenábamos un Land Rover hasta arriba. Íbamos hasta los hospitales en una caravana. En una de las ocasiones Juman me pintó de negro, para hacer de Baltasar, utilizando un corcho quemado y cerveza. ¡Lo que me costó después quitarlo!», recordaba hace unos años la locutora a este periodista.

En 1966 Radio Cádiz se integra en la Cadena SER (antes formaba parte de la Rueda Rato), lo que supondrá el inicio de un lento proceso de transformación que se potenciará con la llegada de Joaquín Durán a la dirección en 1979.
La renovación en las formas de hacer radio, y de los propios estudios que se trasladarán al Paseo Marítimo, se llevará por delante a las viejas voces de la casa. Menos a Carmen Coya.

Recuerda Durán como desde un principio Carmen Coya se implicó como la que más en la nueva etapa, participando en todos los proyectos. No es de extrañar. Carmen fue siempre por delante de su tiempo. En el trato con el prójimo, en su carácter, en sus relaciones personales, en su vitalidad a la hora de afrontar nuevos retos.
Sus dotes interpretativas, que ya se hicieron patentes en los sesenta con la emisión de radio novelas gaditanas, le permitieron protagonizar programas especiales en festividades como la de los Tosantos o en la conmemoración del Maremoto de Cádiz.
Una mañana de enero de 1985 este cronista junto a Pepe Monforte y Juan José Domínguez, llegaron por primera vez a la pequeña redacción del Paseo Marítimo. Allí estaban Pepe Benítez, Juan Manuel Pedreño, Inés Alba, Antonio Yélamo y Carmen Coya. ¡Piensen cómo nos sentíamos tres jóvenes oyentes rodeados de estos dioses de la radio! Y entre todos, Carmen Coya nos recibió con los brazos abiertos, con su sencillez innata y con un cariño que iría más allá de nuestra permanencia en Radio Cádiz y se extendería tras nuestro salto a Diario de Cádiz.
Durante años, ya ella retirada del micrófono, intenté entrevistarla para este periódico. Amable pero tajante, me decía que ya no estaba para eso, dedicada al cuidado de su familia. Sí tuve la suerte de contar con su apoyo igualmente decidido cuando me encomendaron la preparación de la exposición conmemorativa de los 90 años de Radio Cádiz.
A pesar de los dolores que le acompañaron por su enfermedad, buscó carpetas, me contó recuerdos desde aquel octubre de 1958, seleccionó fotografías y, al final, me dejó el premio Ondas (el Oscar de la radio española) que había recibido en 1971. Ondas que ocupó un lugar relevante dentro de la exposición que ella visitó en varias ocasiones, a pesar del esfuerzo físico que le suponía.
Pero es que Carmen Coya era así, una luchadora.

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