Adolfo Fernández Aguilar desde Radio Juventud de Murcia llevó la alegría a los soldados de Ifni

Adolfo Fernández

En elfarodeceuta.es se puede leer: Dicen los entendidos que la prensa es el cuarto poder, pero si a los hechos nos remitimos, otro medio como es la radio, en múltiples ocasiones a lo largo de la historia, ha sido el primer poder, llegando a reunir a enormes masas humanas, y hasta puede conseguir lo que nadie se imagina.
Máxime si el que está detrás del micrófono tiene soltura de palabra y es buen comunicador, como en el caso del presente artículo, en el que entonces un joven locutor consiguió reunir de toda España miles y miles de radioyentes que contribuían aportando su ayuda para los damnificados de la riada de Valencia.



De la riada de Valencia a Ifni
Corría el mes de octubre de 1957 cuando el día 14, una gota fría caía sobre la región de Levante, arrasando tierras, casas, vidas humanas y dejando tras de sí ruinas y lágrimas. Un entonces joven locutor de Radio Juventud de Murcia, Adolfo Fernández Aguilar, senador por Murcia entre 1993 y 2000, con un gran corazón, se impuso la noble y humana tarea de a través de un programa radiofónico, titulado «España por Valencia», realizar una subasta utilizando los teléfonos, subastando los más variados objetos con el fin de recaudar fondos para los damnificados de Valencia.

El propio Fernández Aguilar abrió la subasta con un puro que tuvo que pedir prestado a su hermano. A continuación, le llovieron miles de llamadas de toda España ofreciendo abanicos, muñecos, collares, objetos de porcelana, un balón del Athletic de Bilbao, la cruz de beneficencia de Antonio Bienvenida, el crucifijo con el que estuvo enterrado José Antonio Primo de Rivera, la batuta del maestro Argenta, un cuadro de Zuloaga, unos dibujos de Sorolla, un mantón de manila de Lola Flores, y hasta el anillo del arzobispo de Valencia.

Dicho programa obtuvo tanto éxito que hasta la propia Carmen Sevilla donó un par de zapatos que había comprado en Roma. Lo más curioso que entró para ser subastado fue un burro llamado Platero. Aquello, según recuerda Adolfo Fernández Aguilar, fue un trabajo de locos, eran 24 horas seguidas tras el micrófono para atender las miles y miles de llamadas de toda España y hasta del extranjero, pero valió la pena, porque a Valencia, a través de este magnífico programa y del extraordinario equipo humano de aquella emisora Radio Juventud de Murcia, a la región valenciana le llegaron varios millones de pesetas del programa llamado «España por Valencia».

Apenas habían transcurrido dos meses y de nuevo Adolfo Fernández Aguilar, a través de su emisora, partía con una embajada artística a Sidi Ifni. Que quede muy claro que dicha embajada artística fue a Sidi Ifni de forma voluntaria, a nadie obligaron a la fuerza, se les sugirió, y los que quisieron fueron a una noble tarea humanitaria, como fue la de alegrar a todos aquellos miles de soldados que defendían en aquellas lejanas tierras de África el honor de España, y que la mayor parte eran jóvenes de reemplazo. Allí estuvieron Elder Barber, Marisol Reyes, Emma Penella, Gila y el trío Las Vegas. Cuentan los que vivieron aquellas memorables jornadas que aún recuerdan las muchas lágrimas que se derramaron en los propios cuarteles y también en las posiciones avanzadas, donde pasaron unos ratos con los soldados.

Lágrimas en Ifni y en España
Aquel grupo de artistas capitaneados por el entonces locutor de Radio Juventud de Murcia, Adolfo Fernández Aguilar, hicieron vivir a los miles de soldados de tiradores, paracaidistas, La Legión, Ejército del Aire, Armada, Artillería, Policía de Ifni, etc., en aquellas fechas tan memorables como eran las navidades de 1957, una enorme alegría, que se entremezclaba con lágrimas de recuerdo a sus familias.

Un periodista que cubría la información en primera línea de fuego así narraba lo que él vivió: “durante las actuaciones en el acuartelamiento de La Legión, el locutor Adolfo Fernández Aguilar invitó a los legionarios a pronunciar a través del micrófono de Radio Juventud unas palabras de saludo a sus familias. Fue cediendo el micrófono a los legionarios. Se acercó uno. ¿Cómo te llamas?, le preguntó: Juan Pérez. De pronto, por sus mejillas se vieron resbalar unas lágrimas, se volvió a sus compañeros: bueno, les dijo, vosotros sabéis que no me llamo así, y también por qué estoy aquí”, Ramiro Santamaría Quesada, Sidi Ifni, diciembre de 1957.

Pero también hay más testimonios. Otro periodista presente en Sidi Ifni, cubriendo la información en las líneas de fuego, como corresponsal de varios diarios, así narró lo que vio: “el locutor Adolfo Fernández Aguilar se trasladó en un camión militar, con un grupo electrógeno hasta las líneas avanzadas, con el fin de que los soldados, a través de Radio Juventud de Murcia, saludasen a sus familiares. Estando ante una compañía de legionarios barbudos y duros, en los saludos, se escuchaban los nombres de los padres, de los hermanos, de las novias. Uno de ellos se ha dirigido a su madrastra, y le ha pedido perdón; otro de ellos, con la emoción del micrófono, ha enviado un saludo a sus nietos; pero, ha sido la madre lejana, y ellas, las madres, las más recordadas. Allí se pudo ver cuando entonaban los variados cantos regionales, cómo se oía como si fuese un altavoz, ¡un beso a mi madre! Reconozco, narraba este periodista, que allí he visto en este emocionante espectáculo, a muchos capitanes y comandantes muy curtidos cómo se les puso la carne de gallina, y no era para menos”, Manuel Calvo Hernando, periodista de La Verdad, Murcia, 10 de enero de 1958.

Hubo gestos tan emotivos que no queda más remedio que reconocer el gran potencial de la juventud. El entonces coronel-jefe del grupo de tiradores de Ifni recibió varios paquetes que enviaron unos jóvenes para los soldados, y, emocionado el coronel, así les respondió: “en nombre de todos los que constituimos el Grupo de Tiradores agradezco este magnífico obsequio y recuerdo que, aun siendo pequeño, es verdaderamente grande por su procedencia”.

Pero lo que más reconforta es el alto concepto que tenían de todos los soldados, especialmente de los canarios, que así narraba un periodista: “veo un muchacho moreno, de 1.80 de estatura, complexión fuerte, atlético. Lleva sobre sus hombros una gigantesca piedra sin el menor esfuerzo. El capitán de tiradores nos habla de él. Es uno de los mejores soldados de la Compañía, hace toda clase de trabajos sonriendo. Es canario, de un pueblecito de Gran Canaria. Llegó en una ocasión a cargar una emisora de 130 kilogramos cuesta arriba, y la dejó donde le habían asignado”, Carlos Mendo, periodista de El Noticiero, Zaragoza, 17 de enero de 1958.

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