Carles Porta (Catalunya Ràdio): «El secuestro de Maria Àngels Feliu es un “Fargo” a la catalana»

Carles Porta

Víctor Fernández le ha entrevistado para La Razón:
El secuestro de Maria Àngels Feliu ha sido uno de los casos más mediáticos de la crónica negra en Cataluña. Sorprendentemente la víctima, la mujer que permaneció en cautividad fue estigmatizada por una parte de la sociedad y los medios de comunicación. El periodista Carles Porta ha reconstruido aquellos hechos en «La farmacéutica» (en catalán en La Campana y en castellano en Reservoir Books) y también los ha narrado en una exitosa serie podcast para Catalunya Ràdio.



– ¿Por qué ahora hablar de un tema que había quedado dormido?
– Se lo planteo de otra manera. ¿Y por qué no? este ahora es hace tres años cuando me meto en este tema. Fue un día hablando con Fèlix Riera, en aquel momento director de Catalunya Ràdio, cuando me dijo que debería escribir un libro sobre la farmacéutica de Olot. Pensé que tenía razón. Es un tema que está en la mente de todo el mundo, que recordamos, pero nadie sabe realmente qué pasó en esa historia. A mí que me gusta buscar grandes historias, pensé en aproximarme al tema, pero haciendo que fuera ella el centro de atención. Es una historia que retrata muy bien los años noventa desde muchos puntos de vista. Me pareció que valía la pena contarla sin pensar en un aniversario.

– ¿Ella ha leído el libro?
– Pude contactar con ella, pero siempre me ha pedido que recalque que no ha colaborado, que no le gusta que se remueva el pasado. Me pidió que no se le hiciera más daño porque eso es lo que le provoca este caso. Sí sé que parte de su entorno han conocido el podcast y el libro, constatando que se ha tocado el tema con delicadeza a esta mujer, considerándola una víctima y una heroína, algo que no había pasado hasta la fecha. Ella ha vivido con una carga social injusta.

– El caso surgió en un momento en el que empezó a tomar fuerza, sobre todo en televisión, un tipo de periodismo que llamamos basura..
– La «telebasura» es una vacuna para hacer buen periodismo. En este caso lo que ocurrió es que hubo una explosión. Ese tipo de periodismo que vive del morbo, que logra audiencias sin tener en cuenta el sufrimiento de las víctimas, a mí no me gusta, pese a que esas prácticas han existido siempre. Es verdad que en 1992 y 1993 explotó con el caso de las niñas de Alcàsser, diferente al de Maria Àngels Feliu. En Alcàsser, las familias de las niñas colaboraron con los medios de comunicación llenando teatros, haciendo conexiones en directo con Nieves Herrero o Paco Lobatón… Sin embargo, en Olot, la familia Feliu trató en todo momento de llevar el caso con la máxima discreción posible ante los medios, pese a que los necesitaban para difundir la historia. Por eso no alimentaron ese monstruo que siempre quiere más. Ver ese tipo de periodismo a mí siempre me ha hecho extremar las precauciones para mostrar delicadeza ante las víctimas y sus familias. Eso es lo que he hecho con «La farmacéutica», «Tor» o «Crims». Nuestra sociedad no suele tratar bien a las víctimas y las estigmatiza. Maria Àngels Feliu es una víctima maltratada por la sociedad que no la ha acompañado, con la excepción de la de Olot.

– ¿Ese tipo de periodismo es el que provocó que apareciera un personaje como Francisco Evangelista, un tipo que que dijo que Maria Àngels Feliu había sido asesinada y acusó falsamente a dos personas del surpuesto crimen?
– Así es. Este señor aparece y se construye mediáticamente, mucho más que policialmente. Este señor después vive de ir a los medios de comunicación. Es absolutamente increíble que los medios pagaran por la venta de una mentira. Pero es que todo esto es consecuencia de nuestra sociedad. El negativismo vende más que el positivismo. El odio y la envidia son plantas que crecen solas. Ser víctima está estigmatizado. Una persona abusada acaba avergonzándose por culpa de la mirada de los demás.

– Leyendo el libro parece como si todo lo que pudiera salir mal en este caso fuera posible. ¿Qué pasó para que hubiera esta cadena de fallos ilógicos?
– Este secuestro podría haber acabado el mismo primer día, a las doce de la noche, si el policía Rafa García Camargo hubiera llegado cinco minutos antes a casa del también policía Antonio Guirado. Se habría dado cuenta de que lo había hecho él al no estar allí. Lo habría podido pillar in fraganti con Maria Àngels Feliu, pero no fue así por cinco minutos. En esta historia todo lo que podía salir mal salió mal. Es un «Fargo» a la catalana, un vodevil con personajes de comedia que viven una tragedia.

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