Jorge Bustos (COPE): «La radio tiene que ser popular, pero sin ser populachera»

Jorge Bustos

04.09.2025.- Elmundo.es publica que el periodista ha incrementado desde el 1 de septiembre su presencia en ‘Herrera en Cope’ después de haber estado al frente de ‘Mediodía COPE’ en la emisora.

Hace unos meses el subdirector de EL MUNDO y entonces conductor de Mediodía en Cope, Jorge Bustos, aseguraba a este medio que «La radio es un medio decisivo para la influencia en España». Hablaba así del nuevo desafío al que se enfrentaba poniéndose al frente de un programa en la emisora. En realidad, ese desafío se convirtió en un primer paso ya que el pasado mes de junio COPE anunció su salto a Herrera en COPE.

Desde el 1 de septiembre Bustos ha incrementado su presencia en el espacio de 6 a 13 horas con Carlos Herrera y Alberto Herrera. Asumió ese reto con el objetivo de explicar todo lo que está sucediendo en España y en el mundo y de arrojar claridad en medio de tanto «ruido».
No ha sido casualidad que COPE haya apostado por él para formar un triunvirato junto a Carlos y Alberto Herrera, más aún teniendo en cuenta el crecimiento de audiencia según el último Estudio General de Medios (EGM).
Bustos aterrizó en septiembre de 2015 en la emisora de la mano del almeriense y la pasada temporada se puso al frente de Mediodía COPE donde tras su estreno, en la 3ª ola de 2024, alcanzó con Pilar Cisneros los 567.000 oyentes diarios de 13.00 a 15.00h. Ahora, 10 años después de su aterrizaje en la compañía, juega mano a mano con Carlos Herrera. Ahora sí que es un desafío.

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Carlos Alsina y Carlos Herrera se disparan en oyentes: Onda Cero logra sus mejores datos en una década y la COPE los mejores de su historia Para ayudar a los oyentes a apartarse de ese «ruido», y para poderse aislar él mismo también, el periodista hace hincapié en «distinguir la verdad de lo que es un bulo».
«Aunque tal y como se está poniendo la política española cuesta a veces distinguirlo», ironiza. Además, tiene claro que «si los periodistas lo hacemos mal, la gente cambiará de proveedor de información». Bustos advierte que «la democracia en España está acechada por peligros a los que no estábamos acostumbrados; antes no veíamos tentaciones autoritarias en nuestros gobernantes o linchamientos digitales».
Para él, el auge del populismo o el cuestionamiento de la democracia liberal exigen contundencia: «Contundencia crítica y cierta valentía. Yo entiendo el periodismo como un contrapoder. Tenemos que intentar aspirar a la suficiente ecuanimidad como para que cuando «los tuyos» lo hacen mal, lo critiques; y cuando «los otros» lo hacen bien, lo elogies.

Para el periodista «hay gente que solo descubre la función de contrapoder de su medio de comunicación cuando gobiernan los otros». A Bustos le sigue importando lo que los gobernantes hagan con sus impuestos. Y se sigue indignando: «Que Puigdemont, un tipo pendiente de juicio, siga dictando los designios de la legislatura en mi país me escandaliza y me cabreo en el micrófono». Aunque siempre hay un balance: «Controlo eso con humor, pero que la actualidad nunca nos anestesie cuando sea indignante». El cabreo o la crispación no le asustan a Jorge Bustos, aunque hay algo que le preocupa: «La gente que identifica periodismo con guerra permanente, pero hay que tener cuidado con quien dice que alguien está crispando porque está criticando al poder. La crispación no puede ser sinónimo de oposición razonada; así se llega a una sociedad totalitaria». Y pone un ejemplo: «Las Cortes franquistas eran una balsa de aceite porque no había crispación, salvo en la clandestinidad. La acusación de crispación a veces sirve para desactivar la protesta democrática».

El periodista muestra rápido ese humor al que se aferra: Estamos en un momento bastante jodido. Te lo digo con una sonrisa porque hay que reír por no llorar. Aunque recupera rápido su perfil más analítico: «Hay un deterioro democrático evidente en España. Y hay una abolición de la moral pública encarnada en el propio presidente del Gobierno que se está trasladando a la sociedad. Cuando el que tiene que marcar el listón de la ejemplaridad pública no tiene escrúpulos se contagia en todos los subordinados». Pero le queda un consuelo: «¡Menos mal que está el rey para contrapesar!». Bustos valora el presente de manera triangular: «Tenemos separatistas que lo único que quieren si se quedan es que paguemos su permanencia con recursos de todos. Una izquierda que levanta un muro y dice que toda manifestación crítica con el gobierno de Sánchez huele a franquismo. Y una derecha que se ha quitado ya la careta de la xenofobia y la homofobia que antes llevaba oculta y lo considera legítimo porque según ellos lo woke les había tapado la boca demasiados años y pueden manifestarse con toda su intolerancia»

¿Cuál es la solución para Jorge Bustos? Entre ese triángulo de las Bermudas malévolo de separatismo, extrema izquierda y extrema derecha, prefiero ser un moderadito, como dice mi amigo Diego Garrocho. Lo dicho, ironía y contundencia. Para hacer buen periodismo, evitar la crispación y buscar oposición razonada, Bustos considera que «no hay que confundir los apocalipsis personales con los colectivos, como suele decir Arcadi Espada; ni en la radio ni en el periódico puedes anunciar el Apocalipsis cada día porque pierdes credibilidad». Para el periodista se debe cuidar el vínculo casi instintivo entre lo que le interesa al periodista y lo que le interesa al lector o al oyente. Pero sin convertirlo en una cadena: «Habrá quien quiera que escriba la misma columna contra Pedro Sánchez todos los días, pero no me da la gana. Hay infinitas cosas en el mundo que me interesan más que Pedro Sánchez. Ya sé que es el presidente del Gobierno y como el periodismo es un contrapoder, mi deber también es fiscalizar a este hombre. Pero la gente que piense que Sánchez agota todas mis instintos creativos o todos mis intereses está profundamente equivocada».

Jorge Bustos está tan aclimatado a la radio que para contestar a las preguntas de un periódico sigue hablándole al micrófono de COPE, donde las responde. «¡Ahí me has pillado!», exclama. Aunque también confiesa que siempre quiso ser columnista, pero claro: «No se le dice que no a Carlos Herrera». Desde los últimos cambios en Cope, se levanta a las 3:45 de la mañana y se acuesta a las 21:45. «Si puedo me echo la siesta del carnero (la de antes de comer)».

Para él la prueba de fuego vino el año pasado con Mediodía COPE, «una escuela magnífica». Esa oferta la recibió el año pasado en la casa de Herrera de Sanlúcar de Barrameda «con una copa de vino en la mano y varias más dentro del estómago». Sobre esta nueva faceta del periodismo que lleva desarrollando diez años, Bustos opina que «la radio tiene que ser eminentemente popular, pero sin ser populachera»: «Tienes que llegar a todos los estratos sociales y a todos los niveles culturales».

Entiende la radio como más masiva que el periódico de papel, y eso tiene una responsabilidad y una tentación: «No se pueden relegar los temas importantes de economía o información internacional porque son arduos ni hacerte demasiado popular para ampliar la audiencia. Al mismo tiempo existe un peligro, que en mi caso es más acusado, ser pedante o ponerte demasiado elevado». Algo que sí tiene claro es el servicio que supone la radio: «Eso es lo más importante. Lo primero es informar de lo que está pasando. El día del apagón hubo radio porque tenemos un generador en el garaje que funcionaba con combustible». El madrileño advierte que en momentos como ese «tienes que ahorrarte un poco las opiniones, lo fundamental es dar información». «Y la información es superior a la opinión», sentencia. Para Bustos, Carlos Herrera es uno de los grandes nombres de la radio como Luis del Olmo o Iñaki Gabilondo.

Observo, ahora más cerca que antes, cómo maneja la voz, la presencia que tiene en el micrófono o su capacidad de opinar. Esos periodistas renacentistas van tocando a su fin, por desgracia. A uno le gustaría imitarlos y prolongar esa estirpe, comparte. Hacer un programa de radio por la mañana equivale a nacer todos los días, le dijo Carlos Herrera a Jorge Bustos en una ocasión. Y es que para él es una novedad que se convierte en rutina, aunque sea paradójico. Y sí parece que esté aprendiendo de Herrera. Aún así, se ve «lejos de alcanzar el nivel necesario» para hacerse con el legado de «uno de los más grandes de la historia de la radio».

De momento, Bustos aprovecha para pasárselo bien. «No pedí hacer radio, pero a veces uno se deja gobernar por el destino», cuenta. La audiencia lo avala y él lo sabe, para bien y para mal: «Los oyentes que te felicitan son los favorables, los que te detestan o piensan que lo estás haciendo muy mal tienen la delicadeza de no acercarse».

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