
31.08.2025.- La jerga del oficio periodístico incluye muchas referencias que remiten a la logística, la ingeniería o la ferretería. Tenemos cajas, piezas, envíos, señales, tapas, claves de sistemas y, sobre todo, formatos, procesos y producción. Cualquiera diría que lo que hacemos es un producto industrial. Se estrena un programa y hablamos de su horario, su duración y sus secciones. Rara vez de su alma.
Rosa María Molló será el alma del 24 horas de RNE desde este lunes 1 de septiembre. No solo será su directora y presentadora: será el filtro humano por el que pase la información de actualidad cada noche. Molló, que se pagó la carrera con los primeros contratos en Radio Nacional, que fue corresponsal en Nueva York, en Asia-Pacífico o en Oriente Próximo, que se alegró de la diversidad que encontró en España a su regreso de un parón de varios años por un «empacho de actualidad» y que anda buscando la voz de los «nuevos ciudadanos» que, por alguna razón, sigue sin ocupar su sitio en la conversación pública.
P: Empecemos por la información práctica: ¿Cuáles son las novedades del 24 horas RNE?
R: Adelantamos el comienzo del programa a las 19.30 h.; empezamos un poco antes y esa es la primera novedad. La segunda es que ha habido reformas técnicas en Radio Nacional y vamos a tener el estudio 101 con una pantalla gigante. Y a mí me apetece mucho probar un formato nuevo; en la medida de lo posible, gradualmente, voy a intentar hacer un formato híbrido. Poco a poco quiero explotar esas pantallas lo máximo posible, pensando precisamente en vosotros, en la parte digital. Va a haber más participación de la gente, en espacios tanto grabados como en directo, y aunque sea un espacio de análisis político y de actualidad, no quiero que los analistas sean solo politólogos o periodistas, quiero oír voces diferentes. Y una novedad importante es que vuelve a Radio Nacional la tertulia política.
P: ¿La tertulia política con políticos?
R: Sí, la tertulia de partidos. Será con políticos júnior, por debajo de 40 años. El objetivo es que quiero que nos demuestren si las nuevas generaciones de líderes son capaces de hacer las cosas de forma diferente. Será interesante ver cómo ellos se enfrentan a su propia realidad y además van a convivir todos porque van a estar todos: van a estar las tres fuerzas mayoritarias y los demás irán rotando. Y quiero implicarles también un poquito en el día a día.
P: Renovar caras y voces siempre es sano pero además ahora toda ayuda es poca para intentar refrescar este escenario tan intoxicado por la desinformación.
R: Me aproximo con mucho respeto a esta realidad con la que voy a tener que convivir ahora. Y lo hago con mucho respeto, te soy sincera, porque yo soy consciente de que las redes tienen muchas cosas negativas y también muchas cosas positivas. Yo quiero que mi programa genere esa curiosidad que haga que la gente que nos conozca por redes, se acerque. Por eso es mi voluntad de hacer un híbrido. Me gustaría conseguir que la radio pudiera volver a llegar a gente que ya no conoce este medio porque estamos en una época muy delicada de la información mundial. Y todavía las redes no son lo suficientemente seguras. Yo siempre digo estos días, repito sin cesar que muchas personas piensan que lo que estamos viviendo en estos momentos a nuestro alrededor, sea local, nacional o internacional, es un ensayo. Y no lo es: está sucediendo de verdad. Son cosas que nos están pasando, que van a empeorar incluso porque tiene toda la pinta. Pero no es ningún ensayo, está sucediendo de verdad y nos afecta muchísimo.
P: Esa realidad compleja es un excelente combustible para la confusión.
R: Lo que está sucediendo genera una sensación de desazón, de que «no va conmigo» o de que es muy lejano o de que «no puedo hacer nada». Impotencia infinita. Pero en cambio, hay algo que sí depende solo de nosotros que es elegir por dónde nos informamos. Elegir de quién nos fiamos. Qué medio tenemos como el principal, aunque después veamos otros también, pero elegir dónde nos podemos sentir en un espacio seguro, un refugio de información segura. Y eso solo depende de cada uno de nosotros, de cada uno de los oyentes. Yo siempre digo que hay una manera de saber cuándo nos informamos bien o mal, un truco, que es ver dónde la noticia te genera una reacción. Si la noticia que estás escuchando, si el informador que estás escuchando, te genera una reacción aquí, en el estómago, no es un buen sitio donde informarte. La información tiene que ir a una combinación entre tu cerebro y tu corazón. Porque si solo va a los impulsos, si va a esa emociones que nacen en el estómago, entonces vamos a asimilar esa información de forma sesgada. Así que cuando escuchemos la radio, leamos una noticia, veamos la tele, escuchemos también nuestro cuerpo y veamos a qué parte de él va ese mensaje.
P. Por tu experiencia como corresponsal damos por hecho que vas a elegir los temas con una mirada más amplia, porque tú tienes el mundo entero, el planeta en la cabeza…
R: (Interrumpe y lleva su mano al pecho) En el corazón.
P: Y desde ahí no solo vas a tomar decisiones: además de elegir temas o personas, esa condición tuya supone un filtro profesional y también humano para toda la información que va a pasar por ti. ¿Cómo vas a hablar, por ejemplo, de uno de los grandes temas del momento, que es la inmigración?
R: Yo he vivido un tercio de mi vida en el extranjero. Y he vivido en varios países. Cuando tú eres blanco, tienes muchos privilegios. Ya los tienes menos si eres mujer, ¿eh? Pero no sabemos o no somos suficientemente conscientes de que nuestro poder nos los da la geografía. Yo soy una entusiasta de la geografía de la comunicación. Nuestra influencia depende de dónde nacemos y, por lo tanto, el poder que tú y yo podemos tener aquí, no lo tenemos en otra parte del mundo, porque allí la influencia la tiene otro grupo social, por decirlo así. Cuando yo me fui de España a finales del 2002, había un 1% de inmigración y cuando volví, estaba por encima del 17%, o del 20%, según donde estés. Sin embargo, me encontré que eso no quedaba reflejado en los medios de comunicación. Y en los medios de comunicación públicos no es que tengamos la responsabilidad, es mucho más que una responsabilidad, es que debería ser una obligación, una exigencia: reflejar la sociedad para la que trabajamos y en la que estamos.
Y en eso creo que no estamos haciendo lo suficiente, honestamente. Y si no lo hacemos nosotros, no lo va a hacer nadie. Yo respeto mucho al inmigrante. No es nada fácil irse del país en el que uno ha nacido, aunque no le vayan bien las cosas, aunque tenga problemas económicos, aunque esté en la capa inferior de la de la sociedad en la que ha nacido. Tener la valentía de irse, dejarlo todo y a todos, irse a un sitio desconocido, la mayoría de las veces con medios que prácticamente ni existen y que te juegas la vida en ello y que empiezas de cero. Es que es ni siquiera es empezar de cero, realmente es como si volvieras a nacer. Tienes que crear una nueva identidad, mezclar lo que tú eras y lo que vas a ser. Y yo tengo este respeto por eso insisto en la figura de los nuevos ciudadanos: tenemos a nuestro alrededor nuevos ciudadanos, llegados de otros lugares o descendientes de migrantes, adultos que ya son mezcla de muchas cosas, y la riqueza que esta gente puede aportar a nuestra sociedad es infinita.
P: ¿Hablamos de inclusión pero no la practicamos?
R: Por eso quiero incorporar más presencia de nuevos ciudadanos. Quiero que la gente se familiarice con que vivimos en una sociedad diversa y plural, de acentos, colores y nombres diferentes. Pero les tengo que convencer porque no se sienten legitimados. Como les hemos estado excluyendo todos estos años, cuando me estoy acercando a alguna de estas personas que quiero incorporar como analistas o comentaristas, les tengo que convencer de que su voz es legítima. Estamos generando una exclusión de ciudadanos españoles, de nuestra gente. Y es culpa nuestra. Yo les tengo que decir «es que tu voz es igual de legítima que la mía».
P: Televisión Española ha dado y sigue dando grandes periodistas a la profesión y tú estás entre esos corresponsales reconocidos por la audiencia. Por las grandes coberturas que te correspondió hacer y también por aquellos años en los que algunos empezasteis a cambiar la manera de contar las cosas. ¿Ese asiento en la memoria de los espectadores es ahora un acceso directo a los oyentes?
R: Fíjate cómo es esa memoria que yo estuve nueve años alejada del periodismo y cuando regresé a España en 2019, los taxistas me decían «¿Has estado de vacaciones? Hace mucho que no te veo», jajaja. Se acuerdan, sí. Yo soy consciente de que genero confianza en nuestra audiencia y pienso que la situación es tan grave como para que en momentos de emergencia todos demos el callo, por eso vuelvo sin red a la información de actualidad, y a la radio. Que también me han preguntado muchas veces para cuándo la radio, por qué no vas a la radio.
P: Aunque tú ya habías hecho radio, empezaste allí.
R: Me pagué la carrera con los contratos de Radio Nacional, sí, sí. Y después, ya más tarde, pasé a la televisión. Fui directora de una emisora, la de Vilafranca del Penedés, la primera mujer en Cataluña.
P: Hiciste la carrera de Periodismo en Barcelona y después fuiste a Estados Unidos a estudiar semiótica.
R: La verdad es que los signos y los símbolos ayudan a entender mucho las cosas. Es una pena que ahora nadie se interese por la semiótica.
P: Has tenido una carrera larga y rica y ya como si fuera un último paso para prepararte para hacer este programa, como si hubiera sido deliberado para abordar el contacto con el oyente de la radio, tan cercano, tu última misión ha sido ser Defensora de la Audiencia de RTVE, ¿qué te ha aportado ese puesto?
R: He aprendido muchísimo, ha sido una de las posiciones por las que me siento más feliz de haber pasado. Me da pena haberlo dejado a medias y se ha hecho corto, pero la gente me ha enseñado mucho. Lo primero que he aprendido es que debemos escuchar más. Hay que escuchar siempre más, nunca es suficiente. Por eso una de las cosas que me propongo es incorporar más audiencia al programa. Y también me ha devuelto a mis orígenes de corresponsal, que había gente que decía que era «la corresponsal de los pobres» por esa tendencia que tenía de dar voz a los sin voz. Así que ahora que me tengo que subir a la noria de la información, en medio de esta extrema polarización, haber pasado antes por la Defensoría me ha recordado mis orígenes, que tengo que bajarme de ese púlpito en el que a veces nos situamos los periodistas. Salirme lo máximo que pueda de esa polarización y verlo todo desde ese horizonte más pausado, que es el de la gente. Gente que mira con curiosidad, con interés de conocer más, que por supuesto tiene un espíritu crítico muy acuciado, que no se conforma con lo primero que le das, todo eso que tiene la gente en su casa, eso es lo que yo tengo que recuperar y a eso me ha ayudado mucho el paso por la Defensoría.
P: ¿Cuál es el papel que debemos tener los periodistas en medio de la polarización?
R: Yo creo que toda esta tensión que nos rodea ha generado dos reacciones en los periodistas. Una es la de los que confunden opinión con información y otra, la de los que tienen miedo. Creo que hay que perder el miedo y no caer en la manipulación a la que nos somete esa polarización. Por ejemplo, se está desvirtuando lo que significa la palabra antisemita. Ahora, si tú criticas a Israel, ¡te consideran antisemita! Se está redefiniendo esto, se está redefiniendo libertad. Hay muchas cosas que se están redefiniendo a lo tonto, en medio de esta polarización y no nos damos cuenta de que nos están cambiando el sentido de las cosas. Ahí es donde está nuestra labor de periodistas: Si no perdemos nuestra función de inquisidor, de notario de la realidad, entonces a nosotros se nos cree. Por lo tanto, tenemos que mantener esa posición lo más pura posible, para, en momentos en los que veamos que se desvía algo, decir no, no, no, eso no es verdad. Esto no es verdad. Las palabras cuentan, las palabras tienen mucha importancia y hay que volver al rigor de las palabras. No nos podemos inventar el sentido de las cosas según nos convenga. Esa no es nuestra función. Y si alguien intenta manipularnos, ahí es donde tenemos que parar. Tenemos que ayudar a explicar qué intereses hay detrás de cada intento de generar inestabilidad.
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