Pequeña historia de los seriales de la radio

Cuadro de actores de Radio Madrid

Interesante texto de Toño Morala en lanuevacronica.com que los devuelve a la radio de antaño



Reportajes, Radionovelas, radioteatros, cuentos radiados… formaron parte de la oferta radiofónica más fielmente seguida por los españoles, con los ruideros, grandes actores y actrices integrados en los cuadros dramáticos de las emisoras.

En los tiempos de maricastaña, allá por los años cuarenta y cincuenta, y más cerca, también los sesenta y setenta, la radio era uno de los pocos, – por no decir el único- entretenimiento de los mayores y pequeños. Quien osara mover una pestaña o hacer el mínimo ruido en la cocina a media tarde para él tenía. Aquella hora vertiginosa después de salir de la escuela, ver a tu madre y abuela, de vez en cuando también al abuelo, pegados literalmente a la radio en aquellos largos y fríos inviernos de cocina económica amortiguada, o el llar a tope crepitando los manojos o los palos y maderas varias, a la par del sonido del reloj despertador encima de la trébede o de la alacena… ver a la abuela, mientras tú hacías los deberes encima de la mesa con aquel hule gastado, repasando los calcetines rotos con el huevo de madera, a la madre escogiendo lentamente lentejas en el pico de la mesa, o haciendo punto, un nuevo jersey con lanas viejas, y escuchando aquellos seriales o radionovelas que duraban algunos hasta años, era peor que estar en misa; allí no respiraba ni el gato, y menos los chavales… aquellas músicas de entrada para los diálogos, las presentaciones, luego la publicidad… ahí aprovechaban las buenas gentes para moverse un poco, estirarse, carraspear… y al cabo de un rato, un rechistar amortiguado, y vuelta a empezar… mira que lo pasaban mal aquellos actores o cuadros de actores que eran los protagonistas de los seriales; aquellas venganzas, aquellos miedos; luego escribimos sobre los efectos especiales.

Tragar saliva, se tragaba a borbotones; algunas veces, la temática era de miedo, o por lo menos, eso parecía a los oídos de un niño. En muchas ocasiones, a las madres y abuelas se les asomaban por los ojos unas lágrimas que para qué; ¡madre mía , qué emoción, y qué angustia…!, ni que fuera de verdad, con qué pasión vivían aquellas mujeres y algunos hombres aquellos romances y desencantos, desamores y amores, tramas perversas y los siempre egoístas intentando quedarse con la mejor tajada de los más pobres e inocentes en aquellos amores imposibles entre pobres y ricos, entre gentes de postín y muchachas enamoradas, o aquel otro que salía a comprar tabaco y no aparecía jamás; se iban a las américas en busca de fortuna, o vaya usted a saber; en conclusión, que era la radio de la posguerra que entretenía a diestro y siniestro, a la par que también adoctrinaba. “Los seriales de la radio española”, los espacios dramáticos en la radio, les permitían a los españoles, alejarse de una realidad de posguerra y pobreza, además de la transmisión del fútbol, los toros, los grandes espectáculos y concursos. También, por aquella época, se desarrolló la radionovela y el teatro radiofónico, que fueron un escape de la sociedad española de aquel tiempo. De esta forma, el radioteatro permitía soñar y transmitir imágenes a los oyentes a través de los sonidos. Para los años 30, ya había casi 3 millones de receptores (uno por cada 90 habitantes). Las familias se reunían en torno a este aparato, y la distribución de la sala o cocina estaba en función de la radio. Este era un medio por el cual se reunía toda la familia y los vecinos que no tenían radio.

Por la BBC en 1923

El primer espacio dramático fue emitido por la BBC en 1923. Una adaptación de “La Noche de Reyes” de Shakespeare, pero el hito de la ficción radiofónica fue “La Guerra de los Mundos”, de Orson Wells, emitida en 1938 y que paralizó al país. Así, en España, se comenzaron a adaptar textos literarios para ser contados, inclusive películas. Lo que generó una gran variedad de escritores y dramaturgos para la radio.

Por otra parte, la dictadura usó la radio con fines propagandísticos, imponiendo su ideología y valores en los informativos y espacios de entretenimiento. Las radionovelas y los radioteatros se vislumbraron como un negocio radiofónico, las grandes cadenas apostaron por la ficción y crearon las agrupaciones de actores, en que Radio Madrid fue pionera y Teófilo Martínez fue una de las voces más importantes de aquellos tiempos. En 1945, Radio Madrid buscó nuevos talentos a través del programa “Tu carrera es la radio”. Su agrupación de actores estaba formada por más de 60 profesionales.

Por otro lado, la agrupación de actores de la Radio Nacional no era menor y estuvo conformada por Lourdes Guerra y José María del Rio. Los años 50 fue la década dorada de los seriales, cuyo éxito radicó en las complicadas tramas y que al final de cada capítulo se dejaba al oyente a la expectativa. Se transmitían ocho horas al día e iban dirigidos no solo a las mujeres, sino a todos los sectores de la sociedad. Los seriales abarcaron todos los géneros y describían situaciones que poco tenían que ver con el día a día del país, recreando una realidad a la medida de la dictadura. Los guionistas eran una pieza importante de ese engranaje, siendo el hombre más popular Guillermo Sautier Casaseca, el rey del melodrama por “Ama Rosa”, una importante serie con gran repercusión en los oyentes y que fue llevada al teatro y al cine.

El folletín iba dirigido a todas las amas de casa, pero la comedia costumbrista buscaba la complicidad de toda la familia, siendo su máximo exponente, “Matilde, perico y periquín”, creado por Eduardo Vásquez. En 1953, Enrique Jarnés crea las aventuras futuristas de una pareja de héroes, “Diego Valores”, la radionovela juvenil por excelencia, emitida durante cuatro años y la cual fue trasladada al comic, y creó una industria de cromos y juguetes. El oeste americano también llegó a la radio con los seriales “El Coyote” y “Dos hombres buenos”, del autor José Mallorquí. “La Ratita”, “La gallina Marcelina”, “Garbancito”, “El mono titiritero”, “El gallo kiriko”, “Cara sucia”, “El enano saltarín”… eran cuentos radiados para los niños pequeños, como también se hizo algún programa juvenil.

La censura vigila

El género policiaco, que era menos popular, tenía su espacio por las noches. Fue vigilado por la censura, al igual que toda la ficción radiofónica, hasta el punto que los libretos se pedían con cuarenta y ocho horas de antelación. Además de la censura oficial, existía una más sutil, la de las marcas patrocinadoras. Por otra parte, la emisión de los seriales, se trasladó de la radio a los teatros, con giras por España.

En 1942, la SER, con Antonio Calderón, pone en las ondas “El Teatro del Aire”. Por otro lado, en 1949, Radio Nacional de España, estrena “El teatro invisible”, el cual adaptaba textos clásicos. Se emitió durante dos décadas todos los domingos a las 22:30 de la noche a finales de los 40 y fue dirigido por Juan Manuel Soriano. Al principio, tanto los seriales como los teatros, se emitían en directo, pero a mediados de los años 50, se usan los magnetófonos, que permitían grabar los espacios dramáticos. En un rincón del estudio se situaban los artilugios para la ambientación. Los técnicos especialistas o “ruideros”- ahora les llaman los efectos especiales- se las ingeniaban con puertas, cocos y otros objetos para recrear tormentas, fuegos o caballos galopando. Eran unas jornadas de trabajo interminables, ya que los estudios funcionaban mañana y tarde.

Si hubiera que establecer una diferencia entre radionovela y radioteatro, podría decirse que mientras la primera es una dramatización emitida por capítulos, el radioteatro engloba todo tipo de montaje radiofónico escenificado y de raíz dramática o género teatral. En ocasiones ese radioteatro suele ser una obra completa, emitida sin interrupción… Victoriano Crémer, Antoñita Nieto, Elena Valbuena, y muchos más, fueron los iniciadores de la radio en León. Radio León tuvo un cuadro de actores impresionante, que aparte de actuar delante de los micrófonos, también realizaban actuaciones en diferentes teatros de la ciudad y la provincia. El director era Ignacio Arteagabeitia, que también actuaba. En hombres figuraban Horacio Andrés, Víctor Ángel Losada, que con el tiempo llegó al cine y realizó alguna película, José Víctor Díez, Máximo Bayón, que también era locutor y José Luis Bermejo, entre otros. En mujeres, Josefina Nistal, o la gran estrella que era Encarnita de Juan, Charito Gutiérrez… y alguna más. Y así pasó un tiempo de seriales, cuentos, radionovelas y radioteatro para entretener al personal.

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