
28.06.2025.- La radio, más allá de las voces que la habitan, es un universo de sonidos. Sintonías que se pegan, jingles que anuncian productos y efectos que te transportan. En COPE Valencia, la creación y gestión de este paisaje sonoro ha evolucionado de forma asombrosa en seis décadas. Y para entenderlo, nos adentramos en los recuerdos de Pablo Amores, un técnico de sonido que fue testigo y protagonista de esta transformación.
Pablo nos traslada a una época donde el trabajo era pura artesanía y agilidad mental. «Tenías que tener una agilidad especial», nos cuenta, describiendo un escenario donde la velocidad era crucial. La publicidad era el motor económico de la radio, y se emitía sin descanso. «Publicidad había a tope, a tope, a tope», recuerda Amores. «Había que imaginar el ritmo: manejábamos los «carretitos», unas bobinas de cinta magnética que contenían las cuñas. Llevaban a lo mejor 7 cuñas, las mandaban de El Corte Inglés, etc…», detalla Pablo, aludiendo a la variedad de anuncios y marcas que sonaban en aquellos días.
La destreza manual era imprescindible. Mientras el locutor hablaba, quizás dedicando una canción, el técnico ya estaba preparando el siguiente sonido. «Ibas pasando la cinta, la tenías a punto, dabas la señal, pan, y soltaba», explica Amores, recreando la tensión y precisión de ese momento. «Ese «pan» marcaba el inicio perfecto de una cuña, la sincronización exacta que el público apenas percibía, pero que era fruto de un trabajo minucioso y en tiempo real». No había margen de error, ni segundas oportunidades.
Desde aquellas sintonías grabadas en cinta y los efectos de sonido que se reproducían de forma casi artesanal, hasta la sofisticación digital de hoy, el cambio ha sido monumental. Ahora, las bases de datos de sonido son inmensas, las sintonías se programan con un clic y los jingles se editan con herramientas impensables hace décadas. La tecnología ha liberado a los técnicos de la manipulación física, permitiéndoles centrarse en la creatividad y la calidad sonora.
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