COPE Tenerife cumple 50 años en antena

COPE Tenerife

Las emisiones comenzaron el 2 de febrero de hace 50 años bajo el nombre de Radio Popular de Tenerife y dentro de la Cadena de Ondas Populares Españolas.
A continuación, la web de COPE ha recuperado un artículo del periodista, presidente de la Asociación de la Prensa de Tenerife, exdelegado del Gobierno y extrabajador de Radio Popular Tenerife, Salvador García Llanos, sobre los históricos comienzos de la emisora.



José Siverio tiró de la memoria anecdótica, esa que siempre se refresca cuando se comparte una celebración de ciertas características, y tras o dos tres breves relatos, espetó:
-¡No perdimos el tiempo!
Se reunieron en La Matanza antiguos trabajadores de Radio Popular de Tenerife sin otra finalidad que esa, reunirse, volver a verse, contar episodios, gozar de un rato distendido… La mayoría, ya jubilados. Unos pocos, en activo, en otros medios. Memoria respetuosa de los que ya emprendieron el viaje definitivo. Canas, calvas, achaques, ‘abuelatos’, buena conservación y mejor conversación, voces… Era claro que había licencia para la nostalgia.
Eran los trabajadores de una época dorada de aquella emisora, integrada, sui generis, en la Cadena de Ondas Populares Españolas (COPE). Dorada por los avances, dentro de los operativos artesanales con que había que desplegarse: eran los años setenta. Los primeros informativos, los programas fijos en la parrilla, las transmisiones deportivas desde la península del Tenerife y del Náutico, o de alguna velada pugilística y de algún rallye, el tratamiento de la diversidad musical, el respeto a los principios religiosos y las primeras tímidas transgresiones, las esquelas puntualmente emitidas, los discos dedicados (un clásico), un paso más allá en los bancos pesqueros del océano, las coberturas informativas de varios sucesos…
Profesionales que se hicieron a sí mismos, que habían aprendido en La Voz del Valle (La Orotava) y en Güímar (Radio Popular) y se curtieron donde había que hacerlo, en los estudios la cuarta planta de aquel inmueble de la popular calle La Carrera, en La Laguna, donde los técnicos y operadores de control solventaban las limitaciones y la carencias de los recursos técnicos con imaginación y habilidad –la aparición del casette fue un auténtico impacto– y donde los locutores e informadores (primero de pie y ante un solo micrófono) hacían gala de sus cualidades para que los oyentes siguieran disfrutando de un producto serio y bien hecho, o más que eso, siguieran disfrutando de un medio en una época trascendental de nuestra historia. Y al otro de los estudios, en su despacho impregnado del humo de un cigarrillo tras otro, siempre atento, siempre observador, escrutando lo justo –y lo que hiciera falta–, con espíritu crítico y riguroso, un director que ejercía así su magisterio, siempre con ánimo constructivo, José Siverio Pérez, don José, como le seguimos llamando todos.
En torno a su mesa, junto a Isabel Dorta, la fiel secretaria, nos congregamos quienes vivimos aquel ciclo inolvidable, de tanto valor en los planos personal y profesional, tiempos de apertura, de aprendizaje político, de incomprensiones pero también de conquistas y tolerancia. Radio Popular de Tenerife, por emplear una frase hecha, dio un salto cualitativo en la radiodifusión tinerfeña. Los índices de audiencia, cuando es probable que aún no se midieran, debían estar disparados: todos (o casi todos) decían haberse enterado por la radio, Radio Popular, la emisora que acompaña.
¡Viva la gente!, Meridiano Insular, Sala de audiciones, Radio Deportes, Tablero Deportivo, Radio Revista, El mundo del elepé, Faenando, Tirando de la manta, Al encuentro del tema… títulos y más títulos de programas de aquella radio realizada con esmero, con amor por la obra bien hecha, rediviva durante unas horas al calor de un brindis matancero.
Tiene razones Siverio para sentirse orgulloso de ella y para contrastar –expresándolo con la debida modestia– la valía de quienes se iniciaron allí para asumir luego, en otros destinos, altas responsabilidades. Fueron años intensos, los de aquellas dos décadas, setenta y ochenta, de despegue y consolidación. Años que, ahora evocados, le permiten exclamar con todo fundamento:
-¡No perdimos el tiempo!
Salvador García Llanos 2016

54703