Manuel Valverde (ex COPE Córdoba): «Me llamaban el pachanguero. Pero el pachanguero vendía»

Manuel Valverde

31.08.2025.- Rafael González escribe en eldebate.com que con toda una vida dedicada a la música y a la radio, el veterano disc-jockey sigue al pie del micrófono ahora desde Internet.

Lo que importa es la actitud. Y a sus 78 años, Manuel Valverde (Córdoba, 1947) viste camisas floridas, vaqueros de marca y deportivas. Unas esclavas de plata rodean su muñeca derecha, lo que aporta algo de rebeldía rockera, aunque lo suyo es mucho más funky , más ‘disco’. Nos recibe en un modesto estudio doméstico, donde él hace la radio de ahora.

Hubo un tiempo en que la radio lo era todo. Formaba parte de la vida cotidiana de los españoles desde el amanecer hasta la hora de irse a la cama. La década de los 70 trajo la FM y los programas musicales adquirieron un peso mayor debido a la limpieza del sonido que la frecuencia permitía y la posibilidad de emitir en estéreo, cosa que era todo un avance entonces.

No obstante, cuando Manolo Valverde reinaba en ‘Las mañanas de la COPE a Tope’ durante la década de los 80, la emisora de Radio Popular aún emitía en mono, lo que no fue un impedimento para que este hombre tuviera a media Córdoba pendiente del transistor o radiocasete con su manera de hablar, de poner la música, de recorrer con su voz comercios punteros y de ofrecer premios cada día. Su éxito era incomprensible para los ‘puristas’ del oficio – ay, los espíritus elevados- pero la verdad es que su forma de comunicar no solo conectaba con la audiencia, sino que se convirtió en un filón económico con una publicidad que corría como la espuma.

Las ondas le llevaron también a la extinta Radio Cadena Española y finalmente a Canal Sur, donde se ha jubilado como técnico de sonido, un trabajo que, en cierto modo, cierra el círculo de aquel muchacho que ponía música en un tocadiscos en las fiestas de juventud, en el cuarto trasero de una taberna.

Bueno, en realidad la jubilación es solo un estado civil. Manolo Valverde sigue poniendo música porque de eso es difícil retirarse. Discos de vinilo, como está mandado. En Internet, en ‘emisoras’ montadas por otros locos de la radio como él. Muchos le recuerdan con cariño y otros- los dueños de tarros de esencias- no les gusta mirar desde su supuesta atalaya hacia una época en la que la radio, ya se ha dicho, lo era todo. Incluso aquella que hizo Manolo Valverde y que forma parte de nuestra biografía local.

  • ¿Cómo se definiría profesionalmente? ¿Es usted radiofonista, locutor?
  • Yo siempre he sido disc jockey, muchos años. Me acuerdo de que éramos un grupo de amigos y nos reuníamos en la taberna de Pepe el Pisto, junto a San Andrés. Allí nos alquilaban una habitación, nosotros llevábamos un picú —un pick-up que aún conservo—, cuyos altavoces eran las tapaderas. Y ahí empecé yo. Lo mío era la música de los sesenta, aquellos singles. Esa era mi afición.

Tuve también la oportunidad de conocer a los Bartolos, que tenían salas de fiesta, negocios de hostelería y de alterne. Uno de ellos tenía en la avenida de Granada la cafetería Río. Arriba era bar y abajo había un salón, y allí empezamos a poner y a disfrutar de la música. Esa era mi ilusión.

Algunas tardes me iba al patio de los Naranjos, donde los jóvenes se reunían a tocar y ensayar, gente como Los Giovanes. En mi barrio, Santa Rosa, vive todavía el tío Francisco, que era el saxofonista. También íbamos mucho a poner música en el bar Ventura, donde actuaba el grupo Las Manos. Cuando ellos no tocaban, nosotros poníamos música. Pero aquello no era como ahora, mezclando con una mesa. Todo era más artesano.

En Córdoba tuve la suerte de darle los descansos a mi amigo Eduardo, en el Saint Cyr Club, cuando el Saint Cyr todavía era La Parrilla, Y algunos días me iba con otro amigo al Golden, pero ahí no puede hacer los descansos. Hablo de locales que hoy mucha gente desconoce, pero eran los sitios de ambiente de aquella juventud, a mediados y finales de los setenta.

En aquella época las discotecas más fuertes eran Golden y Saint Cyr Club. De hecho, Saint Cyr Club fue la primera cafetería con escaleras mecánicas, en la calle Cruz Conde. Se entraba por detrás, y accedías a la discoteca por una puerta abatible como las del oeste. Allí se reunían futbolistas y jugadores del Córdoba CF. Más tarde, Saint Cyr lo ampliaron y a mi amigo Manolito también les hacía los descansos.

– ¿Qué era hacer los descansos?
– Pues un día a la semana suplía al DJ oficial. Después, los Bartolos abrieron el Club 2000, en la avenida de Granada, en el Sector Sur. Aquello fue un pelotazo: la discoteca abría a lo mejor a las nueve y media y, a las diez y cuarto o diez y media, ya no podía entrar más gente. También estuve en la inauguración de la discoteca Tú y yo, en la calle Cruz Conde.

– Pero Córdoba se le queda pequeña.
– Yo me fui a Valencia, porque la música estaba allí. Cuando Valencia sacaba la música, después llegaba aquí. Conocí a un amigo y nos fuimos. En un pueblo que se llama Pinedo, en la carretera que va a El Saler, había una discoteca que se llamaba San Francisco, y allí me coloqué. Hacer algunos años, camino de Barcelona con mi mujer me pasé por allí , pero ya aquello se había convertido en un cine de verano.

En El Saler la mejor música ska estaba en una discoteca que se llamaba La Jaula. Allí hay un hotel donde van todos los futbolistas; El Saler es un sitio de primera. Y de allí me salió inaugurar una discoteca en la avenida del Puerto, la Bugatti. Los dueños eran clientes de la otra discoteca, me conocían, y me propusieron ir. Y fíjate: fue la noche del golpe de Estado. Estábamos pinchando, salió Armada con los tanques y todos salimos a la puerta. Ahí le cogí miedo a aquello (ríe).

El año anterior había estado en la Feria de Mayo de Córdoba. Me vine una semana, le dije a mi jefe: «Estoy más quemado que nada». Me contestó: «Vete una semanita, que se quede el suplente y ya está». Y aquí en Córdoba un primo hermano mío me dijo: «Ven, que te voy a presentar a mi amigo Pepe Luque, que va a abrir una discoteca». Era Contactos. La iba a inaugurar pinchando Rafael Carlos Padilla, no te lo pierdas. Yo ya quería volver a mi tierra, estaba cansado. Eché lo imprescindible en una maleta, me fui a la estación y así fue como me vine.

– Y usted inaugura Contactos.
– Sí, en la calle Eduardo Dato. Rafael Carlos Padilla no pudo y me llamaron a mí. Por eso, muchas veces, cuando me veo con Rafael Carlos me dice: «Me quitaste el puesto de trabajo» (ríe).

– ¿Qué música ponía allí?
– Era todo más o menos funky, mucho funky. La música de Contactos era toda de importación. El sello Blanco y Negro me mandaba los discos: me llamaban por teléfono, me ponían el tema y luego me lo enviaban. Además, yo también traje música propia, la que pinchaba en Valencia. Y con eso inauguré Contactos.

– ¿Y cómo llega la radio?
– Yo ya había adquirido experiencia en Valencia: trabajé para Moviplay como promotor. Tenía que ir por las emisoras a visitar a los locutores, invitarlos a desayunar, a comer… Y todos los meses iba a Madrid con ellos. Yo llevaba a Triana, a Rocky Sharpe & The Replays y a María Jiménez. En Valencia pusimos a Rocky Sharpe & The Replays en el número uno en superventas. Sabía, por tanto, cómo trabajar con las emisoras.

Con esa idea hablé con el dueño de Contactos. Dijimos: vamos a alquilar media hora en la COPE y otra media hora en Radio Córdoba. Efectivamente, compramos media hora en Radio Córdoba y en Radio Popular. Por ahí empezó todo. Yo iba, anunciaba mis fiestas y llevaba la música que pinchaba allí.

¿Qué pasó? En diciembre de 1981 el que ponía la música era Alfredo Asensi, que era locutor. Yo llegaba y hablábamos de las fiestas programadas para el fin de semana. Poníamos la música y comentábamos. Una Navidad don Francisco Hidalgo Trillo, que era entonces el director de Radio Popular, me dijo: «Alfredo está con gripe, ¿te atreves a bajar al sotanillo?» La FM estaba entonces en un pequeño sótano. Así que bajé. El técnico me explicó cómo se ponían los discos: eran treinta minutos, tenía que desconectar y volver a conectar siempre que sonaran los pitidos. Y así empecé a ir. Estuve al menos dos o tres semanas.

Un día llegó el director y me dijo: «¿Tú quieres hacer una hora? Te doy el 40 % de la publicidad para ti, pero tienes que buscarla y grabarla». Y empecé a hacer una hora. Después me dieron dos: eran Las mañanas de Cope a tope. Y ahí empecé a vender, a vender mucho.

– Estamos hablando de principios de los años 80.
– Sí. Ese programa era uno de los más escuchados en Córdoba. Era una época en que no había redes sociales, solo estaba la radio. Y recuerdo que el teléfono se caía.

  • Sí que se caía. ¿Por qué tenía tanto éxito aquello?
    – No lo sé. Quizá yo no sea un profesional de la radio como tal; yo he sido más disc jockey que locutor. Pero lo que sí noté en aquella época es que yo le llegaba a la gente. Hay veces que no conectas, y yo tuve la suerte de que sí.

Fue entonces cuando, con mi mujer, me inventé lo de El Pájaro Loco. Lo que hacía era coger un sobre cada mañana y, como tenía muchos clientes —el restaurante Cardador, la discoteca Caripe de Villarrubia…—, ese sobre se colocaba en alguno de esos negocios y los oyentes tenían que adivinar dónde estaba El Pájaro Loco y qué estaba haciendo, figuradamente, claro.

La gente llamaba, yo iba dando pistas, y el teléfono no paraba: una llamada tras otra, hasta que lo acertaban. Y en efecto, el teléfono se caía.

  • Y nada digital, todo analógico.
    – Las cuñas se editaban con corta y pega en el magnetofón Revox, con un lápiz. Eso ya se ha perdido. Incluso llegamos a utilizar la cinta del casete para pasar la publicidad.
  • Usted pudo facturar algunos meses, perfectamente, hasta un millón de pesetas.
    – No, bueno… Eso era en los programas especiales. Pero normalmente sí que se vendían 500 o 600 mil pesetas en publicidad.

– Que era mucho dinero entonces.
– Una cuña costaba 360 pesetas. ¿Cuántas cuñas tenía que vender? Y las vendía.

– ¿Cómo era el comercio de aquella época? Porque ese comerciante local que apostaba por la radio sin dudarlo se ha perdido, ¿no?
– Antes había más comercio. Tú salías y se vendía. Hoy en día no se contrata tanta publicidad. Ahora, con las tecnologías nuevas, la gente ya no escucha la radio como antes: todo es móvil, todo es digital… Eso se ha perdido. En aquella época la gente dependía de su radiocasete. Y no solo era el comercio. Había más discotecas y pubs. En esta misma época de la COPE inauguré la Génesis de Fernán Núñez.

– Que fue una discoteca mítica y pionera en muchas cosas.

  • Entre ellas el rayo láser. La gente llegaba en autocares. Aquello me vino de rebote, porque querían contratar publicidad y acabé pinchando allí. El sueldo estaba muy bien: solo trabajaba viernes y sábado, y además le metí la publicidad en mi programa.

La Génesis fue un pedazo de discoteca. La hicieron con el mejor sonido. A la pista de baile se accedía por un escalón de madera y tenían un juego de luces espectacular. Tú entrabas en la pista y sentías el sonido vibrando en el cuerpo, pero salías y ya no sonaba. Tenían un equipo completo JBL Lansing. Con el láser formaban un túnel, y la gente intentaba meterse dentro. Luego había otro efecto, como una cortina de luz que subía y bajaba. Aquella discoteca fue un pelotazo.

  • La COPE se acaba, le llaman de Radio Cadena Española y empieza otra época para usted en la radio, ¿no?
  • Pues sí, sí. Hacía el mismo programa que en Radio Popular.
  • Entonces en la radio pública, porque Radio Cadena era pública, se podía poner publicidad.
  • Sí, claro, en aquella época sí. Y de Radio Cadena nos mandaron a Radio Nacional de España , en la calle Góngora. Por cierto que me fue muy bien. Allí coincidí con Derby, Manolo Prieto, Roberto Loya, Vicky Tessio… Gente con muy buen gusto y que sabía mucho de música. A mí me llamaban el pachanguero (rie). Yo era el pachanguero, bueno… pero el pachanguero vendía. Lo malo fue que en el año 89 nos cierran Radio 4. Fuimos todos a la calle. Eso fue una pena.

– Y ahí Manuel Valverde tiene que reinventarse para buscarse la vida.
– Estuve casi año y medio sin hacer radio. Y un día me entero de que en Canal Sur estaban pidiendo técnicos de sonido. Me presenté: allí estaban Ángel Abellán y Pepe Serrano, que había sido director de Antena 3 Córdoba. La emisora estaba entonces frente al Gran Teatro, en una tercera planta.

El examen consistía en manejar cintas de casete, discos e indicativos, que antes eran cartuchos. Le dabas al play y la cinta no se podía parar. Si te pedían un disco, tenías que ponerlo sin que «llorara». Entre cien cosas más. Cuando terminé me dijeron que había quedado en la reserva, es decir, para cubrir vacaciones o bajas.

En 1992 me llamaron de Recursos Humanos y me dijeron que tenían para mí tres meses en Córdoba o tres años en Algeciras, con un contrato de fomento al empleo. Y bueno, me fui a Algeciras.

– Y comienza su etapa profesional como técnico de sonido.
– Sí, pero en 1995 la empresa nos pidió el Bachiller Superior o el FP2 de Imagen y Sonido. Mi compañero Quique y yo no lo teníamos, así que nos despidieron. Llamé a Recursos Humanos y les dije: «Hombre, ¿ahora qué hacemos? Al menos que nos dejen en bolsa, ¿no?». El Consejo de Administración decía que no.

Y entonces Concha Caballero, que en paz descanse y a quien nunca olvidaré, intervino en el consejo dando la cara por nosotros y por el trabajo que habíamos hecho. Yo tenía completa disponibilidad. A mí, por ejemplo, me llamaban a las tres de la mañana y tenía que irme a Tarifa, o a La Línea… A cualquier hora nos llamaban. Gracias a ella quedamos en bolsa.

Eso fue, como digo, en 1995. Y ese mismo año empezaron a llamarme. Estuve en Jaén, en Granada, en Córdoba, en Cádiz… Cada vez que me necesitaban. Hasta que me llamaron para Sevilla, para cubrir unas vacaciones en La Cartuja. Tres meses. Como nadie quería los turnos de noche, pues ahí entré yo: de doce de la noche a siete de la mañana. Siempre escogía los marrones y nunca me he negado a nada. Estuve así tres años, y cada fin de semana venía a Córdoba. Tenía que pagar la hipoteca de aquí y el piso de allí.

Así fue hasta 2001, cuando me llamó Rafa Sánchez, de Recursos Humanos, y me dijo: «¿Te quieres venir a Córdoba? Hay una interinidad, vete para allá que vamos a hacer los papeles y el contrato». Y en 2001 empecé a trabajar aquí, con Carlos Vargas, técnico de la unidad móvil, Pepe Vega, Quique, Gaby y yo.

En 2007 dieron una orden de que todos los que llevábamos 5.800 días pasábamos a fijos. Ese año me hicieron fijo. Y me jubilé en 2012.

  • Al final la radio, aunque sea desde ‘la barrera’ del técnico ha formado parte de su vida, Estamos haciendo esta entrevista en su estudio de casa desde donde sigue grabando un programa de música con discos de vinilo
  • Este programa se emite en Distancia Radio, Radio M7 y Onda Góngora Radio, que son emisoras de radio de internet. Aahora mi amigo Fernando, de Onda Gongora, ha hecho un convenio con una emisora de internet de Granada y pasa los programas. Así que ahora a mí, en Granada, me escuchan Los discos de vinilo.

-¿Cuántos discos de vinilo tiene?

  • Bueno, en el estudio solo tengo una parte y otra similar la tengo en el trastero. No sabría decirte.
  • ¿Y qué música es la que pone ahora?
  • Éxitos de los años 70, de los 80 y estoy tocando algo de los 90 también.

-¿Y qué gente le escucha? ¿Lo sabe?

  • Me dicen que tiene buena repercusión. Yo lo noto en el Facebook.
  • Pero eso ya no le preocupa, evidentemente.
  • A mí no. Y yo con esto no gano dinero, porque es mi hobby personal. Me meto en mi estudio, me hago mis programas, y bueno, supone tener un espacio para mi afición, para mi música. Y yo soy feliz así.

-¿Qué echa de menos de la radio de aquella época?

  • ¡Uy! Los buenos ratos, tío. El contacto con la gente. En directo, además. Eso es lo que yo echo de menos,
  • ¿Y la vivencia de la que tiene mejor recuerdo?
  • Presentar a Rocío Jurado una de las veces que vino a Córdoba. ¿Tú sabes lo que es, Rafa, salir a un escenario que está todo oscuro, que te pongan el cañón de luz y hablar de ella? Estuve una semana cogiendo apuntes de su vida. Pero antes de salir a presentarla me tomé dos whiskis (ríe). Es que había miles de personas.

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