César Lumbreras (COPE): «He tenido que justificar la existencia de «Agropopular» con algún directivo de COPE muy urbano»

César Lumbreras

César Lumbreras la pasión por el campo y el interés por el periodismo le nacieron de manera precoz. Hijo de agricultor y ganadero, ayudó en las labores de la explotación de su padre, dedicada principalmente al cerdo ibérico y al cultivo de «unas poquitas tierras». De niño, asegura que aprendió a leer viendo el diario ABC, al que estaba suscrito su abuelo, enganchándose así al mundo de los periódicos y del periodismo. Tras cursar sus estudios de Ciencias Políticas y realizar el servicio militar, Lumbreras pudo aunar sus dos aficiones y empezó a colaborar en distintos medios de comunicación informando sobre la entrada de España en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) y sobre la desconocida Política Agraria Comunitaria (PAC). En este contexto, en el año 1984, nace el programa de radio «Agropopular», que César Lumbreras ha dirigido y presentado de manera ininterrumpida desde hace más de 32 años, convirtiéndose en el programa de información agraria más veterano de España.



Inmaculada Lopera le ha entrevistado para el diario ABC.

—¿Ha sido difícil mantener en antena durante más de tres décadas un programa dedicado a la agricultura?
—He tenido que justificar la necesidad de la existencia de «Agropopular» con algún directivo de COPE que era muy de ambiente urbano y me preguntaba que a quién le podía interesar el precio de la cebada. A alguien que no tiene mentalidad vinculada al medio rural es difícil hacerle entender eso, a pesar de que el programa siempre ha sido un espacio respaldado por la audiencia y que ha sido rentable desde el punto de vista económico. Con el paso del tiempo el programa se ha ido asentando y ya no tengo la necesidad de justificar su continuidad.

—¿La agricultura está lo suficientemente representada en los medios de comunicación?
—Los medios regionales prestan mucha atención al campo andaluz y a su industria y creo que el sector agroalimentario sí está bien atendido respecto a la importancia y el peso que tiene en el conjunto de la economía de Andalucía. Además, el reflejo que se da se ajusta a la realidad, pues la agricultura andaluza está a la vanguardia del sector agrario español y europeo y los antiguos clichés del campo andaluz están prácticamente en desuso. La innovación está presente en los dos extremos geográficos: Almería y Huelva, con la producción hortofrutícola y de berries. Luego, toda la vega del valle del Guadalquivir es un potente núcleo productivo, con cultivos que van desde el olivar, pasando por los cereales, el algodón y la remolacha, a la cabeza en tecnología. En ganadería hay un sector muy
potente en el Valle de los Pedroches (Córdoba) que prácticamente no ha sufrido la crisis láctea, y existen zonas dedicadas a la ganadería extensiva en Huelva, Córdoba y Sevilla, con el cerdo ibérico, el vacuno de carne y el ovino-caprino como principales producciones.

—En estos más de 30 años que lleva haciendo «Agropopular«, ¿en qué diría que ha cambiado especialmente el sector agroalimentario?
—Ha cambiado en todo. De entrada, cuando comenzamos el programa estábamos en la recta final de las negociaciones para la entrada de España en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) y la Política Agraria Común (PAC) era una gran desconocida. Además, la normativa que se aplicaba entonces nada tiene que ver con la actual. El vuelco que ha dado el campo andaluz en particular y el español en general desde la entrada de España en la CEE ha sido espectacular. Por ejemplo, en aceite de oliva, se consideraba una cosecha normal obtener 450.000 toneladas y por producción récord entendíamos 600.000 toneladas. Ahora, la producción récord está en  1.800.000 toneladas. La campaña actual está en 1.300.0000 toneladas de aceite, y se califica como una cosecha media.

—Ahora, tras 31 años de aplicación, el campo y parte de la sociedad está más familiarizado con la PAC, aunque el foco de atención vuelve a estar en la próxima reforma. ¿Qué se espera a partir de 2020?
—No podemos contemplar la PAC aisladamente de lo que sucede en la Unión Europea (UE), y eso es un error en el que incurre con bastante frecuencia el sector agrario.
La PAC depende del presupuesto que haya y el presupuesto lo fijan los jefes de Estado y de Gobierno y los ministros de Economía y Hacienda. Los ministros de Agricultura se dedican a distribuir el dinero que previamente les hayan dado. Dicho esto, lo primero será ver cuánto dinero vamos a tener y después cómo lo distribuimos. Aparte, hay otra serie de condicionantes que influyen como la política comercial de la UE, que puede hacer que el mercado de un producto vaya bien o vaya mal. En resumen, sin saber el dinero con el que se va a contar a partir del año 2021 es muy difícil decir qué medidas o instrumentos se van a aplicar, aunque está claro que lo que tenemos hasta ahora no sirve.

—¿Que quiere decir, exactamente?
—En la historia de la UE, la PAC nace en 1957, aunque entró en vigor un poco más tarde, y hasta la primera gran reforma del año 92 la política agraria estuvo basada en una serie de precios garantizados y en las compras en régimen de intervención cuando esos precios caían. A partir de 1992 se eliminó ese sistema y se basó la normativa en una serie de ayudas por superficie. Ahora, estamos a las puertas de la que va a ser la segunda gran reforma de la PAC desde su creación. El futuro del campo no puede seguir basándose en un esquema que se aprobó en el año 92, teniendo en cuenta rendimientos de los años anteriores, cuando el panorama agrario ha cambiado tanto. ¿Hacia dónde vamos? Dependerá del dinero y de la política comercial, como he dicho anteriormente, aunque hay una serie de instrumentos que se vislumbran de cara al futuro.

—¿Qué tipo de instrumentos?
—El comisario europeo de Agricultura, Phil Hogan, ha hablado de resucitar la modulación de las ayudas, de una ayuda fija por hectárea (o tasa plana, de la que ya se habló también en la última reforma), de pagos contracíclicos como los que existen en Estados Unidos, de seguros de renta… Todo esto es lo que está en juego. En el futuro tiene que haber un mecanismo eficaz de gestión de crisis que entre en vigor de forma rápida. Además, hay que tener en cuenta que aparte del mercado está el componente del cambio climático y la concesión de apoyos PAC se va a vincular cada vez más al papel que desempeñen los agricultores y ganaderos en la lucha contra el cambio climático.

—¿El sector agrario se ha hecho demasiado dependiente de las ayudas europeas?
—Hay que analizar sector por sector, pues no tiene nada que ver el de los cereales con el de las frutas y hortalizas. Los pagos que recibe el sector hortofrutícola en comparación con su renta son mínimos. En el sector del olivar sí hay más ayudas, y también en los cereales y en la ganadería. El tema está en que hay sectores en los que la UE es competitiva en el mercado internacional y otros en los que no lo es, como por ejemplo en cereales o en algodón. La tierra en Argentina y en Estados Unidos lleva cultivándose dos siglos como mucho. En Europa, en cambio, tenemos una tierra mucho más cansada y con parcelas más pequeñas, por lo que no podemos competir con los granos americanos. Por tanto, o sectores como estos cuentan con algún tipo de ayudas o no podrán sobrevivir.

48008