El primer encuentro intergeneracional de ‘Estirando el chicle’ nos deja siete razones por las que estirar su nueva temporada hasta el infinito

Estirando el chicle

Andrea García escribe en publico.es que por fin se abre el telón de Estirando el chicle. Aparecen María José y Gloria, más conocidas como ‘Aguja, dedal, tijera’ y ‘La Pimpa de Rivas’, las madres de Carolina Iglesias y Victoria Martín. Como ya advirtieron en la última entrega de la serie de los museos, las invitadas debían ser únicas y cumplir la condición de no haber visitado otro podcast. Después de entrevistar a Chelo García Cortés el listón estaba alto, pero lo han reventado. La colaboradora Lala Chus no se ha quedado atrás, ya que ha traído a Rufi, su progenitora, para completar la tertulia perfecta.



Las cómicas han aprovechado la visita de sus madres para preguntarles de todo; desde cómo vivieron su infancia hasta el feminismo en los ochenta o poner el foco en la salud mental. Después de ocho meses sin El chicle, esta quinta temporada y su esperada primera entrega nos ha dado unas cuantas razones para seguir escuchando este programa, ganador de dos Premios Ondas.

  1. De tal palo, tal astilla
    ¿Qué mejor que una madre para morir de la risa? Cada segundo del episodio prueba que las cómicas llevan el humor en la sangre. María José sube recetas a una cuenta de Instagram ‘@agujadedalytijera’. El nombre de su perfil llegó tras la recomendación de Carolina, que le aconsejó que se pusiera un alias que la caracterizase. En su caso, coser le despierta la creatividad. Gloria se ha quedado con ‘pimpa’ por un grupo donde ella bailaba flamenco. Victoria inmortalizó el mote y se dedicó a difundirlo hasta consolidarlo junto al lugar que la vio nacer: ‘La Pimpa de Rivas’ tiene para rato.
  2. El Wizink, un éxito irónico y perfecto
    El espectáculo que Martín e Iglesias se marcaron en el Wizink Center es digno de recuerdo. Por eso, merece ser el primer tema de conversación, aunque Rufi ya adelanta que necesitó una valeriana. En el programa, afirman que sus hijas son muy tímidas, y que verlas encima del escenario era tan emocionante como difícil de creer.

A pesar de todas las alegrías que conlleva triunfar, Gloria hubiese preferido que Victoria fuese una funcionaria asentada con sueldo fijo, antes que catapultarse a la fama —aunque su vuelta a casa sea una pesadilla recurrente de su madre—. Maria José está en la misma línea. Todas están de acuerdo en que la parte desagradable de ser públicas ha sido muy dura: “Ninguna de las dos queríamos ser conocidas”, admite Iglesias.

  1. Una maternidad (de otro siglo)
    ‘La Pimpa de Rivas’ considera que ser madre joven ahora parece un infanticidio, pero ella se casó a los 21 años. “Ser madre venía dado”, explica la madre de Martín. Hace 30 años, la maternidad era muy diferente. En el podcast cuenta que la vivió como una especie de cadena en la que conoces a tu pareja, disfrutas unos años antes de quedarte embarazada y finalmente, enfocas tu vida a los niños. Para ilustrar este concepto, recuerda una frase de Quino, el autor de Mafalda: “Los padres y los hijos se gradúan el mismo día”, en referencia a que nadie nace sabiendo.

Las humoristas les preguntan si se puede mantener una vida social activa tras la maternidad y Maria José sentencia que, obviamente, te limita. En su caso, cuando dejaba a Carolina al cuidado de otros, tenía tiempo de ir al teatro y de hacer cosas para sí misma. No es el caso de Gloria, quien se llevaba al Louvre a Victoria —porque no tenían donde dejarla—, algo que ella le agradece, ya que dice que de ahí viene su gran sabiduría. La conclusión es la siguiente, como dice ‘Aguja y dedal’: “Ningún libro te ayuda a ser madre”, aunque haya guías que lo intenten.

  1. Abrir los ojos ante la violencia machista y obstétrica
    Nuestras madres no pudieron aprender nada del feminismo como lo ha hecho la actual generación Zeta, y de ahí la importancia de ponerle nombre a las cosas para reconocerlas. Maria José acudía al sentido común ante situaciones que estaban totalmente normalizadas, como silbar a una mujer por la calle: “Ya decía yo que eso no me gustaba, porque eso es machista”. Gloria menciona el término violencia obstétrica —maltrato que sufre la mujer embarazada durante su atención médica al ser juzgada, atemorizada, humillada o lastimada física y psicológicamente— y cuenta que lo ha sufrido muchísimo: “Tengo unos recuerdos terribles de mi primer aborto”, y aunque siga pasando, considera que no es comparable a su época. “Si te tocaba parir el lunes, el médico te pinchaba oxitocina el viernes para provocar el parto y tener libre el fin de semana”.
  2. Rufi y su santa paciencia
    En este programa de Estirando el Chicle, ha surgido la creación de una nueva palabra: temosa. Según Rufi, Lala Chus ha sido así durante su infancia, y lo define como la conducta de los niños que tienden a repetirse constantemente. Y, a continuación, ha pasado a relatar las distintas etapas por las que pasó la colaboradora durante su infancia. Tuvo una fase Manostijeras, cuando le dio por cortarse su propio pelo o las almohadas de su casa. También pasó el periodo Bambi, un momento traumático de su vida que su madre siempre recordará.
  3. Las mujeres y los cuidados, mejor separados
    Rufi es el claro ejemplo de la mujer que deja todo atrás para cuidar a otros. Lo lleva como profesión. Sus padres la sacaron del colegio para encargarse de su hermana pequeña, pasando por las abuelas, la suegra, y su marido. Aún así, ella está orgullosa de ocuparse de los suyos. “Este país se vendría abajo si las mujeres dejaran de cuidar”, declara María José. Este rol está acompañado de la falsa idea de que la mujer no puede estar sola y que, solo por ser mujeres, debemos atender a los cuidados. Todas llegan a una conclusión: “Hay que cuidar al que cuida”.
  4. Momento olimpo de las bragas
    Y por fin llegó el momento más emotivo del programa. ‘La Pimpa’ se ha lucido con unas bragas que supuestamente comprimen la tripa. Maria José ha recordado su parto con unas braguitas de papel y ha sido inevitable el “oh” de fondo. Rufi ha traído la braga alta medio decente para ir al médico. Y después del lanzamiento de la ropa interior al centro de la mesa camilla, se han cogido de la mano y se han dicho lo mucho que se quieren. Ha sido el final perfecto de un podcast madre-hija. Ahora, solo queda imaginar quién será la próxima invitada que se atreverá a explotar la pompa… Y a superar a las madres de estas humoristas.