5.12.2025.- Esta es una historia del amor a la radio. Sus protagonistas son Jari y Timo. Tienen poco más de sesenta años. Desde hace más de cuatro décadas comparte una afición. Son algo así como una especie de cazadores. No utilizan armas y sus presas no se pueden colgar de ninguna pared. Se mueven en un hábitat que, en España, está en proceso de desaparición. Es la AM, la Onda Media radiofónica.
Pequeño inciso técnico (nuestros lectores boomers pueden hacer sonar en su cabeza la sintonía de la serie MacGyver, los que estén por debajo de esa barrera generacional pueden buscarla en Youtube): la señal de radio de Frecuencia Modulada, con mayor calidad, necesita de antenas situadas a mayor altura par emitir. Por eso, cuando circulamos en coche por una zona montañosa o de orografía compleja, la señal pierde nitidez. La veterana Onda Media, vuela más lejos, pero lo hace con menor prestancia, por así decirlo. Con menor altura de antena. Todo tiene ventajas e inconvenientes. En el caso que nos ocupa nos quedamos con las primeras.
Jari y Timo han enviado un mensaje a la cuenta de Facebook de Radio Valladolid. Facebook es un poco la Onda Media de las redes sociales, por cierto. En ese mensaje se definen como «dos entusiastas oyentes». Ocurre que esa escucha la hacen a 4.000 kilómetros del lugar desde el que se emite nuestra programación.
En concreto, en la isla Palossari, que «en invierno está completamente deshabitada y, por lo tanto, excepcionalmente libre de interferencias». Vaya, como en muchos pueblos de Castilla y León. Allí en su «nuevo puesto de escucha» en Vuohijärvi, «a unos 50 km al norte de Kouvola» han sido capaces de ‘cazar’ nuestra programación. En concreto, un informativo matinal local.
«Con gran placer queremos informarles que hemos recibido su emisora», dicen Jari y Timo. Aseguran que la «alegría de captar señales lejanas de Europa y del resto del mundo nos sigue inspirando cada día». Lo hacen con la ayuda de a antena de hilo de 500 metros «cuidadosamente orientada hacia Europa Occidental para optimizar también la recepción de emisoras de baja potencia».
A estas alturas, los del ‘mimimi’ estarán pensando en voz muy alta: «¿Y por qué estos dos no escuchan la radio a través de una aplicación en el móvil?». Por suerte, en el planeta quedan personas capaces de no hacer todo apretando la pantalla del teléfono. A través de métodos más analógicos, menos dependientes de que, vaya usted a saber, un apagón nos ponga a todos a rebuscar esa radio a pilas que, seguro, ha vuelto a coger polvo en un cajón.
Y siguen explicando que «gracias al entorno silencioso y a la longitud de la antena», son capaces de captar señales que, a menudo, se pierden en áreas urbanas. Para la recepción utilizan un receptor Perseus SDR, que les permite grabar y analizar las señales «con precisión». Ojo, porque la afición no es precisamente barata. Ese receptor cuesta algo más de 800 euros.
El fragmento capturado es del 28 de noviembre de 2025 a las 06:20 (horario de Greenwich) en el 1044, por donde todavía llega la señal la SER a muchos pueblos de la provincia donde la recepción por FM presenta algunas dificultades.
Nuestros nuevos oyentes -ya veremos si los podemos incluir en el EGM- dedican un último párrafo al que, la verdad, no le podemos quitar ni poner una coma. «Valoramos enormemente la dedicación de emisoras locales como la suya, que llevan voces y cultura locales a las ondas. El hecho de que su señal llegue hasta nuestra remota isla en Finlandia es un maravilloso testimonio de la magia de la radio, y estamos agradecidos de haberlo experimentado. Les deseamos a ustedes y a todo su equipo mucho éxito, señales fuertes y muchos oyentes fieles». Sí a todo, como cuando Windows nos pide instalar una actualización.
Con «cordiales saludos» -una fórmula radiofónica a más no poder- desde Finlandia, se despiden Jari y Timo. Gracias a las dos. Y a todos los que, a mucho de menos de 4.000 kilómetros nos escuchan cada día.
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