‘El bulevar del jazz’ cumple 30 años desde Canal Sur en Málaga

Javier Domínguez

Antonio Javier López escribe en diariosur.es: Habla Javier Domínguez como un río movido por el caudal del entusiasmo y, sin embargo, cuando se prende la luz roja y tiene delante un micrófono, apenas si abre la boca. «Procuro que hable la música», reitera este abogado, periodista, gestor cultural, historia viva y enciclopedia andante del jazz que este fin de semana cumple tres décadas saliendo a pasear por ‘El bulevar del jazz’, el programa de Canal Sur convertido ya en el espacio más longevo de la radio española dedicado al género.



«El programa nació de una manera casual, como salen las cosas importantes para cada uno», brinda Domínguez. Ya era un abogado de cierto renombre cuando un trance severo le trajo una larga convalecencia. «Decidí recapacitar sobre mi vida. Estaba casado, ya era padre y tenía plaza como funcionario de la administración autonómica, pero quería hacer lo que me gustaba. Creo que era un buen abogado, pero en aquel tiempo de reflexión llegué al convencimiento de que quería encontrar mi sitio en lo que más amaba: en la música como forma de vida», recuerda.

Ya había hecho sus pinitos en la radio y se lanzó a por ello. Primero compatibilizó la toga con el estudio, luego llegaron las oposiciones a Canal Sur, obtuvo su plaza y se entregó a las ondas. A mediados de febrero de 1991 se emitía el primer programa de ‘El bulevar del jazz’ y desde entonces no ha dejado de sonar. Ahora, en las madrugadas del domingo y del lunes (y a cualquier hora a través de la web de Canal Sur), si bien llegó a producir cinco entregas a la semana. «El programa y yo somos uno, somos lo mismo», destila Domínguez, que pudo jubilarse hace dos años, pero sigue al pie del cañón sonoro con el mismo argumento que empleó para cambiar de vida: «Es lo que más me gusta».

Un gusto, eso sí, que no impone en su programa. «No pienso nunca en mí cuando pongo el jazz, pienso en a quién le puede gustar. Intento combinar siempre, nunca desde mi único criterio. He puesto cosas que me gustan menos, pero que sé que hay gente a la que le gustan. Yo sólo soy un intermediario entre la música y la gente», brinda Domínguez, prudente a la hora de reconocer su papel crucial en la difusión del jazz en Málaga.

Porque de su mano cuajó el Festival Internacional de Jazz en la capital y de su mano vinieron momentos como aquel concierto a finales de los 80 con Ornette Coleman y Don Cherry sobre las tablas del Cervantes, un hito que permanece en la memoria de un par de generaciones de aficionados. «Fue su único concierto en España. Algo impresionante -confiesa-, histórico de verdad. Muchísima gente se emocionó con aquello y yo me sigo emocionando al recordarlo».

Junto a los mitos del jazz
Como aquella cita, suyas son infinidad de anécdotas y vivencias con multitud de leyendas del jazz. El trayecto en coche llevando a Chet Baker a la salida de su concierto en Granada. Los encuentros con Keith Jarrett, Dexter Gordon o Dizzy Gillespie… «He tenido la suerte de haber conocido a grandes músicos», resume Domínguez, faro que ha alumbrado también a las generaciones más jóvenes de músicos malagueños.

«El jazz ha evolucionado muchísimo en los últimos años en Málaga. Tenemos una generación impresionante de intérpretes de instrumentos y estilos muy diversos, pero con impresionante talento y eso me produce una alegría enorme, porque modestamente creo que también son los frutos de todo lo que hemos luchado por la música y por el jazz los que somos más viejos», remata Domínguez con humor. Y aunque prefiere no citar nombres («para no olvidarme ninguno») en esa estela cabe reunir al saxofonista Ernesto Aurignac, al pianista José Carra o el flautista Fernando Brox, por citar sólo tres ejemplos jóvenes y brillantes.

Pero Domínguez se afana en cambiar de tercio cuando se trae a colación su labor esencial en el desarrollo del jazz en Málaga y Andalucía. «Yo sólo quiero pasar desapercibido, de verdad. Lo importante es que hable la música», insiste. «Siempre he intentado trabajar con un criterio muy abierto, pensando en todo tipo de público -sentencia- y nunca ser pedante, porque la gente que ama la música no es pedante. La música es la vida y la libertad».

Una vida, una libertad, una música, que salen a pasear de madrugada por ‘El bulevar del jazz’. Y así que pasen otros 30 años.

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